INTERNACIONAL
08/02/97

CARLOS VILLALABA / AP
Miles de ecuatorianos seguían exigiendo ayer la renuncia efectiva de Abdalá Bucaram ante el palacio presidencial de Quito



El Ejército seguía ayer sin inclinarse mientras más de cien mil personas se agolpaban ante el palacio donde se refugia Bucaram
La crisis política ecuatoriana

Tres políticos se proclaman "presidente" en un Ecuador sumido en el total desconcierto

JOAQUIM IBARZ
Enviado especial

QUITO. -- Ecuador quedó ayer sumido en el caos político e institucional, con unas fuerzas armadas perplejas que no saben a cuál de las tres personas que se proclaman presidente del país deben acatar: Fabián Alarcón (presidente del Congreso, que la Cámara ha elegido como jefe de Estado interino); Rosalía Arteaga (vicepresidenta, que se ha proclamado jefa de Estado argumentando que el cargo le corresponde), y el hasta ahora presidente, Abdalá Bucaram estaba ayer atrincherado en el palacio presidencial mientras más de cien mil personas se apiñaban cerca del edificio exigiendo su renuncia.
Ayer, el Ejército parecía lejos de apoyar a Bucaram: el general Paco Moncayo, jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas, decidió no aplicar --e incluso desautorizar-- el estado de emergencia y la suspensión de las garantías constitucionales decretado por el ministro de Defensa, general Víctor Bayas. Las fuerzas armadas, sin embargo, se ven empujadas a hacer algo. La ingobernabilidad provoca que un número creciente de sectores pidan la intervención del Ejército para llenar el vacío político y resolver con rapidez el conflicto.
En los cuarteles se percibe un cada vez más fuerte malestar por el creciente caos. De momento, los militares se muestran neutrales a la espera de que los partidos y dirigentes cívicos hallen una urgente solución pacífica. Sin embargo, son cada vez más las voces que empujan a los militares a intervenir para sacar a Bucaram de palacio.
El ex presidente Febres Cordero pidió en forma abierta la intervención directa del Ejército para evitar que el país caiga en el enfrentamiento gravísimo. "De no hacerlo, las fuerzas armadas serán responsables del caos", dijo Febres. Otro ex presidente, Rodrigo Borja, dijo que "hay que sacar a Bucaram a puntapiés". El ex candidato presidencial Jaime Nebot dijo aún más: "Las Fuerzas Armadas están incurriendo en desobediencia al no acatar las órdenes de Fabián Alarcón, deben actuar para acabar con el caos y el desgobierno". La crisis se eleva de nivel a medida que pasan las horas (en varias ciudades se han producido enfrentamientos entre manifestantes contrarios a Bucaram y la policía), y los ecuatorianos están perplejos y hasta avergonzados por un espectáculo propio de una república bananera. La insólita existencia de tres personas que se proclaman presidente ha creado una situación de desconcierto.
El Congreso destituyó a Bucaram por "enajenación mental" y eligió como presidente a Fabián Alarcón, que hasta ahora ocupaba la presidencia del órgano legislativo, en una votación dudosa y discutida, y con tan sólo el apoyo de 44 de los 82 diputados (34 votaron en contra y se abstuvieron los dos hermanos de Bucaram). Algunos constitucionalistas señalaron que era poco legal que con una mayoría simple se pueda destituir a un jefe de Estado y elegir a su sustituto.

Nadie "mueve ficha"
Los tres "presidentes" se mantenían ayer firmes en su "cargo". Rosalía Arteaga sostenía que debe convocarse un referéndum para que el pueblo diga cuál de los tres presidentes quiere. Bucaram se mostraba dispuesto a someterse a un "juicio político" y proponía la convocatoria de un "diálogo nacional". Y Fabián Alarcón daba a Bucaram de plazo hasta las 18.00 (hora local) para que abandonara el palacio presidencial (uno de los eslóganes que gritaba la multitud era "Bucaram, vete o iremos a sacarte").
A la hora de cerrar esta edición, columnas de soldados fuertemente armados se dirigían hacia el centro de Quito, mientras Bucaram seguía atrincherado en el palacio presidencial, rodeado de su escolta militar y asegurando que no dejará la presidencia hasta que no termine su mandato, el 10 de agosto del 2000. Con voz que quería ser enérgica, dijo que por mandato constitucional lidera las fuerzas armadas.


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