Estela
Ortiz de Parada
48 años. Esposa de José Manuel Parada.
Degollado. El
29 de marzo de 1985 fueron secuestrados
José Manuel Parada y Manuel Guerrero
cuando conversaban en la puerta del
Colegio Latinoamericano. Los hijos de
José Manuel estudiaban en el centro
donde Manuel daba clases. Un día antes
había sido secuestrado Santiago Nattino.
Los tres eran militantes comunistas.
José Manuel trabajaba en la Vicaría de
la Solidaridad, organismo de defensa de
los derechos humanos dependiente de la
Iglesia católica. Un día después, los
tres aparecieron degollados.
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José Manuel fue
asesinado porque era comunista y trabajaba en la
Vicaría de la Solidaridad. Creían que su
pertenencia a este organismo le permitía acceder
a información confidencial. El juicio concluyó
en 1995. Detuvieron a siete miembros del cuerpo
de carabineros. Tres de ellos fueron condenados a
cadena perpetua, pero los asesinos intelectuales,
los que dieron la orden, andan sueltos. Yo he
disfrutado el privilegio de saber quiénes
asesinaron a mi marido. Pocas personas en este
país han tenido esa suerte. No ha habido una
decisión política para poner fin a la
impunidad. Da vergüenza lo que ha ocurrido. Las
agrupaciones de familiares de
detenidos-desaparecidos se han convertido en los
parias de la sociedad. Mi padre está
desaparecido desde diciembre de 1976. Fue el
secretario general del Partido Comunista en la
clandestinidad. El oportunismo político ha
impedido que se cumpliesen las promesas. Este
país es cada día más antidemocrático. Hay una
gran responsabilidad de los políticos de la
Concertación. Han inculcado la idea de que hay
que evitar las presiones a los militares para no
poner en peligro la transición hacia la
democracia. No puedo dejar de pensar en la gente
que murió. A nadie le importa lo que pasó.
Pinochet consiguió cambiar la conducta social de
Chile. Su habilidad, el continuismo político y
económico y la inmovilización de los sectores
populares han permitido esta situación. Mis dos
hijos mayores, Javiera y Camilo, de 23 y 22
años, respectivamente, no quieren volver a Chile
porque les duele mucho lo que aquí ocurre y se
sienten defraudados. |