Historia Póstuma de Eva Perón

Raúl Jassen

Cuarta de cinco partes

Publicado el 2 de abril de 1966

Durante su gestión de gobierno interrumpida por el golpe militar "azul" de abril de 1962 el doctor Arturo Frondizi se negó sistemáticamente a satisfacer las reclamaciones del Movimiento Peronista, que solicitaba se aclarara la desaparición del cuerpo de Eva Perón, secuestrado por elementos militares "gorilas" el 16 de noviembre de 1955.
La reclamación de los peronistas estaba contenida ya, en el "pacto" firmado entre el general Juan Domingo Perón y el mencionado Frondizi en Caracas, hacia mediados del mes de noviembre de 1957, por el cual se convino el apoyo de los peronistas al candidato presidencial de la Unión Cívica Radical Insurgente (apoyo indispensable para conquistar la mayoría necesaria).
Más aún: la devolución del cadáver de la ilustre mujer argentina era el punto número uno de dicho pacto. Posteriormente, en diciembre de 1958, el jefe del peronismo, mediante su entonces abogado, el doctor Ventura Mayoral, hizo su presentación ante la Justicia y el Congreso Nacional y reiteró la demanda. La Justicia se limitó a iniciar el expediente de rigor y darle el trámite burocrático imperante en Argentina. Lo cual autoriza a pensar que quizá dentro de veinte o treinta años exista la posibilidad de un pronunciamiento. En cuanto a la Legislatura, el caso no tuvo entrada en la misma pues su presidente, Fernández Monjardin, resolvió, por sí y ante sí, no remitirlo a la consideración de sus pares, como era deber suyo.
Pero no concluyó en esos dos episodios evidentemente amañados por Frondizi, puesto que tanto la Corte de Justicia como la Cámara de Diputados obedecían a sus directivas la actitud del gobierno "ucrista" en relación con los restos mortales de Evita. En muchas ocasiones apeló a la represión policiaca para responder a las manifestaciones populares que exigían el cumplimiento del pacto de Caracas. Muchos peronistas fueron detenidos y juzgados, según los discriminatorios términos del derecho ley 4151 (dado en tiempo de Aramburu-Rojas), el cual reprimía la propaganda "totalitaria" de los seguidores de Juan Domingo Perón. Lo curioso del caso es que dicho decreto estaba "derogado" cuando Frondizi lo aplicó para concluir con la ola de solicitudes que partían de todos los puntos del país.

Revelación sensacional

Por esto causaron estupor las declaraciones hechas por el derrocado presidente Frondizi a cronistas de televisión, en junio del año próximo pasado, tanto más cuanto que las mismas fueron espontáneas y no habían sido solicitadas por los hombres de prensa. Y menos aún, existía una agitación pública visible en torno del debatido "caso", seguramente el que mejor califica una época de odio, frustraciones, rencor y resentimiento.
Arturo Frondizi señaló, ante el asombro de quienes lo interrogaban en aquella rueda de prensa y, seguramente, también de los telespectadores, que el cadáver de Eva Perón estaba sepultado en una iglesia de roma y que el hecho era conocido por las autoridades vaticanas y, por supuesto, por las del gobierno de Italia.
Tales declaraciones conmovieron profundamente la sensibilidad del Movimiento Peronista, cuyos dirigentes se apresuraron a solicitar entrevistas aclaratorias al hombre a quien, en virtud del elevado cargo que había ocupado, suponían en condiciones de informar con autoridad y seriedad.
Se pensaba que el hecho de haber sido Presidente de Argentina pudo permitir a Frondizi el acceso a fuentes para otros imposibles de alcanzar. Pero, una vez más, el jefe de la pequeña y dividida fracción radical decepcionó a sus interlocutores. No quiso explicar en detalle el modo como había obtenido la importante información, que suponían el descubrimiento de uno de los secretos mejor guardados de toda la historia argentina, para cuya conservación parecen estar conjurados los más diversos intereses políticos y personales, a excepción, naturalmente, de los peronistas.
¿Qué había, pues, guiado a Frondizi a hacer las declaraciones ante las cámaras de televisión, puesto que no pudo dar detalles ciertos sobre el lugar en que Eva Perón estaría sepultada ni sobre el modo como se pudo realizar el traslado de su cuerpo, sin despertar sospechas?
Una sola es la respuesta. Se encargó de darla públicamente Jaime Lemos, dirigente del Movimiento Revolucionario Nacional-Justicialista, el término de su entrevista con aquél: "A Frondizi sólo lo alienta una idea: tratar de cazar al peronismo en la trampa de su frente político, con objeto de aproximarse, nuevamente, al poder. Para lograr tal finalidad no ha vacilado en mentir, del modo más grosero, sobre uno de los episodios más terribles de nuestra vida nacional, utilizando el entrañable recuerdo de nuestra abanderada. Estimo, después de la conversación con el ex presidente, que todo lo afirmado por él en torno del descanso que se niega a Eva Perón, es absolutamente falso..."
Frondizi jamás desmintió al dirigente peronista.

