El País Digital
Sábado
21 marzo
1998 - Nº 687

Clinton dice que ha comenzado el deshielo con el pueblo cubano, pero no con su Gobierno

La secretaria de Estado Madeleine Albright señala que EE UU quiere ayudar a una transición pacífica en la isla

JAVIER VALENZUELA, Los Ángeles
Madeleine Albright, confirmó ayer que Bill Clinton, respondiendo a los deseos de Juan Pablo II, ha decidido comenzar un proceso de deshielo en las relaciones de Washington no con el régimen de Fidel Castro, sino con el pueblo cubano. Las medidas anulan algunas de las aprobadas hace dos años, tras el derribo de dos avionetas civiles por un avión militar cubano. La Cámara de Comercio de EE UU y varios congresistas aplaudieron la decisión de la Casa Blanca. No así el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, ni el senador Jesse Helms.


Una empleada de una farmacia de La Habana
(Canadian Press).
El Gobierno, según explicó Albright mediante un texto firmado por el presidente, justifica su decisión como un deseo de suavizar las duras condiciones de vida del pueblo cubano sin apoyar por ello al régimen de Fidel Castro, «un líder al que [los cubanos] no eligieron». Albright recalcó que de ninguna manera las medidas aprobadas deben interpretarse como un cambio en la política hacia la isla, y que lo que busca EE UU es ayudar a los cubanos a preparar una transición pacífica.

Diplomáticos europeos en EE UU y grupos norteamericanos contrarios al embargo señalaron que la Casa Blanca reconoce de modo indirecto con este giro que la extrema dureza no ha servido para derribar a Castro, aunque sí para amargar más la vida de los cubanos.

Clinton tomó la decisión por iniciativa de Albright, a la que el Papa le transmitió su preocupación por las miserias de la vida cotidiana de los cubanos que pudo constatar en su viaje a la isla el pasado enero. Hace dos años, cuando el derribo de las avionetas de exiliados cubanos, la secretaria de Estado dijo: «Esto no son cojones; esto es cobardía».

La Casa Blanca, anulando parte de las medidas adoptadas hace dos años, permitirá la reanudación de los vuelos norteamericanos a Cuba, pero no para turistas sino tan sólo los que tengan objetivos humanitarios; autorizará a los exiliados a enviar un máximo de 1.200 dólares anuales (unas 180.000 pesetas) a sus familiares en Cuba, y dará luz verde a la exportación no comercial a la isla de algunos productos alimenticios, médicos y farmacéuticos. Sobre esta última cuestión, el presidente necesitará que el Congreso haga las reformas legales necesarias. Albright anunció que EE UU vigilará de cerca que la ayuda que se envíe a la isla llegue efectivamente al pueblo cubano.

«El pueblo cubano ha empezado a pensar en el después de Castro y nosotros debemos hacer lo mismo», subrayó la secretaria de Estado, quien reconoció que de paso Washington pretende que la inmigración desde Cuba sea «legal y ordenada».

Varios congresistas, la Cámara de Comercio y destacadas personalidades habían formado a comienzos de este año un lobby para presionar a favor de la suavización del embargo. Ayer expresaron su aprobación. «Si algo no funciona, hay que cambiarlo; y el embargo no ha funcionado», declaró Javier Becerra, representante demócrata por California. «Espero», afirmó su colega y correligionario de Nueva York José Serrano, «que esto sea el inicio de una nueva relación con la hermana república de Cuba».

«El presidente hace bien al dar este paso para apoyar al pueblo de Cuba», declaró el congresista demócrata por Indiana Lee Hamilton, una de las voces más prestigiosas en materia internacional del Capitolio. «En vez de la política del aislamiento», prosiguió, «Estados Unidos debería comprometerse con el pueblo cubano y promover el nacimiento de una sociedad civil que facilite el camino a una futura transición pacífica a la democracia».

Rebajar la tensión

Esta actitud, que no supone la desaparición de la ley del embargo a Cuba y la ley Helms-Burton, era previsible después de que, en las vísperas del viaje a Cuba de Juan Pablo II, Clinton hubiera expresado su deseo de rebajar la tensión entre Washington y La Habana a poco que Castro hiciera «algún gesto en materia de derechos humanos y democracia». Posteriormente, Clinton acogió como «un hecho positivo» el anuncio de la liberación de presos políticos.

El presidente, en realidad, ha vuelto a la política que él mismo seguía antes del derribo de dos avionetas de la organización de exiliados Hermanos al Rescate por un Mig cubano en febrero de 1996. Cuatro ciudadanos norteamericanos de origen cubano fallecieron en esa agresión, lo que llevó al titular de la Casa Blanca a ordenar la suspensión de todo tipo de vuelos a la isla y firmar, en marzo de 1996, la ley Helms-Burton.

«¿Por qué cuando se trata de Cuba, el gobierno de Clinton siempre da a cambio de nada?», declaró el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, quien pidió a la Casa Blanca que reexamine su decisión. El senador Helms, jefe del comité de Exteriores de la Cámara alta, le negó a Clinton la capacidad de eliminar sin permiso del Congreso sanciones como la suspensión de vuelos, porque, dijo, forman parte de la ley que lleva su nombre.

