El País Digital
Lunes
20 octubre
1997 - Nº 535



Los secretos del plan de paz
en Colombia

Cómo García Márquez se sumó al proyecto de negociación
en Colombia de Juan Manuel Santos

FRANCESC RELEA

La pasada semana, el mundo tuvo la oportunidad de sorprenderse con un nuevo giro de la interminable crisis colombiana. Esta vez la noticia se llama negociación, y no se trata de una negociación cualquiera. El propio Gabriel García Márquez ha ofrecido sus buenos oficios para explicar al mundo los detalles de esta iniciativa, que el presidente en ejercicio, Ernesto Samper, ha calificado de conspiración contra su persona. Todo ello responde a un proyecto gestado laboriosamente por Juan Manuel Santos, candidato a la presidencia. Éstos son los detalles de cómo se fraguó el plan.

A principios de 1995, Juan Manuel Santos contacta con Adam Kahane, canadiense, consultor estratégico que ha trabajado para empresas públicas y privadas, gobiernos, multinacionales y organizaciones políticas. Experto negociador, Kahane tiene en su currículo haber participado en el proceso preliminar que desembocó en la transición pacífica que puso fin a la segregación racial en Suráfrica y en las actuales conversaciones en Irlanda del Norte. Santos habló telefónicamente con Kahane y le pidió su colaboración en Colombia para el diseño de una alternativa de paz. La respuesta fue más o menos la siguiente: si en el plazo de 15 días puede reunir al mayor número de personalidades interesadas en la idea, viajaré a Bogotá para asistir al encuentro. Dicho y hecho. A finales de 1995, tuvo lugar en la abadía Monserrate, junto a Bogotá, una reunión de 44 personas a la que asistieron, entre otros, el ministro de Defensa, los máximos jefes de las Fuerzas Armadas, representantes del ámbito político, social y eclesiástico, además de Juan Manuel Santos y Adam Kahane. Representantes de la guerrilla colombiana estuvieron en contacto por radioteléfono con los reunidos.

Kahane explicó la técnica seguida en el proceso surafricano. Sin desempeñar un papel en la negociación política directa, sentó las bases para establecer un lenguaje común de las distintas partes implicadas. Lo que en la jerga colombiana se denomina «planeamiento de escenarios». Es decir, la escenificación del papel de los distintos protagonistas en situaciones distintas. Por ejemplo, ¿qué ocurre si uno de los bandos declara un alto el fuego unilateral? En Suráfrica, los grupos más radicales tuvieron que hacer el ejercicio de colocarse en una hipotética toma del poder. ¿Qué harían en tal caso? Apenas se lo habían planteado.

Tras la reunión de Monserrate, Juan Manuel Santos, a través de su Fundación Buen Gobierno, intentó poner en práctica en Colombia los métodos de Adam Kahane. El candidato liberal pasó a un segundo plano y dejó las gestiones en manos de tres comisionados que, soto voce, siguieron ampliando los contactos: el empresario Mario Aristizábal, el politólogo Eduardo Pizarro León-Gómez (hermano de un antiguo dirigente del M-19) y el rector de la Universidad del Rosario, Mario Suárez Melo, hoy embajador en Venezuela.

Pasaron los meses, y, en agosto, la iniciativa tomó nuevos vuelos. Se celebró un almuerzo en la casa de Bogotá de Julio Sánchez Cristo, conocido periodista radiofónico. La convocatoria partió de Juan Manuel Santos. Entre los comensales se encontraba el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, que propuso hacer «algo audaz» para «ver cómo se reparte la derrota». En aquella reunión, a Santos se le encendió «la bombilla». Había que recuperar la iniciativa de Adam Kahane.

Cuenta Santos: «Los empresarios se dedican a recabar fondos para el éxito de la operación. Aprovechando los contactos que se establecieron en la reunión de Monserrate, empieza un intercambio de mensajes con portavoces de la guerrilla, los paramilitares y amplios sectores de la sociedad civil para hablar de un esquema de paz. La respuesta es positiva. ¡Hombre!, nos damos cuenta de que hay una gran receptividad. Aquí la gente quiere la paz!».

