Excelsior, Sábado 29 de Marzo de 1997

Merece Pinochet un Juicio Como el de Nuremberg: Aylwin

Me Engañaron los Militares Chilenos, Admite

* El General Debió Responder "por Todos los Crímenes que se Cometieron" en su Mandato

* Fue un Error Avalar a los Golpistas en 1973 y Creer en su Presunta Vocación Democrática

* A Contrapelo de Ellos Abordamos el Tema de las Violaciones a los Derechos Humanos

* Conocer la Verdad fue un Primer Acto de Justicia; se Honra a los Miles de Desaparecidos

* En el País Andino ya no Existe Ahora Ninguna Condición Para Propiciar Otro Cuartelazo

* El Esquema Económico del ex Dictador Adolecía de "Secuelas Sociales Espantosas"

* Hoy ese Modelo se ha Ampliado, Pero en un Marco de Crecimiento con Equidad, Señala

* En México Quienes Intentan el Cambio son los que han Detentado el Poder por Décadas

* No Cree que Deba Pedir Perdón por Oponerse a Allende; "era el Contexto de la Epoca"

JORGE URIBE N., corresponsal

SANTIAGO DE CHILE, 28 de marzo.-Si el hoy ex Presidente de Chile, Patricio Aylwin Azócar, tuviera la facultad sobrenatural de volver a una época similar a la de 1945, la postguerra y la derrota del nazismo, no dudaría un segundo en sentar en el banquillo de los acusados, ante el Tribunal de Nuremberg, al general Augusto Pinochet Ugarte "por todos los crímenes que se cometieron" durante su mandato y bajo su responsabilidad.

Reconoce que se equivocó "de medio a medio" en 1973 al avalar erróneamente a los militares chilenos, al creer en su presunta vocación democrática heredada de los generales Carlos Prats y René Schneider -asesinados por fuerzas del oscurantismo- y finalmente niega que el mérito del modelo económico chileno sea atribuible a Pinochet, ya que si bien éste lo aplicó, el esquema adolecía de "secuelas sociales espantosas".

Hoy ese modelo se ha ampliado, pero en un marco de crecimiento con equidad que, tal como lo reconoce la comunidad internacional, es mucho mejor que el aplicado en el tiempo de la dictadura militar.

Durante una entrevista concedida en su casa de la Comuna de Providencia, un barrio clasemediero en esta capital, el ex Mandatario, que mantiene el mismo buen aspecto físico que cuando dejó el mando en 1994, así como su amplia y fácil sonrisa y bonhomía, estableció las diferencias entre las transiciones políticas que ocurren en Chile y las de otras naciones, como la de México, por ejemplo.

Dice: "Cuando uno piensa en el actual proceso palítico que vive México, debe recordar que, allá, los que intentan hacer el cambio desde el poder son los mis-mos que lo han detentado desde hace décadas. Nosotros, en cambio, los que estábamos excluidos del poder derrotamos a los que lo tenían y llegamos a realizar el cambio.

"Aquí fue la oposición la que gestó la democracia. El esfuerzo de democratización que se hace en México aparece comprometido con la propia fuerza principal del gobierno, con todos los matices que tiene. No irá lejos si (persisten) los rechazos que despierta en los otros sectores que lo consideran insuficiente o no concuerdan con la orientación que el PRI quiere darle a ese proceso.

"Pero hay una gran diferencia en ambos casos: un proceso de democratización a partir de la propia fuerza que ejerció un poder omnímodo durante mucho tiempo y un proceso de democratización que parte de la derrota de quienes ejercían el poder, y la toma del poder con todas las limitaciones derivadas de los enclaves autoritarios y del sistema institucional por quienes éramos opositores a la dictadura".

- ¿Fue demasiado difícil para usted tomar el poder en 1990 cuando, de mala gana, Pinochet le entregó la banda presidencial, pero reteniendo casi íntegro el poder que ostentó desde 1973?

