El País Digital
Miércoles
19 marzo
1997 - Nº 320

Calderón asume el triunfo del FMLN como prueba de la democratización de El Salvador

MAITE RICO ENVIADA ESPECIAL , San Salvador
La Alianza Republicana Nacionalista (Arena), la agrupación conservadora que gobierna El Salvador desde 1989, ha decidido encajar deportivamente el fulgurante ascenso de su acérrimo oponente, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en las elecciones legislativas y municipales del domingo. En un mensaje televisado en la noche del lunes, el presidente Armando Calderón asumió el triunfo de la antigua guerrilla como un tributo a la democratización y como un tirón de orejas a la actuación gubernamental.

El recuento de votos, que marcha con una lentitud exasperante, se reanudó ayer tras una jornada de suspensión. Los últimos datos que se ofrecieron, y que corresponden al 58% de las mesas escrutadas, reflejaban una carrera codo con codo entre Arena y el FMLN en la Asamblea legislativa, donde cada uno ya ha conseguido 28 de los 84 escaños. El Frente además controla ya 60 de las 262 alcaldías, empezando por San Salvador, la capital.

Los sistemas de cómputo de los partidos políticos, mejor engrasados que los oficiales, y las proyecciones de los expertos permiten hacer un balance aproximado: avance fulgurante del FMLN, que ya ha ganado como poco siete escaños más que en los comicios de 1994 -los primeros tras los acuerdos de paz firmados en 1992- y un retroceso de la hasta ahora omnipresente Arena, que de momento ha perdido 11 diputados y un número de ayuntamientos aún por concretar.

Las reacciones políticas son de una ponderación sorprendente, dada la agresividad verbal que se empleó al final de la campaña. Atrás han quedado las amenazas lanzadas por los dirigentes de Arena sobre la hecatombe que se produciría en el caso de un triunfo del FMLN. Y la antigua guerrilla ya ha anunciado su disposición a trabajar en los mejores términos con el Gobierno de la derecha.

El mensaje del propio Calderón fue conciliador. «Hemos dado un paso importante en la construcción de este nuevo El Salvador», dijo el mandatario. Las elecciones «tranquilas y honestas» fueron la mejor prueba de que «la paz y la democracia son conquistas irreversibles del pueblo salvadoreño».

El presidente no pasó por alto la gran abstención registrada el domingo (un 60%), considerada como la respuesta de los simpatizantes de Arena al desgaste de un partido que asumió las riendas de un país destruido por 12 años de guerra civil. En un inusitado mea culpa, Calderón interpretó la baja asistencia a las urnas. El pueblo, dijo, «quiere que El Salvador avance más rápidamente» y que «el Gobierno cumpla mejor» con sus tareas, especialmente en el terreno económico.

El presidente propuso también una reforma electoral que permita el «voto domiciliario» (hasta ahora la distribución de las mesas electorales se ha realizado siempre por orden alfabético, no por lugar de residencia) y que armonice los ciclos de elecciones presidenciales -que se celebran cada cinco años- y las legislativas y municipales -que tienen lugar cada tres años-, de forma que todas puedan realizarse al mismo tiempo. Se trata de dos medidas que el partido gubernamental había venido rechazando hasta ahora.

Estas propuestas serán sometidas a la actual Asamblea, cuyo mandato termina en mayo. A pesar de que la composición del futuro Legislativo todavía está en el aire, hay ya un dato relevante: ningún partido conseguirá la mayoría absoluta y los grupos pequeños serán los que dicten el rumbo. El Partido de Conciliación Nacional (PCN), la agrupación tradicional de los militares que estuvo en el poder entre 1962 hasta 1979, y el Partido de la Democracia Cristiana (PDC), que gobernó en la década de los ochenta, parece haberse convertido en el fiel de la balanza. Las proyecciones les adjudican de momento 11 y nueve escaños, respectivamente.

Y si bien ambos partidos son más proclives a las alianzas con Arena (a pesar de que el PCN ha condicionado cualquier apoyo a un cambio de la actual política económica del Gobierno), el FMLN podría contar con el respaldo de los otros tres grupos que parecen haber obtenido representación parlamentaria, cuyas tendencias fluctúan entre la socialdemocracia y la derecha progresista.

Todos los partidos y analistas han coincidido en que, como mínimo, los comicios del domingo han dado un impulso definitivo a la transición salvadoreña, iniciada con las elecciones de 1994. La apertura de los medios de comunicación a todas las opciones políticas y los novedosos debates públicos entre los candidatos, son los mejores exponentes de los nuevos tiempos.

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