Una forma, un poco suspicaz, de sospechar qué ofrece el carnaval en Panamá
es la insistente campaña de las autoridades y medios de comunicación
aconsejando el uso de profilácticos en estas fiestas del Dios Momo. Sin
embargo, esta versión de los carnavales es solo parcial pues en adición a
conseguir un fugaz "amor" de 4 días, las fiestas dan para todos los gustos y
todas la personalidades. Eso sí, una mínima disposición para liberarse es
necesaria y añadirse, como mínimo, al acompañamiento rítmico, bullicioso y
alegre de la música que invadirá casi todo el país a partir del viernes 7 de
febrero.
Los carnavales en Panamá son ya una costumbre popular muy arraigada. En la
ciudad de Panamá son, como ilustra el presidente Colombiano Ernesto Samper,
una montaña rusa con caídas libres y subidas lentas en cuanto a su éxito.
Pero en los últimos dos años el pueblo capitalino ha endosado el esfuerzo de
los organizadores y presentado espectáculos dignos y atractivos en los
desfiles y en los bailes populares. El merengue dominicano, la salsa
caribeña y ritmos más profanos como el rap y el reggae compiten con la
música típica panameña en la que se incluyen las famosas y alegres cumbias.
Luz María Beatriz
Chiari Jaen
Reina de Calle Abajo
Existen no menos de 10 pueblos donde hay agitación carnestoléndica notoria
y que vale la pena. Además de la capital, tenemos Colón, Chorrera, Capira,
Coronado, Parita, Chitré, Santiago, Los Santos y Penonomé. Pero, en el
interior los más famosos y lucidos son los carnavales de Las Tablas donde la
alegría y belleza de la mujer de esos lugares se une con un ritmo imparable
de baile, cantos y animación que se toma las calles.
Las Tablas es punto y aparte. Empezando por la rivalidad antiquísima de
dos grupos antagónicos en la festividad. La calle arriba y la calle abajo,
quienes además de presentar dos reinas distintas, hacen y deshacen para
conquistar la supremacía de la festividad del carnaval. En las mañanas
predominan los culecos que apegado a la tradición es echarle agua a alguien
del sexo opuesto como un gesto de coquetería y provocación.
Para que intentar narrar lo que es inarrable? Los carnavales de
Panamá hay que vivirlos. Bailarlos, reírlos, gozarlos. Evadirse durante 4
días de los estreses, los paradigmas y las normas. Como decíamos el año
anterior, quitarse la máscara que tenemos durante todo el año para ser uno
mismo, o ser como uno quiere ser.