![]() Jueves 24 febrero 2000 - Nº 1392 |
ESPAÑA
![]() |
||||||||
Algeciras, rehén de la geografía La actividad portuaria, que emplea al 55% de la población activa, el trasiego de pateras y el narcotráfico condicionan la vida de la ciudad TEREIXA CONSTENLA, Algeciras
Algeciras es fruto de una historia accidentada orenació de sus
ruinas tras la expulsión de gibraltareños provocada por la
ocupación británica en el siglo XVIIIo y de una geografía
estratégica: a un tiro de piedra de África y a otro del Peñón.
Ambas condiciones se aliaron en la década de los sesenta, cuando
el franquismo trazó un plan de desarrollo comarcal para el Campo
de Gibraltar, poco antes del cierre de la Verja en 1969, que derivó
en un auge demográfico.
La memoria popular achaca a aquella estrategia franquista, que perfiló
la faz de la tercera ciudad más poblada de Cádiz (101.972
habitantes), un objetivo oculto: que los llanitos, cada vez que abriesen
sus ventanas, palideciesen de envidia al observar las humaredas fabriles.
Algeciras debe, indirectamente, su refundación a los británicos
oel rey Mohamed V, ante su incapacidad para defenderla del cerco cristiano,
había destruido la ciudad primitiva (Al Jerizat al Hadra) en 1369o
y, de ser cierta la creencia popular, también su perfil industrial.
A la geografía le debe su vocación de intercambiador portuario
en el trasiego marítimo internacional de mercancías legales
e ilegales (drogas) y personas (inmigrantes).
La cercanía de Gibraltar (y el blanqueo de dinero), Marruecos
(y su producción de hachís) y la Costa del Sol (y las mafias)
se confabulan para atraer "el transporte, el blanqueo y el consumo de droga"
en la zona, según Miguel Alberto Diz, responsable de la coordinadora
antidroga Barrio Vivo, un movimiento muy crítico con "la falta de
voluntad" para combatir el narcotráfico. El activismo de Barrio
Vivo llega a los tribunales, donde están personados como acusación
particular por el fallecimiento de un toxicómano. "Se confunden
las muertes por adulteración, que son un asesinato, con sobredosis",
explica Diz. A los algecireños les molesta que sólo se les
identifique con el tráfico de drogas y las pateras, cuyos flujos
atribuyen a la condición fronteriza de la zona. "Deteriora mucho
esa imagen de contrabandistas y maleantes", asevera Salvador de la Encina,
diputado y portavoz socialista municipal.
A la costa entre Algeciras y Tarifa, donde se produce el mayor goteo
de entrada de pateras, arribaron en 1999 miles de inmigrantes. De ellos,
4.600 fueron devueltos a Marruecos. El fenómeno ha convertido el
Estrecho en una fosa anónima. Sólo en 1998 se rescataron
32 cadáveres en la costa gaditana. Los voluntarios de Algeciras
Acoge, fundada en 1991, están familiarizados ya con las odiseas:
niños agarrados a ejes de camiones, magrebíes sepultados
por kilos de mercancías y miles de seres con las ropas mojadas que
persiguen el sueño europeo. Una red anónima les da cobijo,
a pesar de los riesgos. "Ayudar a un ser humano nunca puede ser delito,
pero ha habido casos de detenciones por atender a inmigrantes", se lamenta
José Villahoz, vicepresidente de la ONG.
Pero Algeciras sólo es un área de tránsito; pocos
magrebíes se instalan en la ciudad -los 1.111 inmigrantes residentes
superan levemente el 1% de la población-, donde las oportunidades
para hallar trabajo no abundan. La ciudad tiene grandes bolsas de economía
sumergida -algunas, ligadas a la "narcoeconomía", según CC
OO- y una elevada tasa de desempleo (7.475 parados, con un a población
de 101.972), un tanto incomprensible dada la pujanza del sector industrial
y de la actividad del puerto, uno de los hegemónicos en el Mediterráneo.
La razón de la paradoja reside, en opinión de Miguel Alberto
Diz, en la ausencia de "un entramado de pequeñas y medianas empresas
para abastecer de bienes de equipo a las empresas del puerto y del polo".
"La economía de la zona es cautiva del puerto", añade. Este
déficit se explica, en parte, por las pésimas comunicaciones
de la localidad. La destrucción de empleos en el sector pesquero
-unos 2.500 desde los ochenta- también ha influido. El retroceso
de la actividad es "dramático", según el presidente de la
Federación de Armadores de Andalucía, Pedro Maza. De los
300 barcos censados en los ochenta sobreviven 111.
Si algo caracteriza a esta ciudad, escasa en señas de identidad,
es el ajetreo portuario. Casi cuatro millones de pasajeros y más
de 50 millones de toneladas de mercancías circularán por
las instalaciones de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras,
según las previsiones del organismo para este año. El motor
económico de la ciudad ogenera 35.000 puestos, directos e indirectos,
el 55% de la población activao es omnipresente.
El paso del Estrecho
La Operación Paso del Estrecho apenas altera la vida de los algecireños,
habituados al trasiego de magrebíes. "De niño, en el barrio
de pescadores, abrías la puerta de casa y te encontrabas a alguien
haciendo té moruno; en Algeciras estamos acostumbrados a la operación
tránsito", explica el alcalde, Patricio González (Partido
Andalucista). Una operación con vocación comercial. "No es
el pobrecito que viene en patera, son turistas que van a su tierra a los
que hay que ofrecer servicios, pero cobrando", sostiene González.
Este ingeniero industrial que gobierna desde 1991 oaccedió por
una moción de censura con el PP, su aliado actualo es uno de los
barones autonómicos del PA, una formación pródiga
en líderes localistas que anteponen la defensa de su territorio
a cualquier otra cuestión. Patricio González es un claro
ejemplo. Prueba de ello es su campaña para convertir el Campo de
Gibraltar en la novena provincia andaluza, lo que daría a Algeciras
una capitalidad administrativa y política oel peso económico
ya lo poseeo que zanjaría de una vez por todas su perenne disputa
con Cádiz.
El sentimiento de discriminación respecto a la capital gaditana
es tan palpable que en los últimos años la Junta de Andalucía
ha realizado concesiones excepcionales, como el nombramiento de un subdelegado
del Gobierno andaluz en la comarca, la única andaluza que cuenta
con tal figura. El agravio es visible incluso en las señales que
indican el camino hacia Cádiz, donde se ha borrado el topónimo.
|
© Copyright DIARIO EL PAIS, S.A. - Miguel Yuste 40, 28037 Madrid |