Rigoberta Menchú
denuncia por genocidio las dictaduras de Guatemala
La premio Nobel asegura que viene a España a buscar justicia
YOLANDA MONGE/JOSÉ YOLDI, Madrid
Como "víctima, denunciante, premio Nobel de la Paz y, sobre
todo, mujer indígena", la guatemalteca Rigoberta Menchú presentó
ayer una denuncia en la Audiencia Nacional de Madrid contra ocho personas,
entre ellas el golpista José Efraín Ríos Montt, por
delitos de genocidio, terrorismo y torturas cometidos durante las dictaduras
en Guatemala. Menchú aseguró que hasta ahora no había
hallado sino "negación de la justicia". Por eso ha venido a España.
"Porque en algún rincón del mundo tiene que haber justicia".
R. Menchú, con A. Gutiérrez (segundo
por
la dcha), al presentar la denuncia (Efe).
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"Creo en la justicia universal, creo que las víctimas hemos cargado
nuestro dolor y tiene que haber justicia", declaró la premio Nobel
momentos antes de entregar los archivos que contenían el informe
de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, que cifró
las víctimas habidas durante los 36 años de Gobiernos militares
en Guatemala en 200.000 personas, el 93% de las cuales es atribuible a
violaciones de derechos humanos cometidas por el Ejército y los
paramilitares. "En este momento hemos visto el fortalecimiento de esa esperanza
aquí y por eso acudimos a la Audiencia Nacional".
La querella, según relató Menchú, se sustenta por
tres casos "paradigmáticos e ilustrativos" que resumen todas y cada
una de las características de genocidio, terrorismo y tortura. Estos
casos son el asalto y la matanza cometida el 31 de enero de 1980 en la
Embajada de España en Guatemala, ocupada por decenas de indígenas
que protestaban por la represión y su paupérrima situación
y durante la cual murieron 37 personas, entre ellas tres ciudadanos españoles
-una de las víctimas fue el primer secretario de la embajada, Jaime
Ruiz del Árbol- y el padre de Rigoberta Menchú.
Los otros dos casos que se detallan en la documentación presentada
ayer son la persecución que sufrió la familia de la propia
premio Nobel y la muerte de los sacerdotes españoles Faustino Villanueva,
José María Cirera, Juan Alonzo Fernández y Carlos
Pérez Alonzo durante las sucesivas dictaduras guatemaltecas. Además
de perder a su padre, Vicente Menchú, dos hermanos de Rigoberta
fueron asesinados y su madre fue secuestrada y torturada hasta la muerte.
En la denuncia presentada ayer se imputa de manera directa y explícita
como responsables de los crímenes descritos al general Fernando
Romeo Lucas García, presidente de Guatemala de 1978 a marzo de 1982,
y a los ex jefes de Gobierno por golpe de Estado generales José
Efraín Ríos Montt y Óscar Humberto Mejía Víctores.
También se acusa al ex ministro de Defensa general Ángel
Aníbal Guevara Rodríguez, al ex ministro de Gobernación
Donaldo Álvarez Ruiz, al ex jefe del Estado Mayor del Ejército
Benedicto Lucas García y a los ex jefes policiales Germán
Chupina Barahona y Pedro García Arredondo. Amnistía Internacional
afirmó ayer a través de un comunicado que "los crímenes
de lesa humanidad cometidos en Guatemala no pueden quedar impunes" y recordó
que todos los Estados tienen la obligación de cooperar en la identificación,
detención, extradición y castigo de los responsables de esos
delitos.
La premio Nobel guatemalteca se presentó en la Audiencia Nacional
acompañada del secretario general de Comisiones Obreras, Antonio
Gutiérrez, y presentó su denuncia en el juzgado de guardia,
que ayer correspondía al número 5, cuyo titular es Baltasar
Garzón. El magistrado, que tramita otro proceso por genocidio, terrorismo
y torturas contra el dictador chileno Augusto Pinochet y contra los jefes
de las juntas militares argentinas, no se encontraba en el juzgado en el
momento de la presentación de la denuncia, sino en otras dependencias
de la Audiencia Nacional.
Fuentes jurídicas señalaron que Garzón no quiso
estar presente, y la denuncia se presentó ante la secretaria judicial,
con el fin de que no se interprete que admite cualquier denuncia por violaciones
de derechos humanos en cualquier país. De esta forma se desmarca
completamente del caso, ya que la denuncia fue remitida al juez decano,
Carlos Dívar, para que se reparta entre los seis jueces centrales.
La denuncia, en cualquier caso, será remitida al fiscal para
que informe sobre si la Audiencia Nacional es competente para enjuiciar
los hechos y sobre si éstos constituyen los delitos que se mencionan:
genocidio, terrorismo y torturas.
Asalto a la embajada
El 31 de enero de 1980, todos los miembros de la Embajada española
en Guatemala, excepto el embajador, Máximo Cajal, murieron en el
incendio que se produjo por un cóctel molótov lanzado por
uno de los campesinos que pocas horas antes habían ocupado la legación
en protesta por las acciones represivas que el Ejército guatemalteco
ejercía en el Quiché. A la muerte de las 37 personas que
ocupaban la sede diplomática contribuyó de forma definitiva
el brutal y sangriento asalto a tiros de la embajada que perpetró
la policía guatemalteca.
El padre de Rigoberta, Vicente Menchú, murió carbonizado
dentro de la sede. El primer secretario de la embajada, Jaime Ruiz del
Árbol, también perdió la vida en el asalto. Además
del embajador, por cuya vida se temió durante unos días por
ser "un testigo incómodo", hubo otro único superviviente
del violento asalto realizado por la policía: Gregorio Yuja era
secuestrado del hospital donde convalecía y arrojado desde un automóvil
en marcha en medio de una calle con el cuerpo cosido a balazos. |