JOAQUÍN VILLALOBOS,
Que Fujimori viola los derechos humanos y es autoritario es evidente; probablemente, en la residencia del embajador japonés algunos de los guerrilleros estaban vivos. Es difícil creer que en el contraataque no consideraran hacer capturas para obtener información. Pero las protestas por violación a los derechos humanos, dada la correlación de fuerzas, tienen escaso impacto. A pesar de despreciar elementales prácticas democráticas, Fujimori sigue siendo muy popular y gana elecciones cómodamente. ¿Ha ocurrido todo esto por la habilidad de Fujimori o por la ausencia de una oposición capaz?
La operación del MRTA y el contraataque del Ejército fueron militarmente eficientes, pero el manejo político del MRTA fue un desastre. La pretensión de liberar presos era inalcanzable, porque ponía en riesgo toda la política de Fujimori, y la comunidad internacional se sintió razonablemente amenazada por el hecho. Que Somoza, ex dictador de Nicaragua, fuera forzado a liberar presos provocaba simpatías, pero el MRTA abrió un conflicto con la comunidad internacional y a Fujimori no se le ve como a los dictadores del pasado.
De esta forma, la acción del MRTA creó una coyuntura difícil a Fujimori, pero también una oportunidad. El tiempo le permitió tener la oportunidad política y militar para ejecutar su opción preferida. La operación pudo tener otro final si el MRTA hubiera terminado ésta en poco tiempo, orientándola hacia la denuncia por la situación de los presos y la lucha por su conversión en fuerza política legal. La insistencia en darle validez a la lucha armada, en un marco internacional y nacional adverso, es un punto de partida errado. El resultado fue el fortalecimiento de Fujimori y el sacrificio de vidas. La lucha armada no siempre, a pesar de la pobreza y el autoritarismo, puede ser considerada inevitable, válida o útil.
El populismo y la corrupción del último Gobierno del APRA sirvieron para fortalecer a Fujimori. El terrorismo de Sendero agotó toda posibilidad de que la lucha armada pudiera ser útil y ha contribuido a generar respaldo popular a políticas autoritarias e ideas conservadoras. Además, Fujimori fue el único que pudo poner a tono a Perú con la coyuntura internacional de globalización económica, en la que el liberalismo se ha robustecido. Dos banderas claves le quedaron a Fujimori en sus manos: el orden y la reforma económica. La oposición intentó desde el populismo hasta la lucha armada. Fujimori tuvo todo el espacio para gobernar, con los papeles de víctima, defensor y solucionador, dejando a la oposición en el papel de victimaria y generadora de problemas.
Cambiar esta situación pasa porque el MRTA se reincorpore a la vida política; ésta sería la acción más ofensiva que podría realizar y dejaría al autoritarismo sin justificación. Sin desestimar el papel del diálogo, es necesario asumir con fuerza la lucha contra la violencia de Sendero. Sin la lucha enérgica contra el terrorismo de ETA, Felipe González y el PSOE no habrían permanecido en el poder y logrado desde allí importantes beneficios para los españoles; no se puede demandar respeto por los derechos humanos a la extrema derecha si no se combate con la misma fuerza el terrorismo de grupos que se proclaman de izquierda.
En el campo pragmático, es necesario interpretar la victoria de Blair en el Reino Unido, con un programa que reivindica demandas sociales, dentro de la aceptación consecuente del entorno de la globalización que ahora rige el mundo; sin esta política, tampoco habría habido victoria de Cardoso en Brasil, ni de la Concertación en Chile, ni de los socialistas de Portugal, ni Felipe González habría durado tanto en el Gobierno.
En un continente plagado de problemas sociales y violencia, si la izquierda no sabe combinar la atención a los problemas de la pobreza con las necesidades de orden y seguridad, los autoritarismos del tipo del de Fujimori podrían generalizarse. Las banderas de integración comercial, la reforma del Estado, los ajustes estructurales, la lucha enérgica contra el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado, deben tener una versión de izquierda; de lo contrario, las derechas gobernarán el presente, y las posibles victorias electorales de la izquierda serán expresiones pasajeras de cólera, y no la conversión de ésta en opción permanente de gobierno. El populismo y la radicalización sirven para no gobernar, o para hacerlo una vez y no volver a hacerlo nunca. Si las derechas siguen gobernando la globalización nos llevarán a un mundo más injusto, dividido, inseguro y conflictivo.
Joaquín Villalobos fue comandante de la guerrilla de El Salvador e impulsor y firmante del acuerdo de paz.
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Después de conocer cómo terminó la toma de rehenes en Lima, es conveniente hacer un balance del fenómeno político Fujimori. Éste ha vencido a todos sus oponentes electorales, desde el APRA (principal partido de centro-izquierda) pasando por Vargas Llosa, prominente figura intelectual peruana, hasta Pérez de Cuéllar, ex secretario de Naciones Unidas. Capturó y humilló al líder del movimiento guerrillero Sendero Luminoso; disolvió el Parlamento y sobrepuso su autoridad al poder judicial; resistió las acusaciones de corrupción hechas por su propia esposa; provocó una guerra contra Ecuador, para que luego un presidente de ese país lo imitara y alabara; y cuando el MRTA intentó liberar a sus presos, Fujimori lo venció igual.