DURANTE una entrevista concedida a EXCELSIOR, la semana pasada, el ex Presidente de Chile, Patricio Aylwin, confesó que el general Augusto Pinochet merecería un juicio como el de Nuremberg. También, que se había equivocado al confiar en la vocación democrática de los militares chilenos. Estas declaraciones fueron recibidas con inconformidad por el cuerpo de generales allá. La prensa chilena reprodujo la entrevista de EXCELSIOR y ello ha generado inconformidades y polémicas. Pero es sumamente importante observar que Aylwin ha recibido el apoyo de los partidos oficialistas y de la opinión pública. El gobierno chileno se ha apresurado a declarar que no existen tensiones, a causa del incidente, entre la jerarquía militar y el Ejecutivo.
Aylwin aclaró que su rectificación se limitaba al aspecto militar, pero no enmendaba su histórica oposición contra el gobierno de Allende y la Unidad Popular. De todas maneras, es una prueba de valor cívico la dada por el ex Presidente al acusar a los militares chilenos por el periodo de sombríos asesinatos, campos de concentración, desaparecidos y total supresión de los derechos humanos, vivido en el periodo de Pinochet.
Ese fue un lapso de la historia americana que será recordado para siempre con dolor y vergüenza. Aunque gran cantidad de protagonistas de la represión quedaron impunes, empezando por Pinochet, muchos políticos chilenos afirman que no existen ahora las condiciones para un nuevo golpe de Estado, y eso sí constituye un alivio para los afligidos chilenos, que padecieron una de las dictaduras más brutales y sanguinarias de la historia contemporánea.