El País Digital
Lunes 
29 noviembre 
1999 - Nº 1305
INTERNACIONAL
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Información actualizada a las 11.40 GMT
El conservador Jorge Batlle, triunfador en las elecciones presidenciales de Uruguay 

La coalición de izquierda Encuentro Progresista-Frente Amplio admite la derrota 

FRANCESC RELEA, Montevideo 
Jorge Batlle, el candidato del Partido Colorado que ha monopolizado el poder en Uruguay en la mayor parte del siglo que ahora termina, ganó las elecciones presidenciales de ayer con un 51,59% de los votos frente al 44,07% obtenido por Tabaré Ramón Vázquez Rosas, el candidato de la coalición de izquierda Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), al culminar el escrutinio de los 6.628 colegios electorales. La victoria de Batlle es más amplia que el estrecho margen de dos puntos que le atribuyeron las últimas encuestas preelectorales. 

Seguidores del Partido Colorado y del Partido Nacional o Blanco, que pidió el voto para Batlle, se congregaron rápidamente en las principales ciudades del país para celebrar la victoria de su candidato. "Ha ganado la democracia y la libertad", clamaba una dirigente del partido vencedor. En el cuartel general del Frente Amplio, el derrotado Vázquez habló ante sus seguidores y felicitó, entre abucheos, al vencedor: "Esta fuerza política siempre estará siempre dispuesta para trabajar por la mejoría de la condición de vida de todos los uruguayos". Las primeras cifras indicaban que el candidato del Partido Colorado triunfó en el interior del país aunque perdió en Montevideo. La participación rondó el 90% de los 2,4 millones de electores.
 
 

Tras la primera vuelta de los comicios, el pasado 31 de octubre, un aire triunfalista invadió las filas del Frente Amplio al convertirse en la fuerza política más votada. Cantaron victoria demasiado pronto y no contaban con la agresiva contraofensiva del Partido Colorado, que sembró el miedo en el electorado por la propuesta de Vázquez de introducir el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF), inexistente en Uruguay. En su recta final, la campaña abandonó los buenos modos y dejó rienda suelta a la agresividad con todo tipo de insultos y descalificaciones entre los dos candidatos.
 
 

Los de ayer fueron unos comicios con varios ingredientes nuevos en el escenario político uruguayo. El primero y más relevante es que la izquierda, agrupada en una alianza única, acariciaba el triunfo en unas elecciones presidenciales después de ser la fuerza política más votada de la historia de Uruguay en la primera vuelta y de encabezar todas las encuestas hasta una semana antes de las elecciones.
 
 

También fue la primera vez que los uruguayos eligieron en segunda vuelta, por simple mayoría de votos, al presidente entre los dos candidatos más votados. La introducción de la segunda vuelta o balotaje, como se la denomina en la jerga uruguaya, es producto de la reforma constitucional votada en diciembre de 1996, a propuesta de los dos partidos de centroderecha -el Partido Colorado y el Partido Nacional o Blanco- ante el imparable avance electoral del Frente Amplio en las últimas consultas. Ayer se puso a prueba la eficacia de la reforma: por primera vez la dirección del Partido Nacional, viejo adversario de los colorados a pesar de sus afinidades ideológicas, llamó a sus seguidores a votar por un candidato -Jorge Batlle- que no es de su propio partido, con el único fin de cerrar el paso a un "marxista" como Tabaré Vázquez. Los votos de los blancos, cuyo candidato Luis Alberto Lacalle no pasó a la segunda vuelta, han sido los más codiciados durante la campaña electoral. Tanto Batlle como Vázquez han recorrido el país en un desesperado esfuerzo por convencer a los indecisos del Partido Nacional, que según las últimas encuestas rondaban el 10%.
 
 

La necesidad de votos ajenos para alzarse con la victoria -Tabaré obtuvo el 39,06% en la primera vuelta; Batlle, el 31,92%; el Partido Nacional, el 21,72%, y Nuevo Espacio (socialdemócrata), el 4,44%- ha provocado algunos cambios de lenguaje en los discursos de los dos candidatos. En ocasiones, Vázquez se ha mostrado especialmente moderado para arañar votos de sectores más a la derecha que el Frente Amplio. 

Batlle se impone sobre 
su imagen de eterno perdedor

F. R, Montevideo 
El apellido Batlle es un referente en la política uruguaya. El primer presidente del siglo XX fue José Batlle y Ordóñez, tío-abuelo de Jorge Batlle Ibáñez, que inaugurará el siglo XXI al frente de los destinos de la nación. Luis Batlle Berres, presidente en 1954, era el padre del hasta ayer candidato. Fue su quinto y último intento. Había sido candidato presidencial por el Partido Colorado en las elecciones de 1966, 1971, 1989 y 1994. En todas fue derrotado. A los 72 años, las últimas encuestas le otorgaban una ligera ventaja de dos puntos. La imagen de eterno perdedor fue su peor enemigo. El senador socialista José Korzeniak, ironizó que el epitafio de la tumba de Batlle rezaría: "Aquí yace el futuro presidente de Uruguay". En un programa de humor, el presentador espetó al candidato que una nueva derrota le obligaría a salir a la calle con peluca y gafas de sol.
 
