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Tropas norteamericanas permanecerían en Panamá


Por: Dr. Sergio Quiros
Como imán, el carnaval atraerá a los panameños durante febrero. Los temas relevantes dormirán no un sueño, sino una buena siestecita, por algunos días para despertar perezosamente luego del miércoles que la iglesia llama "de ceniza".

Pero los problemas siguen allí.

Lo más importante que incide sobre el futuro de Panamá en este momento es el tema de las bases militares que los Estados Unidos mantienen en Panamá y la salida definitiva, o no, de los soldados norteamericanos antes del 31 de diciembre de 1999, según lo señalan los tratados Torrijos Carter sobre el Canal de Panamá. Casi todas las esferas de poder formal y fáctico norteamericano, desde el Congreso hasta oficiales del gobierno, el pentágono, la oficina antidrogas y otros, han expresado la conveniencia de mantener instalaciones y efectivos militares luego del año 2,000. Esto pudiera derivar en una controversia con Panamá que afectaría de alguna forma todas las otras actividades incluso la transferencia del mismo canal.

El Gobierno de Panamá cerró oficialmente la negociación sobre bases alegando principalmente que no había disposición de los Estados Unidos para otorgar beneficios económicos significativos. La Embajada norteamericana, por su parte, ha sido particularmente celosa de las formas y avalado la posición de los panameños en cuanto a que de las bases, oficialmente, nada se habla.

Sin embargo, muchos personajes civiles y militares norteamericanos siguen martillando sobre el tema y el último fue la propia cabeza del ejército Sur General Wesley K. Clark. El militar impactó la opinión pública panameña cuando despachos de prensa provenientes del exterior daban cuenta que le había informado al gobernador de Puerto Rico que el tema de las bases sí era motivo de conversaciones bilaterales. Como en episodios de novelas los norteamericanos siguen hablando y el Gobierno de Panamá sigue negando.

Lo que si se acepta, e impulsa el propio presidente Pérez Balladares y su equipo, es la propuesta panameña de mantener en la base aérea de Howard, en el pacífico, un centro multinacional antidrogas para la interdicción de su tráfico. Incluso, se filtró en Washington a través del corresponsal del diario El Panamá América que existe una propuesta para que 70 aviones sean asignados a ese centro, en la mayor transferencia de aviones de militares que harían los Estados Unidos a otros países.

Todo este asunto pudiera responder a una de esas operaciones sicológicas que montan ( y desmienten) los norteamericanos para crear condiciones que faciliten planes futuros. Lo que es obvio es que no se quieren ir de Panamá. El tema resulta complicado para el Gobierno de Panamá que está obligado a someter a una consulta popular la permanencia de bases militares luego de finalizado este siglo. Sin embargo, aun cuando casi un 70% de los panameños, según las encuentas, estaría a favor de las bases por razones principalmente económicas, el tema planteado a nivel de plesbicito pudiera derivar hacia un "voto de castigo" al gobierno por la impopularidad que han ido generando sus medidas economicas. Es decir, que si el gobierno promueve el Si, los votos pudieran decir que No.

De otro lado, la economía no termina de tomar un cause estable de fortalecimiento, y la imagen internacional de Panamá no es la mejor para convencer masivamente a los inversionistas foráneos que utilicen Panamá como sede para reproducir sus capitales.

Lo anterior no parece dar mucha fuerza al gobierno panameño frente a una presión final, directa o indirecta, de los norteamericanos para seguir militarmente en Panamá. No sería fácil lograr, como en la época de negociación de los tratados canaleros un ambiente internacional favorable de apoyo a la posición panameña en una controversia con los Estados Unidos.

Se pudiera prever que lo que acontecerá será que los norteamericanos utilizarán la puerta de salida que les impone los convenios Torrijos-Carter el 31 de diciembre de 1996. Pero, antes o simultáneamente, entrarán por la otra puerta que el mismo presidente de Panamá les abre con su propuesta del centro antidrogas que, en palabras del embajador norteamericano en Panamá, William Hudges, no puede ser operado sin personal militar.

Ya el propio recién estrenado Secretario de Defensa William Cohen afirmó en su primera comparecencia ante la prensa que seria importante para los Estados Unidos mantener una "presencia residual" de tropas norteamericanas en Panamá. Y como un pequeño detalle más de los muchos que se van sumando el último día de enero, el comandante supremo de la OTAN General George A. Joulman visitó Panamá supuestamente para saludar "amigos" en el comando Sur del que fue jefe, pero en su estadía se reunió con autoridades panameñas.

A menos de 3 años de la salida de las tropas norteamericanas de Panamá el tema es confuso. Pero lo que parece estar claro es que los Estados Unidos quieren quedarse. Y si es así, ellos tienen muchas formas para conseguir sus propósitos.