El País Digital
Jueves
11 septiembre
1997 - Nº 496


Chile vive hoy su último 11 de septiembre con Pinochet como jefe del Ejército

MANUEL DÉLANO, Santiago
Una generación completa de chilenos, los que hoy son menores de 24 años, no vivió el 11 de septiembre de 1973, día en que las Fuerzas Armadas, organizadas en lo que inicialmente fue la Junta Militar y después la dictadura del general Augusto Pinochet, abatieron en forma cruenta la democracia, después de bombardear el palacio de la Moneda, donde el entonces presidente socialista, Salvador Allende, prefirió el suicidio a rendir su convicción democrática. Para muchos de los mayores de esa edad, sin embargo, la fecha reviste un carácter emblemático y no deja espacio a la indiferencia.


La policía impedía ayer a varios diputados socialistas
depositar un ramo en memoria de Allende (Reuter).
Según de quien se trate, hoy se conmemora o se celebra en Chile el último once -como se llama en el país a la fecha- en que Pinochet estará como jefe del Ejército. En marzo de 1998, el ex dictador deberá dejar su cargo por imperativo constitucional.

Como ya es tradición, actos de muy diferente signo marcarán el día. En el palacio presidencial se realizará una misa en homenaje a las víctimas y se colocarán ofrendas florales junto a la salida lateral de La Moneda -que ya no existe como tal, pues fue tapiada durante el Gobierno militar-, por donde salieron los defensores de la democracia. Organismos de derechos humanos han convocado una marcha desde el centro de Santiago que se dirigirá hasta la tumba de Allende, en el Cementerio General. Por la noche, la misma caravana prenderá velas frente al Estadio Nacional, que fue usado como recinto de detención de prisioneros por los militares, y donde estaba situada la residencia del depuesto presidente.

En cambio, quienes valoran el pronunciamiento -así bautizaron al golpe de Estado- como una gesta que liberó a Chile de las garras del marxismo, rendirán a Pinochet su último homenaje como jefe del Ejército. Primero, frente a su domicilio y, después, en los alrededores de la Escuela Militar de Oficiales.

La atmósfera previa al aniversario viene sazonada por dos polémicas: la que han ocasionado las reiteradas advertencias del Gobierno, según el cual se prepara un clima de violencia mayor que en otras ocasiones, y la del malestar que provoca en los partidos de izquierda y centro el hecho de que el día continúe como festivo, a pesar de que para muchos no lo es.

Hace una semana, el ministro del Interior, Carlos Figueroa, aseguró tener información sobre la pretensión de incrementar el nivel de conflictividad el 11 de septiembre. «Estamos preparándonos para establecer una vigilancia policial estricta», apuntó. Según el ministro, no se necesita ser «un especialista de inteligencia» para advertir que en esta fecha, en que se acerca el fin de la gestión de Pinochet en el Ejército, se producirán manifestaciones de celebración y protesta.

El martes, las advertencias de Figueroa recayeron sobre los actos de universitarios de izquierda. Sólo entre el lunes y martes, 62 estudiantes fueron detenidos en diferentes universidades del país, después de que grupos de manifestantes arrojaron cócteles mólotov y piedras, que la policía disolvió empleando gases y chorros de agua. «El 11 tiene un escenario ya dibujado en estos años. Sabemos dónde se producen (los actos violentos) y quiénes los convocan, en el mal sentido», añadió el ministro. El jefe de la policía de Carabineros, el general Fernando Cordero, señaló que todo el personal de su institución estará hoy en las calles para «resguardar la tranquilidad».

Las declaraciones de Figueroa fueron rebatidas, no sólo desde sectores opuestos, sino también desde las filas de su propio partido. El diputado democristiano, Jorge Pizarro, afirmó que el ministro del Interior «genera y anticipa un clima de enfrentamiento que no tiene por qué existir en el país», al tiempo que desmintió que a la manifestación que marchará hacia la tumba de Allende se le impida pasar junto al palacio presidencial.

