38% de los venezolanos dejó de comer en restaurantes

  • Omaira Sayago

    El erosionado poder adquisitivo finalmente doblegó al venezolano y le obligó a eliminar la visita al restaurante, una de las pocas opciones que aún conservaba de lo que fuera su patrón de consumo en tiempos mejores. Así, 38% de los venezolanos dejó de comer en restaurantes, y tiene en la televisión su primera opción de esparcimiento.

    Las anteriores afirmaciones emanan del estudio que sobre el comportamiento del consumidor, realizó la agencia J. Walter Thompson de Venezuela, cuyos resultados fueron presentados ayer. La muestra estuvo integrada por 2.832 consumidores e incluyó en su composición una representación del 2% de la clase B, un 16% de la clase C, un 38% de la clase D y un 44% de la clase E, respetando así las proporciones socioeconómicas presentes en la población.

    Las familias no han renunciado al entretenimiento, pero lo han centrado en actividades hogareñas, como ver televisión o reunirse con amigos. Han disminuido drásticamente las visitas al cine, al teatro, a clubes e incluso a la montaña, no sólo porque significan un desembolso monetario, sino además porque la inseguridad ocasiona que los ciudadanos opten por quedarse en casa para no correr riesgos.

    El presupuesto familiar se distribuye de la siguiente manera: Mercado (víveres) 31%; transporte y/o vehículo 11%; vivienda/condominio 11%; servicio doméstico 8%; educación 10%; ahorro 10%; salud 6%; servicios públicos 7%; y diversión 6%.

    El mercado continúa siendo el principal factor de gasto, seguido por vehículo y transporte, vivienda y condominio. Esto demuestra que los principales rubros de gasto están orientados a la satisfacción de necesidades básicas e inmediatas, entre las que destacan comida y transporte. La Educación quedó relegada a un quinto lugar, ya que antes de pensar en ello deben superarse otras metas, como la alimentación. En un estudio similar realizado el año pasado, salud y diversión eran percibidos como gastos de emergencia, tendencia que aún se mantiene. Definitivamente, cualquier gasto imprevisto, como una ida obligada al médico por alguna dolencia (por muy leve que sea) o una comida en un restaurante escapa de la planificación y rompe el precario equilibrio tan arduamente mantenido.

    Según sea el nivel socioeconómico existe un grupo de alimentos que son considerados imprescindibles e imposibles de sustituir. Sin embargo, en la medida en que la clase social desciende, disminuye también la cantidad de productos considerados vitales, obviamente como resultado de la carencia. En cuanto a la lealtad de marca se observó que ésta se mantiene en productos como salsa de tomate, pastas, leche en polvo, café, arroz, mayonesa, harina de maíz y aceite.

    Un índice de 78% sobre la muestra consultada reportó que no hace pagos mensuales para adquirir vivienda propia, lo cual significa que, probablemente, o ya la tiene (clases A y B) o que ni siquiera están optando por ella.

    El estudio concluye que los consumidores están percibiendo un clima de incertidumbre, de continuos cambios y de escaso margen de predicción. Sienten frustración ante la pérdida de su calidad de vida. Es por ello que siguen avanzando en la reestructuración de su jerarquía de valores para adecuarla a sus posibilidades reales.