El País Digital
Domingo 
24 octubre 
1999 - Nº 1269
 
 
 
 
 
INTERNACIONAL
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El peronismo, en el diván 

El Partido Justicialista acude a las elecciones de hoy en plena crisis de identidad tras 10 años de menemismo 

FRANCESC RELEA , Buenos Aires 
Viandantes junto a carteles electorales del 
candidato de la oposición, De la Rua (Reuters).
Los argentinos acuden hoy a las urnas en unas elecciones de las que saldrá el nuevo presidente de la nación de los próximos cuatro años. Se cierra un ciclo de una década, que ha dado en llamarse menemismo, durante el cual Carlos Menem transformó el país en sus ámbitos político, económico y social. Despertó grandes ilusiones, que poco a poco fueron diluyéndose hasta desembocar en el aburrimiento y la apatía que han caracterizado la campaña electoral. La transformación de Menem ha alcanzado a su propio movimiento político, el más genuinamente argentino -el peronismo-, cuyos seguidores más fieles se sienten hoy traicionados.
 
 

No hay que confundir el peronismo con el Partido Justicialista (PJ) que llega a estas elecciones. El PJ actual tiene poco que ver con sus orígenes de fuerza política que expresa "la identidad nacional basada en los humildes y los pobres", según la definición de Julio Bárbaro, peronista convencido, ex diputado del Partido Justicialista y ex secretario de Cultura. El peronismo es un sentimiento. Es el movimiento de los trabajadores y la gente humilde que vio en Perón, y sobre todo en Evita, el símbolo de la justicia social.
 
 

"Los peronistas lo llevan en el corazón. Juan Domingo Perón decía que el PJ es un instrumento del peronismo para ganar elecciones y acceder al poder. En distintas ocasiones, el peronismo se valió de otros partidos, y peronistas auténticos no fueron partidarios del PJ porque estaba en manos de retrógrados", según palabras de Domingo Cavallo, ministro independiente en los primeros años de Carlos Menem y buen conocedor de secretos del PJ. Hoy es candidato a la presidencia por un nuevo partido, Acción por la República.
 
 

"Para el peronismo, el menemismo es un ataque a su identidad. Después de Menem nos hemos quedado con el eje de nuestra política -los trabajadores- muy débil. Nos queda la marginalidad", señala Bárbaro. "El movimiento sindical está marcado por la decadencia. No expresa ninguna rebeldía. Los sindicalistas que llevan 30 años en sus cargos se han convertido en empresarios".
 
 

Luis Sthulman, sociólogo, militante radical y asesor de Fernando de la Rúa, el candidato de la Alianza, estima que el movimiento obrero argentino ha cambiado radicalmente -"si casi no quedan obreros"-. "Las reestructuraciones y las privatizaciones han eliminado a unos 200.000 trabajadores de la Unión Obrera Metalúrgica, que antaño fue la columna vertebral del movimiento sindical. Ahora hay esencialmente trabajadores de servicios, de cuello blanco. Los sindicatos con mayor número de afiliados son los de maestros, empleados públicos. Es otro tipo de lucha". Los sindicatos han perdido peso y su papel se ha transformado profundamente, porque "el problema de mucha gente es que no tiene trabajo y está sin cobertura social de ningún tipo".
 
 

Sthulman recuerda que en el acto central de la campaña de Eduardo Duhalde, candidato del Partido Justicialista, en el estadio de River Plate, apenas había representación de los sindicatos. "En su lugar estaban las agrupaciones de barrio de las zonas más pobres del Gran Buenos Aires, organizadas en torno a las llamadas manzaneras". Las manzaneras son las encargadas de distribuir cada mañana por manzanas leche fresca y huevos a la población más extremadamente pobre del Gran Buenos Aires. Es el plan social del gobernador Duhalde, que cubre aproximadamente a un millón de personas. "Las manzaneras son una herramienta del clientelismo político, porque quienes reciben la ayuda tienen que acudir después al acto electoral correspondiente", puntualiza Sthulman.
 
