El Ejército mexicano detiene a cuatro combatientes de un nuevo grupo guerrillero en Guerrero
MAITE RICO,
México
Cuatro jóvenes de Yerbasantita, poblado de la agreste región de Coyuca de Benítez, en el sureño Estado mexicano de Guerrero, fueron detenidos el lunes por fuerzas del Ejército bajo la acusación de pertenecer al llamado Ejército Popular Revolucionario (EPR). Este peculiar grupo guerrillero hizo su aparición en el lugar de Aguas Blancas el pasado 28 de junio. Desde entonces ha mantenido al país en una espesa incertidumbre.
![]() durante su presentación, el 28 de junio. (Ap) |
El EPR había decidido «cambiar las herramientas de trabajo por los fusiles libertarios» para derrocar «al gran capital». El lenguaje de manual y los uniformes planchados despertaron suspicacias. Y más tratándose de Guerrero, territorio cruzado por las plantaciones de droga (es el primer productor de amapola del país), los cacicazgos, los problemas de tierra, los asesinatos políticos y los ajustes de cuentas entre narcos.
Todos los partidos se desmarcaron del nuevo grupo y lo consideraron parte de una estrategia de desestabilización. ¿De qué sector? Las hipótesis iban desde las camarillas más reaccionarias del oficialismo, contrarias a la reforma democrática, hasta que fuera un brazo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la guerrilla surgida en el vecino Estado de Chiapas.
Una cosa quedaba clara: los organizadores del homenaje (la OCSS y un grupo llamado Movimiento de Liberación Nacional, nacido a iniciativa del EZLN), facilitaron la llegada y la salida de los armados. El subcomandante Marcos, líder zapatista, que trata ahora de abrirse espacios políticos, se apresuró a desligarse de sus «homólogos».
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Tras la detención de los jóvenes, miembros activos de la OCSS, los soldados encontraron un zulo en el que había propaganda del Procup y el manifiesto del EPR. Los focos no acaban ahí. El Ejército descubrió la pasada noche en la sierra entre Veracruz e Hidalgo importantes arsenales de armas largas. El Gobierno hidalguense habla de narcos, mientras el obispo señala a grupos armados camuflados en supuestas organizaciones indigenistas. Los mismos elementos. El mismo laberinto.