El País Digital
Lunes
17 marzo
1997 - Nº 318

La dimisión del ministro de Defensa colombiano por cobrar de un 'narco' debilita más a Samper

PILAR LOZANO , Bogotá
El escándalo del maridaje entre política y narcotráfico resurge en Colombia. El ministro de Defensa, Guillermo Alberto González, dimitió ayer, tres días después de saberse que un narcotraficante contribuyó con un sustancioso cheque a su campaña al Senado en 1989. Desde su toma de posesión, hace dos meses, comenzó a hablarse de su relación con Justo Pastor Perafán, hoy el narco más perseguido del país. El ministro no lo negó. Admitió que tuvo con Perafán una «relación social» y que ayudó a un hijo del delincuente en Suiza, cuando él era embajador ante la ONU. La renuncia aprieta la soga en el cuello del Gobierno de Ernesto Samper, permanentemente salpicado por narcoescándalos.

Estados Unidos y la cúpula militar dejaron desde el principio en claro que no les convencía el nombramiento de González. El embajador estadounidense, Myles Frechete, dijo que se negaba a creer que el Gobierno pudiera dar el papayazo de nombrar un ministro de Defensa tan cuestionable. Los altos mandos militares comentaron que hubieran preferido un ministro «libre de sospecha».

Tras una relativa calma, el escándalo volvió a revivir con mayor fuerza el pasado viernes cuando se conoció la existencia del cheque. De inmediato, el ministro dio la cara. No negó su existencia, pero dejó claro que en 1989 Perafán era conocido como un empresario importante, no como un narcotraficante. El presidente Ernesto Samper salió de inmediato a darle su respaldo. La reacción del alto mando militar fue diferente. El comandante general de las fuerzas militares, general Harold Bedoya, prefirió callar cuando los periodistas le preguntaron: «¿Cree usted en el ministro?».

El opositor Partido Conservador se fue lanza en ristre contra González. «Es difícil que un ministro a quien le corresponde la captura de Perafán pueda continuar en el cargo», afirmó Fabio Valencia, presidente de esa fuerza política. A pesar de estos ataques, el ministro sostuvo que no renunciaría.

Ayer, sorprendentemente, las cosas cambiaron: dimitió y el presidente lo aceptó. ¿Qué le hizo cambiar de opinión?, le preguntaron en la radio al ministro saliente. Y él aseguró que dos reflexiones hechas con el presidente Samper lo llevaron a optar por la renuncia: la principal es que Colombia debe preservar la credibilidad a nivel internacional. «Siempre he tenido la convicción de que se debe anteponer las consideraciones de Estado a los puntos de tipo personal».

La renuncia de González fue aplaudida incluso por miembros del partido de gobierno, el Liberal. El senador Luis Guillermo Giraldo aseguró que Samper debió prever las cosas y ahorrarse el traumatismo. «Si el ministro renunció por tres millones de pesos, el presidente debe renunciar seis mil veces porque a su campaña ingresaron 6.000 millones de pesos».

Justo Pastor Perafán fue conocido durante años como un rico empresario y se codeó con lo más alto de la sociedad. El Congreso le condecoró con la medalla del Mérito Industrial. Hoy, en mensajes por radio y televisión, se ofrece recompensa para quienes den pista sobre su paradero.

La renuncia del ministro de Defensa -quien al tomar posesión aseguró que su prioridad sería trabajar por los derechos humanos- revivió el narcoescándalo que salpica al presidente Samper, a varios de sus ministros y a varios congresistas. El ex ministro de Defensa Fernando Botero continúa en prisión; el actual ministro de Gobierno, Horacio Serpa, sigue investigado por la justicia.

Varios dirigentes políticos aprovecharon ayer para pedirle a Serpa -que se perfila como el más firme aspirante a la presidencia- que siga el ejemplo de su colega de Defensa y se vaya. Las cosas podrían complicarse aún más en los próximos días. Los jefes del cartel de Cali, hoy en prisión, decidieron cambiar de política y confesar detalles sobre cómo financiaron campañas a varios congresistas, lo que puede elevar la tensión de forma insospechada.

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