El País Digital
Lunes
17 noviembre
1997 - Nº 563

El exilio cubano en Miami financió la ola de bombas que ha sacudido La Habana este año

AGENCIAS, Miami
La serie de bombas (11 intentos en total) que ha conmocionado a La Habana este año, dejando un muerto y seis heridos, fue obra de un grupo de ladrones de poca monta salvadoreños, dirigidos y financiados por exiliados cubanos en EE UU, según una investigación del diario The Miami Herald publicada ayer. Esta tesis coincide con lo que desde el principio defendieron las autoridades cubanas, que siempre apuntaron al exilio anticastrista de Miami como organizador de estos atentados. La ola de terror costó 15.000 dólares, recaudados entre los exiliados en Florida.

Los salvadoreños (uno de los cuales, Raúl Cruz León, está detenido en Cuba acusado de colocar seis de las once bombas) eran solamente los ejecutores materiales de estos actos terroristas. Pero fue un exiliado cubano, Luis Posada Carriles, quien, según The Miami Herald, se encargó de recoger 15.000 dólares en medios anticastristas de Miami y contactó y dirigió a la banda de ladrones de coches salvadoreña que habría de ejecutar posteriormente los atentados.

Las explosiones, en varios hoteles de lujo de La Habana (como el Capri o el Meliá Cohiba) y en establecimientos famosos en todo el mundo como La Bodeguita del Medio, mataron a un turista italiano y dejaron otras seis personas heridas entre abril y septiembre de este año. La ola de terror causó conmoción en la isla, que no ha vivido prácticamente ningún tipo de violencia política desde comienzos de los sesenta.

Las autoridades cubanas acusaron desde el principio, aunque sin pruebas, a la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), ligada al millonario anticastrista Jorge Mas Canosa, de estar detrás de los atentados. La FNCA negó los cargos y aseguró que «(el presidente cubano) Fidel Castro debe mentir acerca de las bombas» porque no se atreve a decir la verdad: «Que alguien dentro de Cuba le está desafiando».

Sin embargo, la compleja investigación del periódico estadounidense muestra que las bombas fueron obra de salvadoreños y cubanos en el exilio, y no resultado de una oposición interna en la isla.

A pesar de la detención de un salvadoreño como autor material de alguno de los atentados, el Gobierno de El Salvador, conservador, no ha investigado a fondo la trama. Fuentes oficiales admitieron en privado a los periodistas del Herald que la policía apenas si se ha interesado en el caso. En público, portavoces del Ejecutivo afirmaron que investigarían a fondo las acusaciones de La Habana sobre la red de delincuentes salvadoreños supuestamente responsable de los atentados en la isla, siempre a las órdenes de los anticastristas más radicales de EE UU.

Un exiliado cubano en Miami aseguró al periódico estadounidense que el dinero que sirvió para financiar a los salvadoreños provino de «grandes nombres del exilio cubano del sur de la Florida», pero no de organizaciones de ningún tipo. Posada Carriles es un veterano de la guerra sucia contra Castro, y estuvo preso nueve años en Venezuela acusado, junto a otros, de un atentado contra un avión comercial cubano que costó la vida a 73 personas.

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