El ex Presidente medita antes de contestar y, con lentitud, silabea: "No cabe duda que esa Constitución (impuesta por Pinochet en 1980) nos creaba una situación muy difícil; afortunadamente, tras el triunfo del plebiscito de 1988, acordamos una reforma constitucional consensuada y que los militares, que aún gobernaban, aceptaron en gran medida, lo que nos otorgó mayor liberalidad".

Ungido Presidente de Chile por una llamada Concertación para la Democracia, fuerza electoral con predominio de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, Aylwin asevera hoy que cumplió sus deberes a pesar de "la presencia de los senadores designados, la acción y presencia simbólica del Consejo de Seguridad Nacional (máximo organismo del Estado en el que priva la representación de las Fuerzas Armadas) que me podría haber obligado a pedir la aquiescencia de los cuatro comandantes en jefe para gobernar en muchos sentidos, cosa que en la práctica nunca ocurrió".

- El tema de los derechos humanos que...

"Vea usted -interrumpe-, el tema de las violaciones a los derechos humanos que generó una actitud de enclaustramiento e intransigencia del mundo militar, que consideraba que era un tema tabú, nosotros sí lo tocamos a contrapelo de ellos. La indeseable herencia que recibí, tal como la presencia de Pinochet como comandante en jefe del ejército, así como de los jefes de la Armada, Fuerza Aérea y Carabineros, realmente parecían un obstáculo grande, pero en la práctica debo reconocer que no lo fueron, ya que ninguno, ni siquiera Pinochet, interfirió en las políticas de gobierno, salvo en el tema de la investigación de violaciones a los derechos humanos".

Patricio Aylwin tiene hoy 78 años y fue el primer Presidente democráticamente elegido tras 17 años de la dictadura más cruel padecida en Chile; reconoció que en ese campo, en el de los derechos humanos, "sí me crearon algunos problemillas".

- Entre esos `problemillas' considera al llamado Ejercicio de Enlace de 1990 y el Boinzazo de 1994, cuando el ejército casi se rebeló contra su autoridad?

Aylwin se pone serio, medio se enoja al recordar aquello y no duda en replicar, con ademanes enérgicos, que el ejército participó en ambas ocasiones "cuando estos caballeros que tenían una reunión, llegaron en trajes de combate, lo que creó un clima de intranquilidad".

Las causas determinantes de aquellos movimientos de fuerza de los militares, fueron una manera de expresar su rechazo y resistencia a la política del gobierno de avanzar en las investigaciones judiciales para determinar las violaciones a los derechos humanos y, "luego, en otra investigación en la que estaba involucrado un hijo de Pinochet", recordó Aylwin, aunque ambos casos posteriormente fueron cerrados debido, uno, a la aplicación de la ley de amnistía (impuesta por Pinochet) y otro por el desestimiento que determinó el actual Presidente Eduardo Frei.

Dice el entrevistado que en ninguna de esas ocasiones sintió que se pusiera en riesgo la estabilidad del gobierno, aunque claramente las interpretó como amenazas militares "inconducentes", ya que, dijo, en el país no existe ahora ninguna condición para propinar otro golpe de Estado.

PINOCHET, MOLESTIA EFIMERA: AYLWIN

- Y en lo personal, señor Aylwin, ¿cuál es su actual opinión respecto a Pinochet?

Vuelve a guardar largo silencio. Y replica: "Yo luché contra la dictadura y la condené antes de asumir el gobierno y luego durante mi gobierno, cuando ordené la formación de la Comisión de Verdad y Reconciliación para que investigara las violaciones a los derechos humanos.

"Pero aunque Pinochet es un escollo, una molestia que desaparecerá el próximo año, cuando deba renunciar a la comandancia en jefe del Ejército, en el fondo no ha sido un impedimento para profundizar la democracia".

- Si hiciéramos un juego de imaginación y lográramos retornar a la época de los tribunales de Nüremberg ¿Pinochet recibiría el castigo que merece?

