El País Digita
Sábado
18 octubre
1997 - Nº 533



Castro despide al Che como a un héroe vivo que regresa a casa

MAURICIO VICENT, Santa Clara
Treinta años después de su muerte en Bolivia, Ernesto Che Guevara descansa desde ayer en un mausoleo de helechos y mármol bravo que simula ser una gruta guerrillera en Santa Clara. Allí, en la ciudad que él conquistó el 31 de diciembre de 1958, sus restos fueron inhumados poco después de salir el sol con honores militares y ante un Fidel Castro emocionado. Castro despidió a su viejo compañero de armas sin derrotismo, como a un héroe vivo o a un Quijote de la revolución que regresa a casa en momentos difíciles para «reforzar» la causa del socialismo y de la patria.


La multitud, con retratos del Che, Fidel
y Raúl Castro ayer en Santa Clara (Ap).
«No venimos a despedir al Che, venimos a recibirlo», dijo Castro con voz entrecortada ante decenas de miles de personas que se concentraron en la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara. El presidente cubano aseguró que veía al Che y a los seis guerrilleros que ayer fueron enterrados con él, «como un refuerzo, un destacamento de hombres invencibles que llegan a luchar» junto al pueblo cubano. «Gracias Che por tu vida y ejemplo, gracias por venir a reforzarnos en esta difícil lucha que estamos librando hoy para salvar las ideas por las que tanto luchamos, para salvar la revolución y las conquistas del socialismo, y resistir el bloqueo».

Castro dijo que el ejemplo del Che estaba más vivo que nunca, pero no sólo en Cuba, sino en todo el mundo, y llamó la atención sobre el hecho que hubiese un militar estadounidense en La Higuera el día que mataron al Che. «Los que te mataron no supieron comprender que seguirías siendo siempre el símbolo de todos los pobres de esta tierra», afirmó el líder cubano en un breve pero sentido discurso que leyó sin improvisar.

Los funerales del Che comenzaron a las 8:30 de la mañana, cuando un convoy formado por siete jeeps militares llegó a la Biblioteca Provincial José Martí de Santa Clara. Desde el miércoles, allí estuvieron expuestos los restos del Che y de los cubanos Carlos Coello (Tuma), Alberto Fernandez Montes de Oca (Pacho), Olo Pantoja (Olo), René Martínez Tamayo (Arturo), el boliviano Simeón Cuba Sarabia (Willi) y el peruano Juan Pablo Chang (Chino), quienes cayeron junto a él en Bolivia.

Un cordón de miles de pioneros escoltó el paso de la caravana militar por la calle Tristá durante un trayecto de dos kilómetros hasta desmbocar en la plaza. Esperaban en la tribuna Fidel y el jefe del Ejército cubano Raúl Castro, la viuda del Che, Aleida March, el ex ministro del Interior Ramiro Valdés, y todos los amigos y compañeros de armas de Ernesto Guevara. También estaban dirigentes de movimientos de la izquierda latinoamericana como el secretario general del nicaragüense frente Sandinista, Daniel Ortega, o el líder del salvadoreño Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, Shafik Handal.

Un coro de niños entonó la conocida canción de Carlos Puebla Hasta siempre Comandante, y tropas del Ejército realizaron una parada militar que estuvo dirigida por Harry Villegas, sobreviviente de la guerrilla del Che en Bolivia, y por el general de división Ramón Pardo Guerra, uno de los principales compañeros de armas del Che en la Sierra Maestra y en la batalla de Santa Clara. El cantante Silvio Rodríguez cantó La Era está pariendo un corazón momentos antes de que se procediese a la inhumación de los restos de los guerrilleros en el pequeño mausoleo construido recientemente en la plaza tras ser descubiertos en Bolivia los restos del Che.

El último descanso

En el mausoleo, bajo la atenta mirada de Fidel Castro, dos soldados con uniforme de gala y guantes blancos introdujeron el pequeño ataúd con los restos del Che Guevara en una pared de mármol donde hay horadados 19 nichos para acoger al resto de los guerrilleros cubanos muertos en Bolivia. De momento, sólo hay siete nichos ocupados.

Castro saludó personalmente a todos los familiares, y luego, en medio de un silencio sepulcral, encendió con una antorcha una llama que arderá eternamente dentro del recinto, que está decorado con helechos de la sierra del Escambray, donde el Che instaló la comandancia desde donde partió a conquistar Santa Clara. Tras la ceromonia, sonaron 21 salvas de artillería y todas las sirenas y alarmas del país sonaron al unísono, como último homenaje al Che Guevara.

Una ciudad revolucionaria

M. V. , La Habana
Santa Clara fue la ciudad que tomó Ernesto Che Guevara el 31 de diciembre de 1958 después de una batalla relámpago de cuatro días, que le consagró como estratega militar y uno de los comandantes rebeldes más queridos por la población cubana. Las huellas de aquellos combates todavía se ven en el centro de la ciudad, por ejemplo en la fachada del hotel Santa Clara Libre, donde las autoridades conservan como una reliquia los disparos de aquellos días de revolución.

Frente al hotel, en el parque Leoncio Vidal, nombre del último cuartel que Ernesto Guevara tomó ya el 1 de enero de 1959 sin disparar un solo tiro, también está el antiguo Palacio Presidencial, hoy la biblioteca José Martí, por donde estos dos días han pasado más de cien mil personas a rendir el ultimo homenaje al Che antes de que sus restos fueran inhumados.

Guardia de honor

Allí, el jueves por la noche, un grupo de más de 100 veteranos de la columna invasora Ciro Redondo que combatieron toda la guerra con el Che, hicieron una guardia de honor en la biblioteca en presencia de su viuda, Aleida March.

En las calles también hubo homenajes populares, como el que se realizó en el barrio del Condado, un reparto de casas en mal estado y algunas chabolas que queda frente a la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara, donde ayer fue inhumado el guerrillero. Allí, por el jueves por la noche, un grupo de niños dio también su último adiós al héroe nacional.

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