Otra vez el misterio

Las originales declaraciones de Arturo Frondizi, ¿carecieron totalmente de veracidad? El periodista tiene la obligación de mostrarse objetivo hasta el máximo en su indignación, a pesar de que para él, el cuerpo de Eva Perón fue arrojado al Río de la Plata. Mas no puede ignorar que, hace unos años, el nombre del cardenal Luis Santiago Copello, primado de la Argentina hasta 1955 y actual canciller del Vaticano, fue echado a rodar en este mismo "caso". Según estas versiones, hacia 1960, SS el Papa Juan XXIII, informado por el purpurado argentino, llegó a interesarse vivamente por el esclarecimiento de la desaparición del cuerpo de Eva Perón. Respondía de ese modo, inclusive al clamor de una buena parte del pueblo católico argentino que, durante la semana social organizada por el arzobispo de La Plata en agosto de 1959, en la ciudad de Córdoba pidió a las jerarquías de la Iglesia católica, la reintegración, a los suyos" de los restos de Evita.
Al parecer según las mismas versiones, el propio Sumo Pontífice, Juan XXIII conversó acerca del particular con Arturo Frondizi cuando éste, aún Presidente de la nación argentina, lo visitó oficialmente en el Vaticano.
Parece ser que después de la gestión de la Santa Sede estamos refiriéndonos siempre a una misma versión el cadáver de Eva Perón fue embarcado sigilosamente en Buenos Aires y despachado a Roma vía Génova por un servicio de informaciones argentino (se desconoce, en caso de que esto resultara cierto a qué organismo del Estado pertenecería dicho servicio). Recogido el cadáver en ese puerto (Génova) por un hombre de la más absoluta confianza presidencial (encargado de delicadas tareas en el exterior de la Argentina) fue llevado a Roma donde habría quedado en custodia de la orden franciscana, a la cual perteneció la extinta.
¿Es cierto todo esto? Y si es cierto, ¿por qué se mantiene el secreto? ¿Hay un acuerdo común entre las partes interesadas para ello?

Enigmas por aclarar

Si bien se analizan las cosas, podrían hallarse algunas razones en favor de esta tesis del "acuerdo". Naturalmente, se debe partir del hecho de que los bandos en litigio hubiesen acordado dar el descanso final merecido a quien, en vida, debió sacrificarse reiteradamente por amor a los demás. Ahora bien, ¿este hecho conviene, políticamente enfocado al peronismo? Es obvio que no, por cuanto uno de los mitos más fuertes del mismo como lo es el "martirio" de Eva Perón "después de su muerte", seguido del misterio de la desaparición de su cuerpo, quedaría automáticamente roto. El Movimiento Peronista se encontraría, de tal modo sin una de sus principales banderas de reivindicación.
Por la otra parte, ¿en qué puede beneficiar la permanencia en el misterio al otro de los bandos, el cual genéricamente podemos llamar democrático? Supongamos, por un momento que este último haya decidido entregar el cuerpo de la "Abanderada de los Humildes". ¿A cambio de qué lo pudo hacer? Precisamente, por una razón inversa a la peronista. Es decir, por eliminar un motivo de estallido popular el día en que se conociese, verdaderamente, la verdad en torno a esta incógnita. También si es verdad que medió la Iglesia, pudo haberse obtenido el compromiso de parte de los peronistas, de no hacer pública, oficialmente, al cúmulo de aberraciones a que fue sometido el cuerpo de la infortunada Eva.
Mas éstas son meras suposiciones. Disquisiciones, teorías elaboradas por quienes se han preocupado en desentrañar la terrible verdad de los hechos que se inician en la madrugada del 16 de noviembre de 1955 y que se ven jalonados por el asesinato de la esposa de uno de los implicados en el rapto del cadáver y la locura, y posteriormente suicidio, del conyugicida; la entrega al alcohol de otro de los implicados, quien vive recluido en la idea de haber cometido un crimen espantoso y asaltado por el temor de ser, a su vez, eliminado físicamente.
Pero, ¿qué hay de verdad detrás de todo esto? ¿Dónde está realmente el cadáver de Eva Perón? A veces, pareciera que el pesado y negro manto del silencio no se descorrerá nunca sobre este doloroso capítulo de la vida nacional de Argentina, capítulo que ya es parte de su historia. Alguna vez, sin duda alguna, servirá de punto de partida para trazar una crónica del lúgubre tiempo del odio y la intolerancia.

****Fin de la cuarta parte****