El Salvador adopta el dólar como moneda nacional
para intentar salvar su economía
La oposición del Frente Farabundo Martí critica la
medida como un sometimiento a EE UU
JUAN JESÚS AZNÁREZ, México
Las economías latinoamericanas más agobiadas o dependientes
de Estados Unidos transitan hacia su dolarización, o analizan la
posibilidad de hacerlo, y ayer El Salvador asumió como propio el
dólar después de que lo hubieran hecho Panamá, Argentina,
y Ecuador. Guatemala decretará su libre circulación en mayo.
"Good Morning!", ironizó ayer en portada el diario Hoy
en referencia a la progresiva retirada del colón, la moneda salvadoreña,
de bancos y cajeros y su sustitución por el billete con la imagen
de George Washington. En seis meses, el dólar habrá sustituido
al colón.
Empleados de un banco cargan de dólares
un cajero, el lunes, en San Salvador (AP).
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Panamá, en 1904, Argentina, en 1991, con paridad fija entre el peso
y el dólar, y Ecuador, en 1999, precedieron a la decisión
tomada en El Salvador por el Gobierno de Francisco Flores, de la conservadora
Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
La población del pequeño país centroamericano,
de 5,9 millones de habitantes, afronta las incomodidades y ajustes propios
de una medida que, contrariamente a Argentina, donde el peso y el dólar
conviven legalmente, pretende dolarizar totalmente todas las transacciones
económicas, bancarias y comerciales en el plazo de seis meses. Ése
es también el camino tomado por Ecuador para detener su hiperinflación
y abrupta devaluación del sucre.
Poco a poco serán superados en El Salvador equívocos como
los registrados entre el cobrador y un pasajero de un autobús público
a propósito de la presentación de una moneda fraccionaria
de dólar. "¿No tenés de las de aquí?", reclama
aquél. "No", ¿Y ésta de a cómo es? "De veinticinco
centavos". El cobrador la escruta, y finalmente la rechaza por sospechosa:
"Aquí dice quarter, así que dame 70 centavos de colón".
"¡Qué devergue!", brama el otro. Buena parte de los taxistas
y comercios trabajaron ayer calculadora en mano, adaptando carreras y ventas
a la conversión del dólar, que quedó fijada en 8,75
colones por unidad.
La confusión de los primeros días bien merece la pena,
de acuerdo con el criterio gubernamental, puesto que, de entrada, la histórica
transformación financiera, avalada por la banca y la gran empresa,
ha conseguido reducir en más de tres puntos los tipos de interés
de los préstamos hipotecarios: del 15% al 11,9%, y probablemente
impedirá galopadas inflacionistas.
Una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) vigilará
la aplicación de un plan que, determinado en buena parte por la
entrada en el país de los 1.300 millones de dólares anuales
aportados por el más de un millón de inmigrantes salvadoreños
en Estados Unidos, persigue estimular el crecimiento económico,
desde el 2,5% conseguido en 2000, un punto menos que en 1999, a un 4,5%
en 2001.
Otra de las metas del nuevo esquema, que afectará los intercambios
en el seno del nuevo Tratado de Libre Comercio firmado por México,
Guatemala, El Salvador y Honduras, que entrará en vigor dentro de
varias semanas, es atraer inversiones extranjeras hacia una nación
que dispone de unas reservas de 2.000 millones de dólares. La masa
monetaria circulante en el país requirió un desembolso inicial
de 730 millones de dólares, entre billetes y monedas, para que cada
colón esté respaldado por un dólar.
La dolarización no ha sido bien recibida en amplios sectores
de la población, y de la oposición de izquierdas, del ex
guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional
(FMLN), que la considera el preludio del sometimiento nacional a las directrices
de la Reserva Federal estadounidense: una recesión económica
del poderoso vecino puede traducirse en una recesión en El Salvador,
y una depresión económica en este país causar una
fuga de los dólares hacia economías más estables.
Con la dolarización, estima el Colegio de Profesionales de Ciencias
Económicas, la salud de la economía salvadoreña, o
de aquellas que sigan su ejemplo, dependerá de la obtención
de más dólares, en concepto de exportaciones y remesas de
emigrantes, para compensar la salida de dólares por importaciones.
"En la actualidad, el valor en dólares de las importaciones es muy
superior al de las exportaciones y una parte muy importante de las importaciones
se está financiando con las remesas familiares del exterior". El
dinero enviado a sus familiares por los salvadoreños tiende al estancamiento,
cuando no a la progresiva disminución, según el colegio de
economistas.
"¿Le pago en dólares o en colones?", pregunta un ciudadano
a una cajera. "Mejor en colones porque todavía no entiendo nada
de dólares", responde ésta. Un sondeo del Instituto de Opinión
Pública de la Universidad Centroamericana constató que el
47% de la muestra objeta la Ley de Integración Monetaria que franqueó
el paso a la dolarización, aprobada en noviembre por el Congreso,
otro 35% la apoya y una mayoría teme que sólo "beneficiará
a los ricos".
Hoteles, restaurantes, gasolineras y comercios cuentan ya con rótulos
que informan de los precios en las dos monedas de curso legal, y los cajeros
automáticos sólo entregan dólares. "El dólar
está con nosotros y llegó para quedarse", declaró
Juan José Daboud, secretario técnico de la presidencia, artífice
de la ley de dolarización.
Ecuador, banco de pruebas
MARCIA CEVALLOS, Quito
La dolarización ha puesto a Ecuador con los pies en la tierra,
pero ha dejado al descubierto una economía pequeña, pobre
e ineficiente. Para la clase media, en vías de extinción,
el dólar es un bien escaso. Un trabajador privado recibe un salario
de 97 dólares mensuales —unas 17.000 pesetas—. Pero una familia
media de cinco miembros necesita 253 dólares para cubrir sus necesidades
básicas —más de 44.000 pesetas—, según el Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos.
Tras la dolarización, decidida en febrero pasado, los jubilados
han sido uno de los sectores más afectados. Las pensiones más
bajas se situaron en 18 dólares al mes —unas 3.000 pesetas— y en
40 —más de 7.000 pesetas— para quienes han tenido una función
de responsabilidad en la Administración pública.
En los mercados los precios se fijan todavía en sucres, la antigua
moneda, aunque las transacciones se hacen finalmente en dólares.
En las comunidades indígenas, el dólar es aún un bien
exótico. En muchas zonas rurales, con ingresos de supervivencia,
circulan sucres sin respaldo alguno. La dolarización ha creado algunas
dificultades prácticas. Entre ellas, la falta de moneda en circulación.
Para resolver este problema, el Gobierno decidió acuñar unas
monedas que representan el 3% del total de la reserva monetaria. Unas monedas
que carecen de nombre, que imitan a las estadounidenses, y que circulan
a la par de éstas.
La dolarización ha sacado a la luz problemas de la economía
ecuatoriana que estaban ocultos por la capacidad que tenían los
Gobiernos de emitir dinero sin respaldo, que provocó en enero de
2000, antes de la dolarización, una devaluación del 200%.
Pese a todo, el año cerró con una inflación de 91%
anual, la más alta de la zona, y el ajuste de precios no ha terminado.
La semana pasada, el Gobierno anunció el incremento del precio
de la bombona de gas de uso doméstico en un 100% y de las tarifas
del transporte público en un 75%. Decisiones que anuncian ya grandes
movilizaciones sindicales y campesinas de protesta. Ecuador cuenta desde
ayer con un nuevo ministro de Economía, el tercero en un año. |