El País Digital

Lunes
5 mayo
1997

La oposición • Las actitudes del PSOE y de IU

Tres meses de carencia


Felipe González y Julio Anguita, en los pasillos
del Congreso (Julio 1996) (L. Magán).
ANABEL DÍEZ
RODOLFO SERRANO
Denuncia, autojustificación y alternativa. Éstas son las principales características de la forma de hacer oposición del PSOE en este primer año de gobierno del Partido Popular; o mejor, de los últimos nueve meses, dado que durante el primer trimestre el PSOE se constriñó, no sin cierta perplejidad de sus bases, a la instrucción de su secretario general, Felipe González, de ser elegantes y dejar a los nuevos gobernantes que tomaran tierra.

Desde el día de la victoria electoral del PP, 3 de marzo, hasta que formó Gobierno el 5 de mayo, la actitud de la cúpula del PSOE fue de afectada elegancia: dejadles que con tranquilidad y sosiego intenten formar una mayoría que les lleve a la estabilidad parlamentaria. El tono magnánimo irritaba sobremanera a los ganadores. Los primeros parecían todavía no del todo conscientes de que ya no gobernaban y los segundos tenían necesidad de repetirse que habían ganado las elecciones.

El propio González es el que ha marcado las nuevas pautas de oponerse al Gobierno, denunciando todos los días desde hace dos semanas que el Ejecutivo es débil porque son otras las manos que mecen la cuna del Estado. Así, su oposición no es sólo al Gobierno, sino a algunos medios de comunicación y a «una minoría de jueces». Situación inédita e insólita en estos 20 años de democracia. De momento, en el PSOE aseguran ser conscientes de que ese mensaje no es del todo comprensible para la inmensa mayoría, pero insistirán porque prevén que el Gobierno no cejará en su intento de inhabilitarles. Se piden a sí mismos paciencia para demostrar que hay datos que así lo avalan y no una suerte de paranoia obsesiva.

En este año, el PSOE e Izquierda Unida se han intercambiado lindezas propias de quienes se disputan parte del mismo electorado. Para los socialistas, la coalición de Julio Anguita se ocupa más de arremeter contra ellos que del Gobierno, lo que no es del todo cierto si se atienden las votaciones en las que socialistas e izquierdistas han votado juntos. «IU vota con quien le da la gana». Fue Julio Anguita quien dio hace unos días esta razón de tanto calado político para justificar las votaciones de Izquierda Unida junto al PP en los debates de la televisión digital.

La discusión de los Presupuestos fue el primer asunto importante contra el Gobierno. La mayoría parlamentaria aprobó sin problemas sus grandes cifras y el PSOE salió satisfecho del papel representado por sus parlamentarios José Borrell y Juan Manuel Eguiagaray.

El PSOE recibió un mazazo inesperado cuando el presidente del Gobierno, José María Aznar, les denunció por haber favorecido a sus amigos con una amnistía fiscal por valor de 200.000 millones. Pero la táctica de hacer «oposición de la oposición» no ha dado, de momento, los resultados perseguidos y amenaza al PP con volvérsele en contra. Los socialistas consideran que los datos aportados no demuestran esas acusaciones. Los altos cargos de Hacienda han admitido no tener pruebas de ese amiguismo, y los numerosos errores y contradicciones en las listas de expedientes fiscales supuestamente prescritos tampoco permiten hablar de negligencia.

En los primeros pasos de la comisión de investigación del Congreso, el PP sólo ha conseguido el apoyo incondicional de Coalición Canaria.

En paralelo a la trifulca de los expedientes de Hacienda, el PSOE cogió el hueso de la financiación autonómica y se consideró acertado al comprobar que las encuestas reflejaban cierto desasosiego entre los ciudadanos por el «futuro de España» como un todo. Van a romper «la unidad fiscal», repitieron, y luego plantearon recursos de inconstitucionalidad.

Los pactos entre patronal y sindicatos con la bendición del Gobierno han dejado al PSOE con un flanco menos para la crítica. La lucha contra el terrorismo y la política exterior son los dos únicos asuntos de la agenda política que el PSOE excluye de la pelea, aunque haya habido algunas escaramuzas a propósito de Cuba. El objetivo de que España entre en la moneda única forma ya parte del ideario de los socialistas, por lo que no pueden permitirse ni un solo desliz en el camino que conduce al examen de la primavera de 1998.

Aun así, opinan que les queda mucho campo de oposición. La vigilancia hacia los derroteros que tomen la educación y la sanidad se considera «asunto estratégico». Y queda otro campo: las libertades.

En su resumen, el PSOE suele olvidar otra de las tareas que tantas energías le cuestan, cual es justificar lo que hicieron y lo que dejaron de hacer en 13 años.

También encuentra dificultades Izquierda Unida para hacer una oposición que llegue de manera nítida a la calle. Anguita no ha ocultado nunca su buena sintonía con el presidente del Gobierno, José María Aznar, con quien, por cierto, se ha entrevistado en un año tantas veces como con Felipe González en 13.

Durante los últimos 12 meses, IU no ha sido capaz de romper la inercia de su oposición obsesiva a Felipe González. Y su actividad política ha seguido centrada en la crítica al pasado más que en el seguimiento de oposición al presente.

En este año, José María Aznar no ha sido el antagonista político de Julio Anguita. «Personalmente, qué bien me entiendo con él», ha llegado a decir el líder de IU.

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