Patricio Aylwin responde de inmediato, marcando cada palabra, con una retórica extremadamente cautelosa pero plena de firmeza:

"Quien dirige un gobierno con poderes omnímodos, en los que se cometen todos los crímenes, hasta los más impredecibles, como ocurrió en la época de Pinochet, no podría evitar que su responsabilidad sea dilucidada sino ante los tribunales, necesariamente ante la historia".

Los muertos, los desaparecidos, los torturados, los exiliados... todo eso ya es para Aylwin "cosa juzgada" porque no existe otra posibilidad.

Es cuando revela por primera vez, que tras conocerse el informe de aquella Comisión mediante una cadena nacional de radio y televisión, en la que él mismo no pudo contener un sollozo y algunas lágrimas al pedir perdón al país por los horrores ocurridos, "nos reunimos con los cuatro comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, y ellos dieron explicaciones... pero no negaron los hechos; en ese estudio se comprobó la existencia de más de tres mil personas muertas y desaparecidas, que fueron asesinadas por agentes del Estado dictatorial".

LA IMPUNIDAD HECHA COSTUMBRE

Ahora Aylwin sonríe cuando se le recuerda una frase relativa a que durante su gobierno "se haría justicia en la medida de lo posible". O se hace justicia o no se hace, se le dijo, como ocurre con el caso de una mujer embarazada: está o no.

"Vea usted, mantengo mi frase. Es cierto que hay justicia plena y justicia incompleta, parcial. En el caso concreto de Chile se hizo más justicia de lo que se cree. Primero se conoció la verdad, y ese es un acto de justicia. Se honra y se seguirá honrando los nombres de los miles de asesinados e inclusive, en dos casos especiales, como el de los chilenos degollados y el del ex Canciller Orlando Letelier, los dos jefes represores más importantes de la tristemente recordada Dirección de Inteligencia Nacional, Dina (se refiere al general Manuel Contreras y al brigadier Pedro Espinoza), están en la cárcel".

Reconoce Aylwin y participa del juicio referido a que muchos represores -entre ellos el cabecilla- han quedado impunes y que ni siquiera fueron procesados por efectos de la ley de autoamnistía que dictaron los militares.

Admite: "Sé que las penas de muchos aparecen pequeñas en relación a los crímenes cometidos, pero yo le pregunto ¿en qué país del mundo después de una dictadura, los tribunales han condenado a los asesinos?".

Se cuestiona: "En España, con una dictadura que duró 40 años, se cometieron muchos crímenes y ¿quién fue condenado?. Otro tanto ocurrió en los países tras la Cortina de Hierro".

"Es que la justicia en este tipo de procesos políticos y sociales, a través de la historia, ha sido relativa. Más bien se ha expresado en forma de venganza. Los triunfadores, más que juzgar a los derrotados se ensañan con ellos. La Revolución Francesa es un buen ejemplo, ¿no?".

- Señor Aylwin: usted fue uno de los más duros opositores al gobierno democrático del Presidente Allende, en 1973, e inclusive participó en los llamados reaccionarios a destituir-lo. Hoy, cuando conocemos los horrores del fascismo, ¿cómo juzga su actitud de entonces?

Sin eludir la respuesta, dice que él actuó dentro del contexto de la época, en lo que le parecía razonable. No cree que deba pedir perdón por su actitud de entonces, aunque reconoce: "todos tuvimos la culpa, todos tenemos responsabilidades de lo ocurrido a partir de 1973. ¡Es que tuvimos una visión errónea de lo que eran los militares chilenos!".

Insiste el ex Mandatario: "En esa época actué honradamente y de acuerdo a mi conciencia, pero... hoy lo reconozco... me equivoqué de medio a medio. Siento mía la tragedia ocurrida en Chile, pero combatí con fiereza a la dictadura. Y así como me equivoqué yo, nos equivocamos muchos".