 

Doctor en Derecho y especializado en temas económicos, domina el inglés, francés, alemán y portugués. Es un defensor a ultranza de las políticas económicas liberales y también, en opinión de sus críticos, de propuestas arriesgadas y extravagantes. En 1968 se vio envuelto en un escándalo al ser acusado de haberse enriquecido en una devaluación del dólar que, supuestamente, conocía con antelación. Batlle siempre ha negado esta acusación, pero que el Frente Amplio ha sacado a relucir durante la campaña.
 
 

En las diversas contiendas electorales en que ha intervenido ha propuesto desde privatizar empresas públicas a imitar el sistema de Seguridad Social chileno o vender las reservas de oro para pagar la deuda externa. Todas ellas fueron en su día iniciativas muy controvertidas que, según los analistas, sólo le depararon una derrota tras otra. Pero Batlle sigue en sus trece y no renuncia a la originalidad. Como proponer carreras de carruajes para impulsar el turismo. 

Vázquez, un carisma que
despierta odios y pasiones

F. R , Montevideo 
Nacido en Montevideo hace 59 años, Tabaré Ramón Vázquez Rosas está casado y es padre de cuatro hijos, uno de ellos adoptado. Hasta su ingreso en la política, "por circunstancias coyunturales", sus dos grandes pasiones han sido la medicina y el fútbol. Como especialista en oncología y radioterapia goza de gran prestigio tanto en Uruguay como en el exterior. En Montevideo, dirige una clínica de su propiedad. Su afición al fútbol, deporte en el que reconoce haberse apasionado hasta el extremo de perder el control, le llevó a la presidencia del modesto Club Atlético Progreso, del popular barrio La Teja. En 1979 el equipo militaba en las divisiones inferiores y diez años después, fue campeón de Liga de la primera división.
 
 

Militante del Partido Socialista desde su juventud, dio el salto definitivo a la política activa en 1989 al ganar para el Frente Amplio la alcaldía de Montevideo. Era el triunfo más importante de la izquierda en la historia política de Uruguay. No terminó ahí su carrera. En 1994 fue nominado por la coalición como candidato a la Presidencia. Apenas 30.000 votos le separaron de la victoria obtenida por Julio María Sanguinetti, del Partido Colorado.
 
 

Tabaré Vázquez ha sido capaz de capear el temporal que se abatió sobre la izquierda en todo el mundo tras la caída del Muro de Berlín y el desmembramiento de la Unión Soviética. Bajo su batuta, el Frente Amplio ha mantenido un ritmo de crecimiento imparable hasta la fecha. Es capaz de pronunciar discursos de muy distinto tono, según el auditorio. Puede mostrarse extremadamente moderado ante los sectores procedentes de la Democracia Cristiana, y radical ante los antiguos guerrilleros Tupamaros. Quienes le conocen bien destacan su gran carisma y su fuerte personalidad, que pueden despertar al unísono grandes pasiones y grandes odios. 

Felipe González o Salvador Allende

F. R, Montevideo 
En el fragor de la campaña electoral no se han escamoteado recursos a la hora de descalificar al rival. Los adversarios del candidato del Frente Amplio han recordado con insistencia la militancia de Tabaré Vázquez en el Partido Socialista y el hecho de que dicha formación política no ha renunciado al marxismo. La conclusión de este recordatorio ha sido presentar una eventual victoria de Vázquez como sinónimo de caos en Uruguay.
 
 

Entre los argumentos lanzados al aire con el propósito de descalificar al candidato del Frente Amplio se ha llegado a insinuar que el proyecto de Vázquez se acerca más al de Salvador Allende en Chile que al de Felipe González en España. El mensaje de la insinuación es claro: Vázquez en el Gobierno abriría un periodo de inestabilidad en Uruguay que, quién sabe, podría terminar violentamente con la intervención de un salvador de la patria como el dictador chileno Augusto Pinochet.
 
 

Lejos de las comparaciones, los dichos y hechos de Tabaré Vázquez tienen más puntos en común con la socialdemocracia española que con la Unidad Popular de Chile de principios de los años setenta, a pesar de que el Frente Amplio es una coalición de sectores procedentes esencialmente de la izquierda. Para tranquilizar al mundo de que un gobierno del Frente Amplio respetaría las reglas del juego del sistema, Vázquez envió a varias delegaciones que recorrieron las principales capitales financieras y conversaron con los principales organismos internacionales.
 
 

Imagen internacional
 
 

En el terreno de la imagen internacional el candidato de la izquierda uruguaya parece haber logrado su objetivo. Su eventual victoria en las urnas no preocupa en Washington. Así lo puso de relieve recientemente el embajador estadounidense en Montevideo, Christopher Ashby, que subrayó no haber percibido en el discurso de Vázquez ningún concepto "contra la filosofía democrática ni contra los intereses de Estados Unidos". "Si ellos están en mayoría, van a tener un rol importante y vamos a continuar trabajando juntos en las áreas que hay intereses específicos. Y si ellos llegan al puesto de poder, también estoy seguro que vamos a tener relaciones profesionales con ellos", añadió.
 
 

Paradójicamente, las declaraciones del diplomático norteamericano no sentaron bien en las filas de los partidos Colorado y Blanco.
 
 

El panorama político uruguayo ya ha experimentado un cambio significativo en la Asamblea General, después de las elecciones del 31 de octubre pasado (primera vuelta). Por primera vez, el Frente Amplio es la fuerza política con un mayor número de parlamentarios, con un total de 52 escaños (12 senadores y 40 diputados). 

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