 

Duhalde ha dicho en más de una ocasión que las encuestas no pueden medir al peronismo "porque es un sentimiento". "Más o menos como Boca Juniors", añade, irónico, Sthulman. Hay mucha gente que se considera peronista y no milita en el PJ, que está en otros partidos o simplemente votará por otro candidato distinto de Duhalde. El 11% de los que van a votar a Fernando de la Rúa se confiesa peronista, según una encuesta que manejan los radicales.
 
 

En estas elecciones está en juego algo más que la presidencia. Son también una prueba para el PJ y el radicalismo. ¿Cuál será el futuro de ambos partidos? Los propios asesores de los candidatos coinciden en que ninguno de los dos saldrá airoso de la contienda. En el radicalismo, no todos apuestan por un futuro de la Alianza sin sobresaltos, ya que los sectores más conservadores ven excesivo izquierdismo en el Frente del País Solidario (Frepaso). De la Rúa es presidente de la Unión Cívica Radical (UCR), pero la sombra de Raúl Alfonsín aún planea sobre el partido. La UCR, como tal, sólo ha ganado en tres elecciones provinciales.
 
 

En el PJ, si Duhalde cae derrotado, está garantizada una dura pelea interna por un nuevo liderazgo, en la que nombres como el ex corredor de fórmula 1 Carlos Reutemann (gobernador de Santa Fe), José Manuel de la Sota (gobernador de Córdoba) y, cómo no, Carlos Menem (ya trabaja para su vuelta en el 2003) serán protagonistas destacados. El futuro político de Duhalde es una incógnita. Derrotado de antemano por los sondeos, sólo evitará una retirada forzosa si el candidato del PJ vence en la provincia de Buenos Aires, feudo teórico del duhaldismo.
 
 

Cavallo, antiguo aliado de Menem, considera que éste dilapidó el apoyo popular que consiguió después de su primer mandato. "El Menem que ganó con el 51% de los votos fue reelegido en 1995, en pleno efecto tequila. En los últimos cuatro años defraudó a los argentinos porque no quiso profundizar el cambio. Creo que los peronistas no lo ven como símbolo de la justicia social ni del peronismo. Y en esto se equivoca Menem. Cree que va a quedar como símbolo del peronismo y sólo va a quedar como símbolo del menemismo. Es decir, eficaz en el primer mandato, frívolo y responsable de la impunidad y la injusticia en el segundo". 

La maldición de Buenos Aires

CARLOS ARES , Buenos Aires 
En 1987, cuando el peronista Antonio Cafiero quebró la racha radical iniciada con la victoria de Raúl Alfonsín en 1983 y recuperó para su partido la gobernación de la provincia de Buenos Aires, se sintió tan invencible que se comparó con Diego Maradona. En una entrevista con EL PAÍS, hablando de sus ambiciones y de la posible postulación como candidato a la presidencia, Cafiero, eufórico, contestó : "Es como si usted le preguntara a Maradona, después de regatear a cuatro ingleses durante la Copa del Mundo en México y está solo frente a la portería si va a convertir el gol o no".
 
 

Pues no. Cafiero falló el remate final. El gobernador no podía concebir por entonces que Carlos Menem, un anacrónico y marginal caudillo de la modesta provincia de La Rioja, en el noroeste del país, se le arrojaría a los pies desde atrás y le arrebataría en las internas del partido el sueño de ser Maradona.
 
 

Sobre Cafiero pesaba la llamada "maldición" de Buenos Aires. Un maleficio histórico que ahora parece afectar también a la candidatura de Eduardo Duhalde. La profecía dice que nunca un gobernador de la provincia de Buenos Aires llegó a ser presidente. Diez años más tarde, en otra entrevista, Duhalde dijo, confiado: "Yo voy a ser el primero".
 
