Pasado, Presente y Futuro Ahora que está terminando 1996, para dar paso a un año nuevo, bien vale la pena un somero recuento de la trayectoria que ha tenido en nuestro país la Industria sin Chimeneas. Voy a comenzar con una ojeada al camino recorrido. En Cierta ocasión - hace unos meses - mientras dictaba una charla en una de nuestras universidades, me atreví a decir que cuando se escriba la Historia del Turismo en Santo Domingo, habrá que decir que fue Rafael Leonidas Trujillo Molina, ese tirano de tan mala reputación que sojuzgó este país durante 32 años, el gobernante que inició el desarrollo turístico en la República Dominicana. Antes de Trujillo no había absolutamente nada en este aspecto. Y fue él, a partir de los años 30 hasta los 60, quién comenzó a car pasos eminentemente turísticos, que están ahí en nuestro pasado. Veamos:
A Trujillo, le siguieron sus presidentes títeres, que se limitaron a conservar lo que su jefe hizo en la materia. El presidente Balaguer, uno de ellos, fue el único que hizo una obra turística importante, un poco más tarde, durante su paso por el Poder, que se repitió media docena de vedes, dándole el récord como el presidente que más veces se sentó en la silla de los alfileres. La administración del Presidente Juan Bosco, que duró 7 meses, - de febrero 27 a septiembre 25 del año 63, - no llegó a cristalizar ninguno de sus planes, entre los cuales estaba al Puerto Libre de Samaná, magnífica ocurrencia que pudo haber sido muy positiva. Hay que decir, igualmente, - la historia es la historia y debe respetarse - que el proyecto del Festival del Merengue todavía vigente, fue concebido durante el gobierno de ese gran escritor dominicano, un señor Robiú, cuñado del Vice-presidente González Tamayo, quién ocupó el cargo de Director de Turismo en el efímero gobierno del Profesor Juan Bosco, parece ser que fue el padre de ese proyecto que me es atribuido a mí. En honor a la verdad, hay que decirlo, no fue idea mía. Pero eso sí, el Festival tuvo que esperar a caer en mis manos, para alcanzar una vivencia que se ha prolongado hasta ahora. Durante más de 7 años que me tocó dirigir el desarrollo turístico nacional, - después de resucitarlo, podría decirse - fue en ese período que se echaron las bases de ese desarrollo sectorial. A partir de entonces, el turismo llegó a convertirse en uno de los más avanzados del área caribeña, no obstante sus defectos. Fue entonces - y gracias al apoyo que el Presidente Balaguer ofreció - cuando se dieron los pasos más sólidos en la materia, sacando del décimo lugar a nuestro país para llevarlo a competir por el primero. (Debe recordarse que la UNESCO declaró que la República Dominicana se encontraba en la antesala como primer destino turístico caribeño, y que, muchos han afirmado ya que en materia de oferta habitacional, con sus 33 mil habitaciones, nuestro país tiene ya el primer lugar en la materia). En ese período, concretamente, se alcanzaron los siguientes logros:
Es así como las cifras millonarias que comienzan a barajarse en nuestras estadísticas, y, empiezan a tener un peso específico en los asuntos turísticos de la región del cual no se puede prescindir. Llegó el momento de la consolidación de la balanza turística nacional con un saldo favorable que fue alcanzado en el año 72, bajo mi persona incumbencia, por primera vez en este país, al registrar un superávit entre lo que gastaron los dominicanos en periplos turísticos por el mundo y los dólares que nos trajeren los turistas que nos visitaron en ese año. El número de turistas llegados al país ha comenzado a superar el millón de visitantes en una carrera que le ha permitido duplicarse, según, algunos estimados estadísticos, que si bien no son tan confiable, porque en esa materia estamos todavía un poco atrasados, la coincidencia entre varias cifras de distinta fuentes, nos lleva a otorgarles credibilidad. En cuanto al ingreso turístico anual, en moneda sólida, es decir en dólares, los últimos cálculos hablan de un millón y medio de dólares, lo cual es suficiente para empezar a entusiasmar a cualquiera. Tenemos que insertar aquí, con permiso del lector, una reflexión que ha empezado a revolotear en mi pantalla mental, con una insistencia, que obliga a tenerla en cuenta. Me estoy refiriendo al asuntito ese, del "todo incluido". Es decir, de esa modalidad que no sabemos quién se inventó - de seguro que no fue Tomás Cook, Kurf Kraft o Huneiker que consiste en ajustar a un precio económico todos los gastos personales de un excursionista turístico, en términos de boleto de pasaje, pago de hotel y consumo en general, sin que el turista tenga que gastar en nada más que los cigarrillos, si es fumador, o en la adquisición de cualquier chuchería barata en gift shop cualquiera. Esa modalidad, según algunos críticos - la mayoría - está conspirando contra nuestro desarrollo turístico porque está obligando a entregar al consumidor por poco dinero, en forma masiva, servicios cuya instalación ha costado mucho, así como su mantenimiento. Dicen algunos - y yo creo que no están equivocados que por ese camino se llega al deterioro forzoso de la oferta, y con lo que es peor, sin que haya reservas para su reparación o renovación. Otros entendidos en la materia están diciendo que hay que empezar ya a mejorar la calidad del Turismo en la República Dominicana. Esto es, que debemos poner los ojos en el "alto turismo", es decir, aquel que tiene dinero y que es espléndido al gastar. Un turismo de clase que produzca utilidades en la operación, en lugar de pérdidas. Para finalizar quiero decir que nuestro país ha tenido un gran triunfo al crear, con el esfuerzo mancomunado, en cierta forma, de sus sectores público y privado, levantando su imagen de una posición subalterna y deslucida, a otra relevante que muchos ya empiezan a tomar como modelo. Esto es cierto, pero también hay que decir que por la dejadez que en algunos períodos ha exhibido el sector oficial y su incumplimiento como factor controlador de la reglas del juego, diseñador de políticas operacionales. Nuestro desarrollo turístico presenta muchas deficiencias, omisiones y errores que es preciso corregir con urgencia, para evitar males mayores, como única forma de impedir un deterioro grave a mediano o lago plazo. En otras palabras, se plantea la urgente necesidad de revisarlo todo, de enderezar rumbos y de trazar una estrategia salvadora, en busca de una magnífica industria turística de la República Dominicana hacia un futuro de éxitos, con una oferta superior, que le permita triunfa en la carrera competitiva que se ha desatado en los últimos tiempos, en este maravilloso mundo del Caribe.
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