Es el momento de sentarse a negociar, cree Santos, porque la guerrilla «está en retroceso y la confrontación con los paramilitares ha sido muy sangrienta. Empezamos a ver qué tipo de muñeco queremos armar. Estamos hablando de una serie de personas que comenzamos a intercambiar ideas. A Gabo (Gabriel García Márquez) yo le mantenía informado; estaba Álvaro Leyba, una persona con mantenía contactos con las FARC, sindicalistas, empresarios; mi hermano Enrique estaba al tanto dando consejos. Los mensajes van y vienen por distintos canales. El punto de llegada sería una Asamblea Constituyente, que coincide con una petición del ELN de que se celebre una gran convención nacional».

La discusión de la ley para aprobar dicha Asamblea Constituyente «podría ser el primer escenario de las conversaciones». ¿Dónde? «Se pensó primero en el exterior, pero después se acordó que era mejor en Colombia y es cuando empieza a hablarse del despeje (desmilitarizaron) de algunas zonas».

«Ahí yo digo: necesito verificar con todos los actores que están entendiendo lo mismo. Que están leyendo de la misma forma el libreto. Tomo la iniciativa de ir a hablar con los paramilitares».

Un helicóptero de Víctor Carranza, empresario de Esmeraldas vinculado con los Grupos de Autodefensa que había participado en la reunión de Monserrate, le trasladó hace 15 días a un lugar remoto de las montañas entre Córdoba y Urabá. Allí, Santos y Álvaro Leyba se reunió con Carlos Castaño y su estado mayor. «Discutimos la propuesta, hacían preguntas, yo respondía». Antes de ir a hablar con los paramilitares, Álvaro Leyva había ido a ver a Manuel Marulanda Vélez Tirofijo, el legendario líder de las FARC, con el esquema de la propuesta. Tirofijo: «Este muñeco nos gusta. A este muñeco lo jalaríamos».

La segunda etapa de Santos fue la cárcel de alta seguridad de Itagüí (departamento de Antioquía), donde se entrevistó con Francisco Pacho Galán y Felipe Torres, miembros de la cúpula del ELN. «Si se lleva a cabo esta propuesta, nosotros las apoyamos», dicen los guerrilleros.

Los cuentos

«A partir de ahí, empiezan los cuentos del compló. El primero en lanzarlos es el comisionado de paz del Gobierno José Manuel Ríos, que hace una denuncia durante una visita a Armenia: hay un compló. Todos sabíamos que el Gobierno sabía lo que estábamos haciendo, porque nunca quisimos esconder nada. La teoría del compló salió del hecho que la guerrilla decía sí a todo, 'pero no con este gobierno'».

«Hay presiones muy fuertes contra los sindicatos, me llaman los periodistas, -'lo van a moler, me dicen'- Hay que sacar esto a flote, hay que pasar a la ofensiva. No podemos permitir que lo tilden de conspiración».

García Márquez subraya: «Hay que ir ensanchando el consenso hasta que se dé cuenta (Samper), hasta aislarlo lo más posible. Porque él es el obstáculo ya declarado por todas las partes. Pero no se trata de prescindir del Gobierno».

Santos: «Las autodefensas y los portavoces de las FARC ya han dicho que les gusta la propuesta. Hay una avalancha de voces que nos dicen esto puede lograr la paz. Esto no lo tranca nadie. Vamos a ampliar el consenso nacional. El maestro hará las gestiones a nivel internacional».

Estados Unidos está al corriente de la iniciativa. Hace un mes, en un foro organizado por el Miami Herald en la ciudad norteamericana, Santos le contó someramente el plan a Mike McClarthy, asesor del presidente Clinton para América Latina. «De allí salí para Washington, donde asistí a un homenaje a Gabo organizada por la Georgetown University. Ya con más detalle conversé con el embajador la semana pasada».

