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actualizada a las 11.40 GMT
El conservador Jorge Batlle, triunfador en las elecciones
presidenciales de Uruguay
La coalición de izquierda Encuentro Progresista-Frente Amplio
admite la derrota
FRANCESC RELEA, Montevideo
Jorge Batlle, el candidato del Partido Colorado que ha monopolizado
el poder en Uruguay en la mayor parte del siglo que ahora termina, ganó
las elecciones presidenciales de ayer con un 51,59% de los votos frente
al 44,07% obtenido por Tabaré Ramón Vázquez Rosas,
el candidato de la coalición de izquierda Encuentro Progresista-Frente
Amplio (EP-FA), al culminar el escrutinio de los 6.628 colegios electorales.
La victoria de Batlle es más amplia que el estrecho margen de dos
puntos que le atribuyeron las últimas encuestas preelectorales.
Seguidores del Partido Colorado y del Partido Nacional o Blanco, que
pidió el voto para Batlle, se congregaron rápidamente en
las principales ciudades del país para celebrar la victoria de su
candidato. "Ha ganado la democracia y la libertad", clamaba una dirigente
del partido vencedor. En el cuartel general del Frente Amplio, el derrotado
Vázquez habló ante sus seguidores y felicitó, entre
abucheos, al vencedor: "Esta fuerza política siempre estará
siempre dispuesta para trabajar por la mejoría de la condición
de vida de todos los uruguayos". Las primeras cifras indicaban que el candidato
del Partido Colorado triunfó en el interior del país aunque
perdió en Montevideo. La participación rondó el 90%
de los 2,4 millones de electores.
Tras la primera vuelta de los comicios, el pasado 31 de octubre, un
aire triunfalista invadió las filas del Frente Amplio al convertirse
en la fuerza política más votada. Cantaron victoria demasiado
pronto y no contaban con la agresiva contraofensiva del Partido Colorado,
que sembró el miedo en el electorado por la propuesta de Vázquez
de introducir el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF),
inexistente en Uruguay. En su recta final, la campaña abandonó
los buenos modos y dejó rienda suelta a la agresividad con todo
tipo de insultos y descalificaciones entre los dos candidatos.
Los de ayer fueron unos comicios con varios ingredientes nuevos en el
escenario político uruguayo. El primero y más relevante es
que la izquierda, agrupada en una alianza única, acariciaba el triunfo
en unas elecciones presidenciales después de ser la fuerza política
más votada de la historia de Uruguay en la primera vuelta y de encabezar
todas las encuestas hasta una semana antes de las elecciones.
También fue la primera vez que los uruguayos eligieron en segunda
vuelta, por simple mayoría de votos, al presidente entre los dos
candidatos más votados. La introducción de la segunda vuelta
o balotaje, como se la denomina en la jerga uruguaya, es producto
de la reforma constitucional votada en diciembre de 1996, a propuesta de
los dos partidos de centroderecha -el Partido Colorado y el Partido Nacional
o Blanco- ante el imparable avance electoral del Frente Amplio en las últimas
consultas. Ayer se puso a prueba la eficacia de la reforma: por primera
vez la dirección del Partido Nacional, viejo adversario de los colorados
a pesar de sus afinidades ideológicas, llamó a sus seguidores
a votar por un candidato -Jorge Batlle- que no es de su propio partido,
con el único fin de cerrar el paso a un "marxista" como Tabaré
Vázquez. Los votos de los blancos, cuyo candidato Luis Alberto
Lacalle no pasó a la segunda vuelta, han sido los más codiciados
durante la campaña electoral. Tanto Batlle como Vázquez han
recorrido el país en un desesperado esfuerzo por convencer a los
indecisos del Partido Nacional, que según las últimas encuestas
rondaban el 10%.
La necesidad de votos ajenos para alzarse con la victoria -Tabaré
obtuvo el 39,06% en la primera vuelta; Batlle, el 31,92%; el Partido Nacional,
el 21,72%, y Nuevo Espacio (socialdemócrata), el 4,44%- ha provocado
algunos cambios de lenguaje en los discursos de los dos candidatos. En
ocasiones, Vázquez se ha mostrado especialmente moderado para arañar
votos de sectores más a la derecha que el Frente Amplio.
Batlle se impone sobre
su imagen de eterno perdedor
F. R, Montevideo
El apellido Batlle es un referente en la política uruguaya.
El primer presidente del siglo XX fue José Batlle y Ordóñez,
tío-abuelo de Jorge Batlle Ibáñez, que inaugurará
el siglo XXI al frente de los destinos de la nación. Luis Batlle
Berres, presidente en 1954, era el padre del hasta ayer candidato. Fue
su quinto y último intento. Había sido candidato presidencial
por el Partido Colorado en las elecciones de 1966, 1971, 1989 y 1994. En
todas fue derrotado. A los 72 años, las últimas encuestas
le otorgaban una ligera ventaja de dos puntos. La imagen de eterno perdedor
fue su peor enemigo. El senador socialista José Korzeniak, ironizó
que el epitafio de la tumba de Batlle rezaría: "Aquí yace
el futuro presidente de Uruguay". En un programa de humor, el presentador
espetó al candidato que una nueva derrota le obligaría a
salir a la calle con peluca y gafas de sol.
