![]() Domingo 31 agosto 1997 - Nº 485
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TIM COONE
Trasladada a remotas pistas de aterrizaje en aviones bimotores y reactores de ejecutivos, la droga hace su último trayecto a través de la frontera de EE UU en camiones de falso fondo, a lomos de mulas, o puede que en yates que zarpan de puertos deportivos como el de San Carlos, en la costa del Pacífico al norte de Guaymas. Otras drogas cultivadas en México, como la marihuana y el opio, también consiguen llegar al norte en grandes cantidades de la misma manera.
Según un detective con muchos años de experiencia en el campo, que expresó su deseo de que no se revelase su identidad, mientras las drogas van en una dirección, el dinero de ese tráfico regresa en la otra, a menudo en los mismos contenedores de falso fondo, yates y mulas en los que la droga llegó al Norte.
El dinero es invertido en propiedades inmobiliarias, en los mercados de renta variable y renta fija de México, y hasta en proyectos de obras públicas perfectamente visibles, para recompensar a los políticos locales por su patrocinio y protección y ayudarles a ganar algunos votos en las siguientes elecciones.
El blanqueo de dinero fue definido en 1990 por el Subcomité de Relaciones Exteriores para Narcóticos y Terrorismo del Senado de EE UU como «la conversión de beneficios procedentes de actividades ilegales en activos financieros que parecen tener orígenes legítimos».
Los investigadores estadounidenses y mexicanos calculan prudentemente que los beneficios del tráfico de estupefacientes entre Latinoamérica y EE UU blanqueados a través de México oscilan entre los 10.000 y 15.000 millones de dólares anuales aproximadamente (entre 1,5 y 2,3 billones de pesetas), lo cual equivale más o menos a entre un 3% y un 5% del PIB de México.
Los organismos antidroga estadounidenses calculan que las organizaciones de narcotraficantes con sede en México controlan la introducción en EE UU de varios cientos de toneladas de cocaína (lo cual se cree que representa entre el 50% y el 60% aproximadamente de los cargamentos de cocaína de Suramérica con destino a EE UU), entre cinco y seis toneladas de heroína y hasta 7.000 toneladas de marihuana, lo cual también convierte a México en el mayor proveedor extranjero de marihuana del mercado de EE UU. Dadas las dimensiones del tráfico y los cientos de miles de millones de dólares implicados al precio de la calle, cabe la posibilidad de que el cálculo de unos beneficios anuales de entre 10.000 y 15.000 millones de dólares que se sospecha que están siendo blanqueados a través de México se quede considerablemente corto.
Para un país en vías de desarrollo cuyo crecimiento del PIB anual alcanzó una media de sólo un 4% en los cinco años anteriores a la crisis económica de 1995, este flujo de capital representa la diferencia entre el crecimiento y el estancamiento o, lo que es peor, la recesión, a nivel macroeconómico. El dilema de México en su lucha contra el narcotráfico es que, si quisiera detener con éxito el flujo de dinero blanqueado por medio del sistema financiero mexicano, podría desestabilizar seriamente la economía.
Es difícil obtener cifras precisas sobre el alcance del negocio porque los blanqueadores de dinero, por definición, borran sus huellas. Los bancos mexicanos, atados de pies y manos económicamente, se niegan a facilitar cálculos sobre el alcance del negocio y, por descontado, a reconocer que participan en él.
Según un informe dado a conocer en marzo procedente de la Oficina del Departamento de Estado de EE UU para Asuntos Internacionales relacionados con Narcóticos y la Aplicación de la Ley, «en vista de los estrechos vínculos entre los sistemas financieros de los dos países y la ausencia de controles adecuados en el sistema mexicano, México se ha convertido en un importante centro de blanqueo de dinero y en el punto internacional preferido para colocar dólares. Los carteles de droga blanquean los beneficios de la delincuencia en empresas legales de EE UU y de México».
Si los beneficios alcanzan los 15.000 millones de dólares, eso equivaldría aproximadamente al 20% de toda la cartera de préstamos de la banca mexicana. Según la Comisión Nacional de Banca de México, a finales de 1996 la banca tenía un total de 141.000 millones de dólares en activos, de los cuales alrededor de la mitad estaba en préstamos y el resto se invertía en bonos e instrumentos financieros de los sectores privado y público. Por consiguiente, la liquidez del sistema bancario debe verse considerablemente afectada por estos importantes flujos de dinero en efectivo procedente de la droga, que influyen en la economía. Si se interrumpieran, lo mismo ocurriría con la ya muy estirada oferta de créditos de los bancos. Cuando se instó a Miguel Mancera, presidente del banco central de México, a que explicase hasta qué punto le parecía importante la influencia del blanqueo de dinero en la economía mexicana, respondió: «Es muy difícil separar las transacciones legales de las ilegales».
Al estar implicadas cantidades tan grandes, el dinero que está siendo blanqueado debe de introducirse en el sistema bancario en algún momento a través de depósitos en efectivo o de instrumentos monetarios y, por consiguiente, puede ser controlado. A finales de año se efectuará la declaración de transacciones superiores a los 10.000 dólares, conforme a la legislación recientemente aprobada, que equipara las normas de México para la declaración de operaciones financieras con las de EE UU.