Gabo hace una reflexión final: «Que el mundo sea capaz de interpretar cualquier información que salga de Colombia, porque el gran problema es que nadie sabe qué sucede allí salvo el narcotráfico y las matanzas».

Organizaciones en pie de guerra

FARC

Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) tienen su origen en las autodefensas campesinas liberales de finales de los cincuenta. Se transformaron en guerrilla comunista a comienzos de los sesenta. Hoy cuentan con 10.000 hombres en armas. En la zona amazónica, imponen su ley en un amplio territorio. Su jefe Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, es considerado el guerrillero más viejo del mundo.

ELN

El ELN (Ejército de Liberación Nacional) es de origen guevarista y nació en los años sesenta. Su máximo líder es el ex sacerdote español Manuel Pérez. 15 de sus unidades actúan en zonas petroleras y son ellos los culpables de los 417 ataques que el oleoducto Caño Limón Coveñas ha sufrido desde 1986. En varias ocasiones, han propuesto al Gobierno un diálogo sobre el tema de la política petrolera.

AUTODEFENSAS

Las autodefensas, o grupos paramilitares, nacieron en los sesenta como reacción a la guerrilla, pero sólo a finales de los ochenta, cuando apoyados por el dinero de los grandes carteles de la droga se convirtieron en monstruosas maquinarias de muerte, el país reaccionó alarmado. En los últimos años, han adelantado una feroz campaña de «limpieza anticomunista».

Tres personajes clave

Gabriel García Márquez

Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez ha tenido siempre fama de buen conciliador. En uno de sus libros, el periodista Germán Castro cuenta esta anécdota: en la época del narcoterrorismo dos grandes capos de la mafia, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, discutían la posibilidad de que Gabo sirviera de intermediario en una negociación con el Gobierno. «García Márquez», dijo Escobar, «tiene más poder que todos los mafiosos que estamos en esta habitación». Como Rodríguez Gacha dudaba, Escobar agregó: «Ese hombre puede llamar ya mismo al que manda en Rusia o al presidente de Francia».

A García Márquez, se le ha buscado en Colombia para mediar en secuestros y para que, a través de su amigo Fidel Castro, tratara de ablandar a la guerrilla y mejorar la imagen de Colombia.

Juan Manuel Santos

Juan Manuel Santos, de 46 años, es hijo de una de las familias liberales con más poder en Colombia. Es sobrino-nieto del ex presidente Eduardo Santos y uno de los herederos del diario El Tiempo, el más influyente del país. Economista y administrador de empresas, Santos fue delegado en la Organización Mundial del Café en Londres.

Bajo el mandato de César Gaviria, inauguró el Ministerio de Comercio Exterior y lo convirtió en motor de la apertura económica. Fue colega y antagonista de Ernesto Samper.

Cuando estalló el escándalo por uso de dinero del narcotráfico en la financiación de la campaña samperista, fue de los primeros en pedir la dimisión del primer mandatario. Preside la Fundación Buen Gobierno, en la que ha montado un marco internacional de debate de los problemas de Colombia.

Ernesto Samper

La portada de la revista Newsweek, en su edición de esta semana, está dedicada al presidente Ernesto Samper. «El presidente que le falló a Colombia», es el titular. Y esta frase refleja la frustración de un amplio sector de la población que lo ve como un mal presidente.

Es el mandatario más cuestionado y el protagonista del mayor escándalo político de la historia reciente de este país. A este abogado y economista de 47 años, hasta sus mayores enemigos le reconocen su habilidad política, que le ha permitido mantenerse en la cuerda floja durante tres años. Otros, sin embargo, ven en esa habilidad una gran dosis de cinismo.

Aunque la paz fue una de las propuestas que más le dio votos, las cifras dicen que el poder de los paramilitares y de la guerrilla y el número de muertos y de desplazados se ha desbordado durante su mandato.

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