El partido de Samper se perfila ganador en las primeras elecciones tras el 'narcoescándalo'
PILAR LOZANO,
Bogotá
En medio del duelo, producto de la matanza más grande de soldados que ha vivido el país, los colombianos acudieron ayer, domingo, a las urnas para elegir 263 congresistas (senadores y representantes). La renovación del Congreso más desacreditado de los últimos tiempos -entendida no sólo como un cambio de signo político, sino de personas y actitudes- no se preveía arrolladora.
![]() de la ciudad de Florencia (EPA). |
De todas formas, algunos liberales, destacados enemigos de Samper, como la aspirante a senadora Ingrid Betancur, recibieron copiosas votaciones, por lo que no se puede extrapolar de forma inmediata que el resultado de las elecciones de ayer suponga un respaldo al presidente.
En un intento de rebajar la espectacular abstención, que ya se veía venir, la consigna con la que se trató de despertar a un electorado apático e incrédulo fue: «Hay que votar para cerrarle el paso a los corruptos». Los hechos del Caquetá -más de 80 militares muertos en combate con la guerrilla la semana pasada- desenterraron otra consigna: «Votar para derrotar la violencia».
Más de 20 millones de colombianos estaban habilitados para acudir a las urnas. Eligieron entre 1.000 listas y 7.000 candidatos, entre los que figuraban caciques políticos, familiares y amigos de congresistas que están hoy en prisión, figuras de la farándula, periodistas, ex guerrilleros y profesionales de toda índole, como los que integraban la llamada lista «de la oligarquía intelectual», ideada por el candidato a la presidencia Antanas Mockus.
Las elecciones parlamentarias son las campeonas en el manejo de todos los vicios electorales. Esta campaña, como es ya usual, se realizó en medio de escándalos por la compra de votos, por el ingreso de dinero del narcotráfico y por la utilización de fondos públicos en apoyo de candidatos de las preferencias del Gobierno. Un total de 240 aspirantes al Congreso tienen pendientes juicios disciplinarios y penales.
A manera de guía, los medios de comunicación publicaron un detallado informe sobre cómo votaron los congresistas que aspiran a repetir los proyectos más polémicos como la extradición, la expropiación de los bienes del narcotráfico, la ley de televisión que sirvió para favorecer a los amigos del presidente y cómo votaron en el juicio que libró de toda culpa a Samper por el ingreso de dineros del narcotráfico a su campaña.
La guerrilla, en sus zonas de influencia, cumplió con su anuncio de «hacer todo lo posible» para entorpecer las elecciones. En el Caquetá, mientras el comandante del Ejército, Mario Antonio Galán, anunciaba «el completo control militar y el éxito de la operación» para cercar al comando de las FARC responsable de la matanza de soldados, los insurgentes volaron una torre de energía y dejaron la capital de la provincia sin luz.
Ayer se esperaba, por fin, la entrada de la Cruz Roja y la Defensoría del Pueblo en la zona de combates, para ayudar a los heridos y a los civiles atrapados en medio del fuego. Según el diario El Tiempo , campesinos de esta zona de combates han visto pasar por el río, a lomo de mula, a militares atados de pies y manos, custodiados por guerrilleros. A pesar de todo, las elecciones en esta provincia, afirmó el Gobierno, fueron «normales».
Según el parte oficial, la guerrilla entró en 77 municipios, pero sólo logró impedir la celebración de elecciones en nueve de ellos. Lo más grave ocurrió en la provincia del Meta, donde seis soldados murieron y diez más resultaron heridos en enfrentamientos que se dieron en el municipio de Mesetas. En Mapiripán, los insurgentes obligaron a la población a abandonar precipitadamente sus casas.
La novedad ayer fue el llamado «certificado electoral». Se trata de una especie de diploma, del tamaño de un carnet, que otorga a los que cumplieron con su deber ciertos privilegios: rebajas en las matrículas universitarias, reducción en un mes de la prestación del servicio militar, preferencias para obtener casa, becas y puestos oficiales. Para muchos observadores, la nueva norma tan sólo legaliza la tradicional compra de votos, al parecer, imposible de erradicar.
«¿Y ese papelito para qué sirve?», preguntó una mujer, ya mayor, que se encontraba a las puertas de un colegio electoral. Escuchó atenta la respuesta y concluyó: «Ah, eso sólo les sirve a los jóvenes. Yo no voto; eso no sirve para nada». Dio media vuelta y se fue.
P. L.,
Bogotá
Los analistas califican las elecciones parlamentarias de ayer como «trascendentales». Son la antesala de las elecciones presidenciales del próximo 31 de mayo y el termómetro que medirá cuánto asimilaron los colombianos la lección del Proceso 8.000, que dejó al descubierto lo que desde hace tiempo se sabía: la estrecha relación entre mafia y política. Por esta razón hay más de una veintena de políticos tras las rejas.
Lo importante no será contabilizar si el liberalismo -hoy atomizado- mantiene la mayoría, o si los conservadores -también desdibujados- conservan su segundo lugar. O incluso si los llamados independientes avanzan. La lectura que se hará de los resultados será en qué porcentaje se renueva el Legislativo, hoy atado a los intereses de la mafia y de los grandes grupos económicos.
De los seis aspirantes a la primera magistratura, cinco -al menos de puertas para afuera- promueven el cambio. El otro, Horacio Serpa, ex ministro del Interior, y mano derecha del presidente Ernesto Samper en los peores momentos, es señalado como el candidato continuista. Por estos días de campaña se le vio promoviendo candidatos señalados por una encuesta como los más clientelistas y los más corruptos.
Y existe temor de un fraude. El Espectador , en un reciente editorial, invitó a establecer una severa vigilancia en torno a los resultados: «Porque lo que se está pretendiendo, a todas luces, es adulterar por todos los medios posibles el resultado de las elecciones, previamente a la elección del nuevo presidente, como título para reclamar posteriormente la victoria del continuismo».
Los grandes periódicos preveían ayer sobre las principales trampas que se suelen presentar en las mesas electorales: la urna de doble fondo, la clonación de cédulas, las urnas embarazadas (llenas de antemano de papeletas), o el carrusel (al elector se le entrega previamente una papeleta marcada).
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