Castro califica las medidas de «positivas y constructivas»

AGENCIAS, La Habana
El presidente cubano, Fidel Castro, calificó ayer de «realmente positivas y constructivas» las medidas adoptadas por el Gobierno norteamericano para suavizar el embargo a su país. Antes de que la Administración norteamericana hiciese público su propósito de permitir los vuelos directos a la isla, así como el envío de dinero y medicinas, el líder cubano había declarado a la cadena de televisión CNN: «Las medidas van a ayudar a mejorar el clima de las relaciones entre EE UU y Cuba».

Castro insistió en que necesitaba conocer los detalles de la propuesta antes de pronunciarse, pero expresó su confianza en una pronta reactivación de las relaciones. «Lo que de nuestra parte dependa, lo haremos», declaró.

Más escéptico se mostró el ministro de Exteriores, Roberto Robaina, quien desde Ginebra afirmó que el bloqueo «hay que levantarlo, no flexibilizarlo». En unas declaraciones realizadas después de su intervención ante la comisión de derechos humanos de la ONU, el jefe de la diplomacia cubana afirmó que Washington ha disfrazado como gran anuncio la medida. «No queremos limosnas, lo que exigimos es que nos dejen hacer lo que queremos, como soberanamente nos corresponde como pueblo», declaró, por su parte, el vicepresidente del Consejo de Ministros, José Ramón Fernández.

Los medios de comunicación cubanos, controlados por el Estado, no habían ofrecido hasta la tarde de ayer informaciones sobre las medidas anunciadas el jueves por la Administración norteamericana ni, en consecuencia, reacciones oficiales del Gobierno de La Habana.

Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (oposición en el interior de la isla), también definió como «algo positivo» las propuestas de la Administración norteamericana.

«Sería aún mejor que se tratara de un primer paso de un proceso que lleve a ambos Gobiernos a poner fin a la guerra privada que están librando entre sí, cuando el mundo ya ha renunciado a la guerra fría», aseguró el disidente cubano antes de agregar: «La comunidad internacional debe exigir a ambos Gobiernos que establezcan relaciones».

Por otro lado, cuatro jugadores y un entrenador de la selección cubana de béisbol, que se fugaron en una frágil embarcación, se encuentran «sanos y salvos» en la República Dominicana. Los huidos habían sido dados por desaparecidos después de haber salido del norte de la isla el pasado día 10.

Aznar se alegra de cualquier gesto que alivie las penurias cubanas

EL PAÍS , Madrid
El jefe del Gobierno español, José María Aznar, expresó ayer desde Santiago, en su última jornada de visita oficial a Chile, satisfacción por el anuncio de EE UU de aliviar el embargo a Cuba, pero dejó claro que la decisión norteamericana de mover pieza en sus relaciones con La Habana no acelerará el nombramiento de embajador español en la isla caribeña. Aznar manifestó que se alegra de cualquier medida que alivie la situación del pueblo cubano, informa José Miguel Larraya.

Por su parte, el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Rodríguez, subrayó que la suavización del embargo no condicionará el futuro de las relaciones de Madrid con el régimen castrista. «Las relaciones de España con Cuba, salvo en el caso del nombramiento del embajador, son plenamente normales» y seguirán su propia marcha, señaló el portavoz.

Rodríguez argumentó que el cambio de Gobierno en España, tras las elecciones de marzo de 1996, «no ha supuesto una actitud distinta respecto a la que se tenía con la isla. En ningún caso ha habido una ruptura. Lo que hay es una negociación abierta porque el Gobierno cubano no dio el plácet a la persona que propuso el Gobierno español para ser embajador». El portavoz aprovechó la ocasión para desligar el viaje de los Reyes a Cuba del nombramiento del embajador. « El nombramiento del embajador no tiene nada que ver ni con visitas futuras ni con las relaciones de Cuba con otros países».

División en el exilio

Entre la oposición al régimen cubano en el exilio se produjeron también reacciones enfrentadas. Así, el disidente Carlos Alberto Montaner, presidente de la Unión Liberal Cubana, manifestó en Madrid, donde reside, que las medidas de apertura le parecían «magníficas».

En Miami, sin embargo, la Fundación Nacional Cubano-Americana reafirmó su oposición «categórica e inequívoca» al restablecimiento de vuelos directos y al envío de remesas monetarias a Cuba. «Un cambio unilateral en la política de Estados Unidos a Cuba de semejante magnitud enviará una señal tremendamente desacertada a la dictadura castrista y a la comunidad internacional», señaló la organización en un comunicado de prensa.

Para la Fundación, el régimen de Cuba «no ha hecho nada sustancial que pudiera merecer una reevaluación de las sanciones» impuestas por EE UU. La visita del Papa a la isla y la liberación de algunos de los presos políticos cubanos «no son indicación de reformas irreversibles en Cuba», afirmó la influyente agrupación. «Son meros gestos por parte de Castro para obtener conmiseración internacional».

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