Martes 4 julio 2000 - Nº 1523 |
INTERNACIONAL
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El conservador
Fox consigue el cambio en México
Un proceso electoral limpio posibilita la alternancia tras 71 años de Gobiernos del PRI
JUAN JESÚS AZNÁREZ, México
La alta participación, un 64% del electorado, y las deserciones observadas en el voto corporativo priísta, las fugas causadas por el hartazgo, la corrupción y las promesas sociales incumplidas explican la abultada derrota del partido en el poder más longevo del planeta, título que queda ahora en manos del Colorado de Paraguay, con 53 años ininterrumpidos en el poder. Vicente Fox Quesada, que fue más años empresario que político, ganó las presidenciales del domingo, con un 42,72% de los casi 38 millones de votos emitidos, venciendo al candidato oficialista, Francisco Labastida, un veterano burócrata del partido, que sumó el 35,77%, con el 93% de los votos escrutados por los conteos oficiales rápidos. Cuauhtémoc Cárdenas, contendiente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, cuyo alzamiento en 1988 contra el monopolio priísta fue histórico, sumó el 16,52% de los sufragios. Los otros dos candidatos presidenciales, Manuel Camacho Solís y Gilberto Rincón, fueron barridos, apenas sumaron el 0,56% de los votos el primero y 1,65% el segundo. "Llegó a su fin la prepotencia del régimen", aplaudió Camacho Solís. México afronta un difícil tránsito hacia su consolidación democrática, y arrecian las voces que para conseguirla con éxito invocan la necesidad de resucitar el espíritu de los pactos de La Moncloa, la conciliación que facilitó la transición española tras la dictadura del general Francisco Franco. Primera minoría En las elecciones generales, el resultado fue también favorable para la Alianza por el Cambio (la coalición que agrupa al PAN y al Partido Verde Ecologista), aunque no consiguió la mayoría. De acuerdo con los resultados provisionales, en la Cámara de diputados, la coalición conservadora obtiene 235 escaños, con lo que se convierte en la primera minoría; el PRI logró 200, y la Alianza por México (que agrupa al PRD, el Partido del Trabajo y otros), 65. El movimiento de centro-izquierda que lidera Cárdenas triunfó en la capital federal y volvió a ganar la alcaldía de Ciudad de México, el segundo cargo político en importancia del país. En cuanto al Senado, a falta de que se distribuyan los escaños, la Alianza para el Cambio logró el 38,42% de los votos; el PRI, el 36,54%, y el PRD, el 18,60%. El triunfador de las elecciones más trascendentales y limpias en casi un siglo prometió agrupar, incluir en su Gabinete, a hombres de la oposición sin tacha, a mexicanos del PRI o del PRD, sin un pasado corrupto o manchado por los vicios acumulados por el oficialismo. "Hay muchos priístas honrados", dijo Fox en sus primeras declaraciones. "Habrá en México un Gobierno de transición plural e incluyente, voy a trabajar con todos, con todos los gobernadores y alcaldes, independientemente de su filiación partidista". Fox, que acomete una responsabilidad gigantesca, deberá gobernar con todos, porque el México democrático va a ser plural, y es insensato tratar de administrar este inmenso y complejo país, de cien millones de habitantes, sin la colaboración del partido que ha sido su dueño con una miríada de organizaciones y resortes. Inmediatamente después de consolidarse la tendencia del escrutinio, el presidente mexicano, Ernesto Zedillo, compareció en radio y televisión para reconocer la victoria de Fox y la derrota de su partido, y evitar así cualquier movimiento de resistencia a la histórica alternancia, una de las transiciones contemporáneas más sonadas. "He ofrecido al licenciado Fox que me ocuparé personalmente de que se realice una entrega transparente, pulcra y eficaz de la presente a la próxima Administración". "Estoy seguro de que el PRI", agregó, "en el papel que hoy le ha conferido la voluntad popular, seguirá contribuyendo a la estabilidad y el progreso de nuestro país". No fueron gratuitas, ni protocolarias, las palabras pronunciadas por el jefe del Gobierno, al filo de la medianoche, porque los mexicanos del cambio temían maniobras reaccionarias, resistencias de última hora, sabotajes en el sistema de cómputos. Advertían contra posibles boicoteos a cargo de las fuerzas ocultas de la vieja guardia del partido que fue régimen y que en las presidenciales de 1988, cuando el escrutinio favorecía al candidato de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas, según las denuncias, dispuso la caída del sistema, el bloqueo en la contabilidad de votos. Ganó Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), pero su triunfo levantó un clamor de protestas nacionales e internacionales. "Convoco a todos los mexicanos a que, independientemente de su filiación política, y sin menoscabo de sus convicciones, contribuyan a que el Gobierno federal que iniciará su mandato el próximo primero de diciembre tenga las mejores condiciones para servir a México". También Cárdenas y Labastida reconocieron el triunfo de Fox con prontitud y quedaron conjurados los peligros mencionados de vísperas, la posibilidad de que alguno de los contendientes negara su derrota y llamara a tomar las calles. La victoria del candidato conservador fue tan clara que cualquier protesta, o impugnación, estaba condenada al fracaso. Acompañado de su esposa, María Teresa Uriarte, Labastida dio un paso al frente. "La ciudadanía tomó una decisión que todos debemos respetar, y yo pondré el ejemplo". También Cardenas, acérrimo detractor de Fox en campaña, a quien llamó embustero, traidor y reaccionario, aceptó los resultados. "No arriamos las banderas, seguiremos luchando". Vicente Fox, que acudió a la plaza del Ángel de la Independencia a sumarse al júbilo de los suyos, abogó en todas sus intervenciones públicas por una transición tolerante, sin rencores ni revanchismos, y agradeció la rápida aparición pública de Zedillo. "Actuó y se mostró como un hombre de Estado", dijo Fox, "un hombre que supo entender los signos de los tiempos y facilitó la transición democrática". "Los ojos del mundo están puestos en México. Con esta decisión, los mexicanos mandamos una señal clara a todo el mundo: queremos ser contemporáneos a todas las naciones democráticas", añadió el presidente electo. Las elecciones más limpias A pesar de las denuncias sobre compra y coacción del voto efectuadas en campaña, las elecciones del domingo fueron las más limpias, democráticas y equitativas de la historia de México. "Han sido ejemplares por donde quiera que se las vea", resumió un sonriente José Woldenberg, presidente del Instituto Federal Electoral (IFE). De los 3.009 incidentes denunciados, se resolvieron 2.921, según un organismo cuya puesta a punto costó mil millones de dólares (180.000 millones de pesetas) en seis años. Los resultados electorales demostraron que el voto corporativo entró en crisis, y que incluso muchos campesino pobres y supuestamente ignorantes políticamente abandonaron el PRI para sumarse a la alternancia. "Vivimos tres años de cuestionamientos, presiones, dudas...",
comentó el consejero del IFE Emilio Zebadúa. Ningún
candidato puso en duda la fiabilidad del organismo que el domingo dio el
banderazo de salida a la transición mexicana.
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