Para la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Sola Sierra, las afirmaciones de Figueroa constituyen «una provocación y un intento por atemorizar a la gente para que no participe en los actos programados». «Si el Gobierno tiene información de que se preparan actos violentos», agregó, «lo que corresponde es que tome las medidas necesarias para prevenirlos, sin caer en la represión excesiva». Por su parte, el vicecomandante del Ejército y actual número dos de Pinochet, el general Guillermo Garín, aseguró confiar ese día en el triunfo de «la moderación» y desmintió que el aniversario sea especial para su institución, pues «se celebrará con la austeridad que ha sido característica».

También desató polémica que el 11 prosiga como día festivo. El Parlamento rechazó a finales de julio un proyecto presentado por un senador de izquierdas para que esta fecha pasara a ser un día hábil. Sin embargo, varios diputados de izquierda y centro ya han anunciado que insistirán en la idea. Para Pizarro, este aniversario «es un día de dolor y no para festejar, que debe llamarnos a reflexionar», y que «no significa borrar lo ocurrido, sino evitar la formación de un ambiente bélico, agresivo».

En una entrevista al diario La Época , la viuda de Allende, Hortensia Bussi, afirmaba seguir sintiendo «la misma indignación, dolor, rabia e impotencia». Y se preguntaba: «¿Por qué festejar, cuando no hay nada que festejar?».

La policía hiere gravemente a un estudiante en la universidad

AGENCIAS , Santiago
La víspera del 24º aniversario del cruento golpe del general Augusto Pinochet no pasó ayer desapercibido en las calles de Santiago de Chile. Los temores a que hoy se produzcan enfrentamientos graves, algo que el Gobierno de Eduardo Frei ha venido denunciando en los últimos días, no son exagerados. El lunes y el martes tuvieron lugar numerosas protestas estudiantiles, uno de los bastiones contra la dictadura. La policía antidisturbios penetró en la Universidad con la intención de detener a unos jóvenes responsables de unos incidentes anteriores. En el forcejeo hubo detenidos y contusionados. Un estudiante resultó herido grave.

La Federación de Estudiantes de la Universidad Tecnológica Metropolitana (Utem) denunció ayer ante los medios de comunicación que Antonio Marchant, alumno de esa casa de estudios, recibió en la cabeza el impacto de una bomba lacrimógena durante los incidentes registrados junto a la zona universitaria de Santiago. Según las fuentes estudiantiles, el joven se encontraba en el interior del recinto, observando los incidentes entre grupos de personas y los Carabineros (policía militarizada), cuando resultó alcanzado por el proyectil, que le hirió de gravedad. Marchant sufre doble fractura craneana y hematomas cerebrales, señaló la fuente.

Organizaciones vinculadas tanto a los militares como a la defensa de los derechos humanos han anunciado diferentes formas de conmemorar el aniversario del 11 de septiembre de 1973, que van desde saludos de agradecimiento y comidas en homenaje a Pinochet hasta vigilias y marchas al cementerio en recuerdo a las víctimas de la represión castrense.

El Gobierno chileno ha reconocido que puede haber hoy graves desórdenes, e incluso la Embajada de EE UU en Santiago ha recomendado a los norteamericanos residentes o visitantes en Chile que se abstengan de visitar el centro de la ciudad ante la posibilidad de disturbios.

El presidente chileno, Eduardo Frei, reconoció ayer que el 11 de septiembre no es una fecha que sirve para unir a los chilenos. «El 11 no es una fecha que una a la sociedad chilena, más bien la divide, y mi obligación como presidente y la de todos los dirigentes de este país es buscar los caminos de reconciliación, los caminos de unidad nacional y tener la capacidad de mirar hacia el futuro». Y agregó que ésta es una fecha para reflexionar, y pidió «tranquilidad» a todos los sectores del país, pues la violencia «a nada conduce», al tiempo que aseguró que las fuerzas del orden y seguridad no permitirán desmanes y resguardarán la seguridad ciudadana.

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