Chávez convoca un referéndum constituyente como primer paso de su revolución bolivariana
El nuevo presidente de Venezuela jura su cargo "sobre una Constitución moribunda"
JUAN JESÚS AZNÁREZ / ENVIADO ESPECIAL,
Caracas
La revolución bolivariana prometida en Venezuela por el ex teniente coronel golpista Hugo Chávez, la anunciada construcción de la V República, arrancó ayer durante su investidura como presidente. El comandante de paracaidistas sublevado el 4 de febrero de 1992 contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez llamó a celebrar un referéndum constituyente entre los 30 y 90 días próximos, y se anticipó así al Congreso, que preparaba la convocatoria de una Asamblea Constituyente en términos diferentes a los propuestos por el Ejecutivo.
su antecesor Rafael Caldera (centro) (Reuters). |
Don Felipe de Borbón, Fidel Castro, presidentes, jefes de Gobierno, ministros y delegados de 61 países, y las dos Cámaras en pleno, asistieron a una histórica transmisión de mando, que su principal protagonista calificó como el nacimiento de una "nueva existencia nacional".
Cientos de fieles, con boinas rojas y pancartas que pedían justicia social, vitorearon al líder. "Venezuela es un ejemplo para el continente y para el mundo de lo que no debe ocurrir nunca jamás. Nunca jamás. Aquí se cumplió cabalmente la teoría de las catástrofes, una sucesión de crisis no reguladas que han acabado en catástrofe", subrayó en el discurso de aceptación del cargo.
El 80% de los venezolanos sufre pobreza, casi el 50% de los niños no acaban la escuela primaria o secundaria, un millón de ellos sobrevive con lo puesto, el paro, abierto o encubierto, ronda otro 50%, y la desnutrición hace estragos en una nación que figura como primera reserva mundial de petróleo y disfruta de una naturaleza feraz.
Dispuesto a morir
"Estamos al borde del sepulcro, estamos en una especie de fosa humana (...). Por decir la verdad murió Cristo. Y si por decir la verdad tiene que morir uno más, pues aquí está uno a la orden", se ofreció el nuevo presidente.
El gesto adusto del presidente saliente, Rafael Caldera, de 83 años, durante el solemne juramento de investidura pareció confirmar el advenimiento de tiempos de cambios, y también de crispación. "¿Jura ante Dios y ante la patria cumplir fielmente los derechos inherentes al cargo de presidente constitucional y cumplir y hacer cumplir la Constitución?", le preguntó el nuevo presidente del Congreso, Luis Dávila, coronel en retiro, compañero de Chávez en la intentona golpista de hace siete años. "Juro ante Dios, ante la patria, y ante mi pueblo, sobre esta Constitución moribunda, que haré cumplir con honradez las transformaciones democráticas necesarias para que la república nueva tenga una Carta Magna adecuada. Lo juro". No hubo abrazos con Caldera, ni siquiera un apretón de manos, y comenzó su discurso, sin papeles a la vista, que duró casi dos horas.
De acuerdo con el presidente que más expectativas ha creado en la reciente historia nacional, algunas muy difíciles de cumplir, los males de Venezuela provienen de un profunda crisis moral, económica y social que viene desde los años setenta, y cuyas principales responsabilidades atribuyó a las administraciones de los partidos tradicionales. "La rebelión de 1992 era inevitable, como lo es la erupción de los volcanes".
Militares que secundaron aquel cuartelazo asistieron también a la ceremonia. "No queremos más rebeliones", agregó, no sin precisar antes que, de no atenderse las ansias de justicia exigidas por los más castigados, son previsibles males mayores. "Tenemos que darle cauce a un movimiento que hoy corre por toda Venezuela, el mismo pueblo que ahora clama en las afueras del Capitolio. Eso no tiene otro nombre que la revolución. Nosotros le daremos cauce pacífico y democrático. Si los dirigentes de hoy no podemos dárselo, esa fuerza desatada se desbordará".
Hugo Chávez Frías, casado y con cinco hijos, insistió mucho el abandono de la infancia y en su compromiso con la puesta e marcha de una Asamblea Constituyente que redactará el nuevo texto fundamental de Venezuela, en el que se incluirá la posibilidad de reelegir al presidente. "Prefiero la muerte antes que la traición a la revolución política (...) gobernaré uno o diez años", advirtió.
Una de las analizadas por los asesores del nuevo jefe de Gobierno, sabiendo que la respuesta será no , es interrogar a los venezolanos acerca de si la constituyente debe aceptar a ex presidentes, desnostados por el Movimiento Quinta República (MVR) como causantes de las calamidades que trata de remediar. Carlos Andrés Pérez, interesado en integrar la instancia encargada de redactar la nueva Constitución, quedaría excluido. Y si el Congreso es disuelto, o relegado a tareas administrativas, otros notables sufrirían las consecuencias.
"Buscar consensos con los que se oponen a los cambios necesarios, como dijo Bolívar, sería una traición", dijo Chávez.
El comandante ex golpista se enfrenta al caos económico
J.J. A
, Caracas
Las atribuciones especiales pedidas al Congreso por el presidente Hugo Chávez, la Ley Habilitante, permitirán a la Administración entrante establecer medidas contra el delito bancario y acometer una reforma que pretende reducir a la mitad el déficit fiscal, 9.000 millones de dólares (1,3 billones de pesetas), durante este ejercicio. Al menos, esas son las voluntaristas intenciones del gobernante.
Se trata de ampliar la base tributaria, con penas de cárcel para los evasores, y conseguir de los organismos internacionales una refinanciación de la deuda externa, cuya servidumbre se lleva el 30% del presupuesto anual.
El comandante Chávez hereda una Venezuela que no ha podido revertir el progresivo empobrecimiento de su clase media y que padece la inflación más alta de América Latina, en torno al 30%. Los dos primeros años de gobierno de Rafael Caldera estuvieron repletos de indefiniciones, empapados de populismo, de temor a la apertura económica, y abundantes palos de ciego en la conducción política y financiera.
El gobernante saliente, sobre cuya probidad, dedicación y buena voluntad apenas existen dudas, parece haber gobernado sorteando obstáculos sobre la marcha, sin consolidar una estrategia. Estableció el control de cambios y de precios, suspendió la aprobación del IVA, y encajó al comienzo de su mandato una crisis que vapuleó el sistema bancario nacional.
Declive petrolero
La Hacienda Pública perdió 7.000 millones de dólares, parte de ellos esquilmados por ejecutivos fugados, por venezolanos enrolados en las sucesivas generaciones de compatriotas que en los años del auge o del declive petrolero, igual les daba, establecieron domicilio, cuentas bancarias y botín, en el extranjero.
Este pozo petrolero de 23 millones de habitantes pareció enderezarse en 1997, año en que la economía creció cinco puntos después de aceptar a regañadientes la apertura económica y la privatización de empresas estatales, y de establecer las bases de reformas estructurales ambiciosas. Cayó de nuevo durante el pasado ejercicio porque el crudo se abarató mucho en los mercados mundiales, y sobrevinieron turbulencias financieras internacionales. Ese abaratamiento del petróleo redujo en aproximadamente 10.000 millones de dólares los ingresos fiscales anuales.
Sin recursos suficientes, difícil acceso al crédito, insuficiente inversión, y la moneda nacional sobrevaluada, quedó nuevamente postergado el desarrollo. La masiva plantilla de empleados públicos, más propia de un país de 300 millones de habitantes, pesa como una losa sobre los presupuestos y el chabolismo prospera en los cerros de Caracas.
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