10 de Marzo de 1997

 

Pensar con las palabras (26)
José Rivas Rivas. Humorista

Una de las seductoras aventuras en el mundo del lenguaje es encontrarse con el origen de las palabras. El desandar ese camino nos muestra cuánto ignoramos del nacimiento y evolución de expresiones que usamos con frecuencia. Decimos Alma Mater para referirnos a la Universidad sin percatarnos que ``alma'' deriva del latín en el sentido de ``nutricia'', de manera que cuando le damos ese título la estamos definiendo como la madre que nos nutrió o alimentó. Quizás nadie ignora hoy lo que es un jeep, pero posiblemente no sabe que este vocablo nació del nombre con que ese vehículo fue bautizado: ``General Furpose Car''. Ocurrió que sus principales usuarios, los soldados norteamericanos comenzaron a llamarlo con las iniciales ``G.P.'', y de allí se generalizó en ``jeep'' hasta llegar a las páginas de los diccionarios. El origen que se les conoce a las barajas o naipe no deja de ser pintoresco. Se dice que Nicolás Papin, inventor de este juego, colocaba sus iniciales N.P. en cada una de las cartas. Y así la prosodia correspondiente, Na y Pe, fue abriéndose paso hasta incorporarse para siempre al lenguaje coloquial.

Mandinga es en algunos países sudamericanos el nombre del Demonio, pero anteriormente se llamaba de esa manera al negro del Sudán. La identificación de uno con el otro parece ser obra de blancos racistas. En Venezuela, Mandinga es el Diablo y no el negro. Y esta connotación es la que recoge nuestro Arvelo Torrealba para enfrentarlo a Florentino en su impar contrapunteo:

Zamuros de la Barrosa/ salgan del Alcornocal, / pa' que miren a Mandinga/ el salto que va a pegar.

Estos paseos por los vericuetos del lenguaje son simples ejercicios de la memoria para darle entrada a las quotations, más exigentes al momento de pensar con las palabras. De aquí que:

-La conciencia es una fuente de consulta que está hoy en vía de extinción.

-Un día de éstos va a desaparecer la economía sin que nadie haya logrado entenderla.

-Parece contradictorio, pero a veces las palabras tienen en el silencio su mayor fuerza expresiva.

-Algunos inventos del Primer Mundo nos hacen aparecer como pertenecientes al Cuarto Mundo.

-P.e., cuando nos preguntan cuánto es 20 x 20 y acudimos a una calculadora para responder.

-Los perros son más fieles que los hombres, pero entre un amigo perro y un amigo hombre nadie vacila.

-Mozart era bígamo: estaba casado con su mujer y con la música.

-De las ocho horas de jornada diaria, dedicarle una a la educación del trabajador en su sitio de trabajo tendría resultados sorprendentes.

-Nada tan elocuente como las miradas de las recepcionistas a las contestadoras telefónicas.

-Si continúan perfeccionando el procesador de palabras, muy pronto el escritor será un 10% de inspiración y 90% de computación.

-¿Y cómo podría un sacerdote verificar si no fue chisme lo que oyó en el confesionario?

-En una sociedad comercial el aporte del optimismo debería valer como el aporte de dinero.

-Ley: El libro que uno dio prestado y no se lo devolvieron está agotado en todas partes.

-El sentido común, por lo mismo que es común, no sirve para nada. Es lo excepcional lo que funciona.

-A los tiempos verbales de ser (fue, es, será) debería agregárseles otro, de carácter teleológico: debería ser.

-Para lograr un fracaso total en cualquier actividad no hay nada mejor que estar descontento consigo mismo.

-El ``perdónalos, que no saben lo que hacen'', de Cristo, es opuesto a ``la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento'' del Código Civil. ¿Y entonces?

-Hay personas que sólo se acuerdan de sus principios cuando ya están en sus finales.