El País Digital
Jueves
5 marzo
1998 - Nº 671

«Colonia Dignidad era una escuela de torturadores de la dictadura chilena»

RAMÓN LOBO, Madrid
Luis Peebles y Eirc Zot, dos ex dirigentes del MIR, declararon ayer ante el juez Manuel García-Castellón. Ambos estuvieron detenidos en Colonia Dignidad «una escuela de torturadores» de la DINA (la policía política de la dictadura). Ayer nombraron a cuatro de sus verdugos. Uno de ellos es Pedro Espinosa, mano derecha del general Manuel Contreras, el jefe nominal de la DINA. Espinosa es también uno de los miembros del comando Mulchén que asesinó al español Carmelo Soria.

Luis Peebles es médico. Tiene 50 años. Vive en Santiago. Eric Zot va a cumplir los 48. Vive en Viena. Ambos eran líderes estudiantiles del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en la Universidad de Concepción, la tercera ciudad de Chile. Ambos fueron torturados por la DINA.

Ayer relataron a García-Castellón su viaje por las cañerías de la dictadura. «La DINA era un poder temido y obedecido por los propios militares», explica Zot a EL PAÍS. «Fui capturado en Valparaíso. Allí no había sede de la DINA. Estuve en el regimiento Maipo de artillería, al mando de un teniente coronel. La DINA envió a un equipo al mando del teniente Fernando Laureani. Él tenía poder sobre todo Maipo. Eso no ocurría porque el jefe de la DINA fuera el (entonces) coronel Contreras. Era porque había un ser superior, un jefe indiscutible que les amparaba: Pinochet».

Peebles estuvo encerrado en la base naval de Talcahuano. Un importante centro de mando integrado dependiente de un general y de un almirante. La DINA pasó sobre su autoridad. «A mí me secuestró el (entonces) comandante Espinosa (mano derecha de Contreras). Llegó hasta mi celda superando cuatro controles. Me llevó sin permiso de la Marina junto a Eric a Colonia Dignidad, allí fuimos torturados y vejados». Esta finca, una colonia de emigrantes alemanes dirigida por Paul Schaeffer (hoy huido de la justicia), era una escuela de torturadores. Enseñaban a interrogar sin que el detenido falleciera en el tormento.

La pesadilla del verdugo

R. L., Madrid
Los dos recuerdan bien a sus verdugos. «Pedro Espinosa (encarcelado por el asesinato de Orlando Letelier) trataba de dar la impresión de que no estaba de acuerdo con las torturas, pero él las dirigía», asegura Eric Zot. Luis Peebles menciona al coronel Krassnoff y a Fernando Laureani, «dos hombres fríos y brutales». Se topó de nuevo con ellos en 1992, durante un careo por la desaparición del ciudadano francés Alfonso Chafrau. Ambos parecían portar la pesadilla en su interior. «No descarto», apunta Zot, «que cuando Pinochet deje el mando del Ejército (el 11 de marzo) muchos de ellos se liberen del miedo y tengan ganas de hablar, de confesarse. Por eso es importante que existan cauces legales abiertos, porque el poder judicial es una parte del Estado, no un diario al que se hacen declaraciones».

(El juez chileno Juan Guzmán, que aceptó la querella criminal del partido comunista contra Pinochet, ha decidido tomar declaración al general retirado Manuel Contreras, tras la publicación de parte de su recurso ante la Corte Suprema de Chile. En él, Contreras se declara un mero «delegado» de Pinochet, el jefe supremo de la DINA, y con quien trataba a diario los asuntos relacionados con este órgano de represión, según informa Manuel Délano.)

Peebles tendrá ahora que regresar a Chile. Él es el primer declarante en el sumario español que debe volver a Santiago. ¿Miedo? «Nosotros fuimos condenados a muerte. Vimos morir a decenas de compañeros y amigos; vimos cómo violaron a mujeres. Fuimos al extremo límite de la humillación. Nuestras vidas fueron desestructuradas...». Pero hoy no se siente solo. Ciento cincuenta amigos y compañeros de trabajo hicieron una colecta para pagarle el pasaje a España. «Allí hay mucha gente que quiere que se sepa la verdad».

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