La utilización de informes sobre actividades sospechosas obliga a los blanqueadores de dinero a recurrir al pitufeo, o smurfing, como se denomina en EE UU, país en el que se introdujeron por primera vez estas disposiciones. El pitufeo implica el empleo de cientos y quizá de miles de agentes que hacen las veces de recaderos con dinero y que hacen más o menos la misma cantidad de pequeñas transacciones justo por debajo del límite de 10.000 dólares, a partir del cual hay que declarar. En México se cree que las casas de cambio de divisas que hay a lo largo de la frontera con EE UU son el primer punto de entrada de los fondos introducidos por este procedimiento en el sistema bancario mexicano.
Sin embargo, las concentraciones de efectivo a mayor escala se pueden disfrazar antes de que entren en el sistema bancario para evitar su detección y una investigación sobre actividades sospechosas, pero exigen tapaderas empresariales legales que, por lo general, mueven grandes flujos de efectivo, como supermercados, cadenas de farmacias, franquicias y grandes operaciones de venta al por menor. El efectivo procedente del narcotráfico introducido clandestinamente se mezcla con la facturación de ventas legales. Esto también permite a este negocio competir reñidamente con un rival que no tenga nada que ver con el tráfico de estupefacientes, poniendo precios demasiado bajos y obligándolo así a abandonar el negocio. Por consiguiente, los narcotraficantes pueden consolidar más su posición en segmentos concretos del mercado de venta al por menor. Según Pascal Feria, jefe de la Asociación Farmacéutica del Valle de México, existen pruebas de que los blanqueadores de dinero tienen previsto introducirse en el sector farmacéutico mexicano y abrir sus propias cadenas de farmacias, como han hecho en Colombia. Feria afirma que esto arruinaría a miles de farmacias, muchas de las cuales son pequeñas empresas familiares.
La devaluación de 1994 en México constituyó una gran oportunidad para los que se dedicaban a reciclar narcodólares. Grandes empresas de venta al por menor se podían comprar a mitad del precio en que estaban valoradas apenas unos meses antes.
Un agente de bolsa estadounidense, que prefiere mantener su anonimato, afirma desde Ciudad de México: «Sé que gran parte del dinero que entró en el mercado mexicano después de la devaluación de diciembre de 1994 procedía del narcotráfico. El negocio que generaba contribuyó a salvar a muchos bancos en pleno apogeo de la crisis de préstamos impagados que se produjo a continuación». Se cree que el eje del sistema financiero de México, sus bancos, está a tiro de piedra de los blanqueadores de dinero.
«La primera fase en la que el efectivo entra en el sistema es vital. Es cuando los blanqueadores de dinero son más vulnerables», dice un detective con gran experiencia. «Una vez que el dinero se ha introducido en el sistema bancario, con cada transferencia se vuelve cada vez más difícil seguir la pista de los negocios ilegales. Después de una cadena de transferencias, los fondos parecen legítimos».
Un método menos seguro que utilizan los funcionarios corruptos del Gobierno para ocultar decenas de millones de dólares es el de las cuentas bancarias en el extranjero. Raúl Salinas, hermano mayor del ex presidente Carlos Salinas, lleva en la cárcel desde 1995 acusado de fraude, conspiración de asesinato y blanqueo de dinero, una acusación correspondiente al periodo en que dirigía Conasupo, un organismo mexicano de distribución de comida para los pobres, y en que se realizaron depósitos de unos 80 millones de dólares en sus cuentas personales en Suiza.
Una investigación sobre el caso Conasupo llevada a cabo por un comité del Congreso mexicano fue interrumpida el pasado mes de septiembre por miembros del comité afiliados al partido en el poder (PRI) antes de que consiguiera demostrar el blanqueo de dinero y los posibles vínculos con otras figuras destacadas de la política y el mundo empresarial de México.
Hasta el presidente Ernesto Zedillo ha dicho en repetidas ocasiones que el narcotráfico es ahora el principal problema de seguridad de México, y lo mismo hizo el ministro de Justicia, Antonio Lozano García, que dirigió la lucha contra el crimen organizado hasta que fue repentinamente despedido por Zedillo en diciembre pasado.
Durante la visita del presidente Bill Clinton a México a principios de este año, se dio máxima prioridad a las cuestiones del narcotráfico y el blanqueo de dinero. Pero «la persistente corrupción en todos los niveles del Gobierno, los frecuentes cambios de personal y la falta de continuidad en los compromisos del Gobierno se han combinado para entorpecer la capacidad de México de poner en práctica su estrategia antidroga», se afirmaba en un informe del Departamento de Estado de EE UU.
Cada vez son más los escépticos que dudan que la lucha contra el negocio del blanqueo de dinero sea una forma muy eficaz de atajar el tráfico de drogas. Como escribió hace varios años un importante criminólogo, «el problema del blanqueo de los beneficios procedentes de las drogas no se puede resolver, en última instancia, hasta que no deje de haber beneficios que blanquear». © Latin Trade |
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