Temor en Washington a que la violencia de los 'narcos' en la frontera mexicana pase a EE UU
ANTONIO O. ÁVILA,
México
Todos los carteles mexicanos tienen contactos en la «frontera caliente», pero actualmente son dos los más mencionados por su presunto control del mundo de los estupefacientes: el de Tijuana, que comandan los hermanos Arellano Félix y el de Juárez, cuyos herederos todavía no están plenamente identificados por las autoridades. En Tijuana y Ciudad Juárez, ambas fronterizas con EE UU, los muertos en supuestos ajustes de cuentas de narcos suman decenas en los últimos meses.
Ola sangrienta
La ola sangrienta se levantó el 4 de julio, cuando Carrillo Fuentes, El señor de los cielos, murió en una clínica de la Ciudad de México, tras ser sometido a una complicada cirugía estética. Las autoridades todavía no han determinado si El Señor de los cielos fue víctima de un atentado de bandas contrarias o simplemente un fallo imprudente de su equipo de médicos.
En círculos policiales se habla de la posibilidad de que haya estallado una «guerra de narcos» por la herencia de Carrillo Fuentes, pero otras versiones -ninguna oficial- apuntan hacia el «corte de cabos sueltos», es decir, la eliminación de gente que «sabía demasiado y era peligrosa en las calles».
En ese terreno se inscribe la muerte de los cuatro médicos de Ciudad Juárez, que presuntamente atendieron a un herido de bala, y que aparecieron ahorcados el pasado fin de semana.
Ciudad Juárez ha sido centro de una violencia incesante. Apenas hace 21 días, un grupo de hombres armados con cuernos de chivo (rifles de asalto AK-47) entró en un restaurante y asesinó a cinco personas a plena luz del día. Al parecer, su blanco era Alfonso Corral Oláguez, un hombre al que se ha mencionado como informador de la agencia estadounidense antinarcóticos (DEA) o miembro de una banda de traficantes.
En medio del atentado colectivo, el asesinato de los médicos y un clima de impunidad, un comando de hombres que vestían ropas similares a las de la Policía Judicial Federal secuestró a siete personas. En Guadalajara (noroccidente), también se acumulan los cadáveres.
En ese centro urbano, preferido por los jefes mafiosos para edificar sus casas familiares y poner a salvo sus fortunas, algunas muertes se ligan al proceso del general Jesús Gutiérrez Rebollo, arrestado en febrero cuando era el coordinador de la lucha mexicana contra el narcotráfico.
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La frontera que separa México de EE UU siempre ha sido caliente, y los problemas políticos, sociales y comerciales, una constante. Pero ahora, la sangre que dejan los ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes comienza a salpicar a ambos lados del Río Bravo. En el último incidente, cuatro médicos fueron asesinados en Ciudad Juárez este fin de semana. Con este fondo rojo, el zar antidroga de EE UU, general Barry McCaffrey, calificó la situación de «amenaza gigantesca en pleno crecimiento». Washington teme que esta guerra acabe saltando la frontera .
En ese escenario, Barry McCaffrey ha dicho que los narcotraficantes que operan en la frontera amenazan a autoridades y civiles de su país. La ola de violencia crece y el hombre del combate a las drogas ha manifestado que «esto pasa a lo largo de toda la frontera: funcionarios judiciales estadounidenses muertos, civiles muertos, secuestros, corrupción de alcaldes, comisarios y policías locales, compras a la fuerza de propiedades estadounidenses, intimidación de testigos».
de un coche tras sufrir un tiroteo el 14 de agosto
en la capital mexicana (Reuter).