 

El licenciado en Ciencias Políticas y destacado analista Osvaldo Pepe recuerda que "hay una excepción perdida en el fondo de la historia. Bartolomé Mitre fue presidente después de ser gobernador. Pero eran tiempos de guerra interna, cuando se terminó el conflicto entre la Confederación y Buenos Aires. Es decir que se trataba de una transición histórica y de un caso de vencedor de guerra". Pepe advierte además que "la estructura socioeconómica del bonaerense fue tradicionalmente peronista, y votó en consecuencia. Pero con el retorno de la democracia en 1983, ese voto comenzó a cambiar".
 
 

"El primero y segundo cordón del conurbano, es decir los municipios más cercanos a la capital federal, ya votan casi en sintonía con los porteños. En este caso a favor de la Alianza y en contra del peronismo-menemismo. Esto se debe al fenómeno que los sociólogos llaman urbanización del voto. Y esto se pudo verificar en todas las elecciones a partir de 1983, menos cuando vino la marea menemista en 1989 y 1995. El voto peronista se mantiene fiel a partir del tercer cordón, el más pobre y alejado". 

501 kilómetros para no votar

ITZIAR BADÍA , Buenos Aires 
Se hacen llamar "los 501" y, aunque algunos los han apodado los "jóvenes de Levi's" (como símbolo de chicos bien), ellos prefieren ignorar las críticas. No son más de 300, pero en las últimas semanas han sido foco de atención y polémica en los principales medios de comunicación de Argentina. Su lema es "llevar la democracia más allá del voto cada cuatro años", y para ello han decidido no acudir hoy a las urnas.
 
 

La ley electoral argentina establece el voto obligatorio, pero tiene excepciones. Una de ellas es encontrarse fuera del país o a más de 500 kilómetros de su domicilio. Por esta razón, un grupo de jóvenes de Buenos Aires ha viajado este fin de semana hasta la localidad bonaerense de Sierra de la Ventana, a 560 kilómetros de la capital, para eludir la obligación del voto.
 
 

El grupo está integrado mayoritariamente por universitarios de clase media, aunque también se han sumado desencantados de otras generaciones. Se comunican por Internet, se organizan en asambleas y han creado distintas comisiones, entre ellas, la que ha reclutado a los "viajeros del no-voto colectivo". "Nosotros no vemos alternativas en estas elecciones y creemos que las cosas no sólo se resuelven en las urnas. Creemos que hay que repensar el tipo de democracia que queremos. Estos candidatos no nos representan", dice su portavoz.
 
 

Un 22,5% no votará
 
 

Alrededor de cinco millones de personas no votarán, según las encuestas, lo que representa un 22,5% del censo electoral. Este grueso incluye a los que van a votar en blanco y a los que no piensan acudir a las urnas.
 
 

El manifiesto de los 501, titulado Carta a los no votantes, dice que eligieron esta forma de protesta porque "está dentro de la legalidad" y nadie podrá acusarlos de estar quebrando el sistema. "Nosotros peleamos con sus mismas armas", añaden.
 
 

"Estos chicos no saben lo que ha sido luchar por conseguir esta democracia", argumentan sus opositores. "Despreciar el voto es un insulto a la memoria de aquellos que han dado lo mejor de sí por un sistema que respeta todas las posiciones", escribió Miguel Ángel Toma, actual secretario de Interior y primer candidato a diputado nacional justicialista por la ciudad de Buenos Aires, en una Carta abierta al grupo 501, publicada en La Nación.
 
 

Pero ellos se defienden: "Estamos seguros de que aquellos que perdieron la vida durante la dictadura no estarían conformes con esta democracia que tenemos. Ellos lucharon por una verdadera transformación social, no por este sistema".
 
 

El grupo tiene apenas dos meses de vida y no tiene una posición política definida. Rechazan la ortodoxia de los partidos de izquierda y quieren salir de la militancia estudiantil bajo el ala de los partidos, pero tampoco se atreven a denominarse anarquistas. Por ahora se concentran en el viaje, y ya se verá si todo queda en una consigna efectista. 
 

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