Doctor en Derecho y especializado en temas económicos, domina
el inglés, francés, alemán y portugués. Es
un defensor a ultranza de las políticas económicas liberales
y también, en opinión de sus críticos, de propuestas
arriesgadas y extravagantes. En 1968 se vio envuelto en un escándalo
al ser acusado de haberse enriquecido en una devaluación del dólar
que, supuestamente, conocía con antelación. Batlle siempre
ha negado esta acusación, pero que el Frente Amplio ha sacado a
relucir durante la campaña.
En las diversas contiendas electorales en que ha intervenido ha propuesto
desde privatizar empresas públicas a imitar el sistema de Seguridad
Social chileno o vender las reservas de oro para pagar la deuda externa.
Todas ellas fueron en su día iniciativas muy controvertidas que,
según los analistas, sólo le depararon una derrota tras otra.
Pero Batlle sigue en sus trece y no renuncia a la originalidad. Como proponer
carreras de carruajes para impulsar el turismo.
Vázquez, un carisma que
despierta odios y pasiones
F. R , Montevideo
Nacido en Montevideo hace 59 años, Tabaré Ramón
Vázquez Rosas está casado y es padre de cuatro hijos, uno
de ellos adoptado. Hasta su ingreso en la política, "por circunstancias
coyunturales", sus dos grandes pasiones han sido la medicina y el fútbol.
Como especialista en oncología y radioterapia goza de gran prestigio
tanto en Uruguay como en el exterior. En Montevideo, dirige una clínica
de su propiedad. Su afición al fútbol, deporte en el que
reconoce haberse apasionado hasta el extremo de perder el control, le llevó
a la presidencia del modesto Club Atlético Progreso, del popular
barrio La Teja. En 1979 el equipo militaba en las divisiones inferiores
y diez años después, fue campeón de Liga de la primera
división.
Militante del Partido Socialista desde su juventud, dio el salto definitivo
a la política activa en 1989 al ganar para el Frente Amplio la alcaldía
de Montevideo. Era el triunfo más importante de la izquierda en
la historia política de Uruguay. No terminó ahí su
carrera. En 1994 fue nominado por la coalición como candidato a
la Presidencia. Apenas 30.000 votos le separaron de la victoria obtenida
por Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado.
Tabaré Vázquez ha sido capaz de capear el temporal que
se abatió sobre la izquierda en todo el mundo tras la caída
del Muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética.
Bajo su batuta, el Frente Amplio ha mantenido un ritmo de crecimiento imparable
hasta la fecha. Es capaz de pronunciar discursos de muy distinto tono,
según el auditorio. Puede mostrarse extremadamente moderado ante
los sectores procedentes de la Democracia Cristiana, y radical ante los
antiguos guerrilleros Tupamaros. Quienes le conocen bien destacan su gran
carisma y su fuerte personalidad, que pueden despertar al unísono
grandes pasiones y grandes odios.
Felipe González o Salvador Allende
F. R, Montevideo
En el fragor de la campaña electoral no se han escamoteado recursos
a la hora de descalificar al rival. Los adversarios del candidato del Frente
Amplio han recordado con insistencia la militancia de Tabaré Vázquez
en el Partido Socialista y el hecho de que dicha formación política
no ha renunciado al marxismo. La conclusión de este recordatorio
ha sido presentar una eventual victoria de Vázquez como sinónimo
de caos en Uruguay.
Entre los argumentos lanzados al aire con el propósito de descalificar
al candidato del Frente Amplio se ha llegado a insinuar que el proyecto
de Vázquez se acerca más al de Salvador Allende en Chile
que al de Felipe González en España. El mensaje de la insinuación
es claro: Vázquez en el Gobierno abriría un periodo de inestabilidad
en Uruguay que, quién sabe, podría terminar violentamente
con la intervención de un salvador de la patria como el dictador
chileno Augusto Pinochet.
Lejos de las comparaciones, los dichos y hechos de Tabaré Vázquez
tienen más puntos en común con la socialdemocracia española
que con la Unidad Popular de Chile de principios de los años setenta,
a pesar de que el Frente Amplio es una coalición de sectores procedentes
esencialmente de la izquierda. Para tranquilizar al mundo de que un gobierno
del Frente Amplio respetaría las reglas del juego del sistema, Vázquez
envió a varias delegaciones que recorrieron las principales capitales
financieras y conversaron con los principales organismos internacionales.
Imagen internacional
En el terreno de la imagen internacional el candidato de la izquierda
uruguaya parece haber logrado su objetivo. Su eventual victoria en las
urnas no preocupa en Washington. Así lo puso de relieve recientemente
el embajador estadounidense en Montevideo, Christopher Ashby, que subrayó
no haber percibido en el discurso de Vázquez ningún concepto
"contra la filosofía democrática ni contra los intereses
de Estados Unidos". "Si ellos están en mayoría, van a tener
un rol importante y vamos a continuar trabajando juntos en las áreas
que hay intereses específicos. Y si ellos llegan al puesto de poder,
también estoy seguro que vamos a tener relaciones profesionales
con ellos", añadió.
Paradójicamente, las declaraciones del diplomático norteamericano
no sentaron bien en las filas de los partidos Colorado y Blanco.
El panorama político uruguayo ya ha experimentado un cambio significativo
en la Asamblea General, después de las elecciones del 31 de octubre
pasado (primera vuelta). Por primera vez, el Frente Amplio es la fuerza
política con un mayor número de parlamentarios, con un total
de 52 escaños (12 senadores y 40 diputados). |