El País Digital
Viernes
25 abril
1997 - Nº 357

El proceso de desarme en Nicaragua se empantana

FRANCISCO GÓMEZ NADAL , Managua
El Ejército nicaragüense vuelve a combatir en las montañas del norte del país. La guerra, esta vez, es contra los hombres que participaron en la guerra de los últimos años de los ochenta y que se niegan a dejar las armas tras siete años de negociaciones para que se desmovilicen. En lo que va de año, más de sesenta personas han muerto por culpa de este conflicto armado.

En los departamentos norteños de Jinotega, Matagalpa, Nueva Segovia y Región Autónoma del Atlántico Norte (RAAN), los campesinos denuncian que «no hay Estado». Tras la llegada al poder de Arnoldo Alemán, el pasado 10 de enero, se inició un proceso de negociación con los grupos rearmados para conseguir su integración en la vida civil. Era la segunda edición de lo que ya intentó la ex presidenta Violeta Chamorro. En aquella ocasión, a los armados se les pagaba por cada fusil que entregaban, y en las colas de desmovilizados aparecían «ancianas de setenta años para cobrar la plata (dinero)», recuerda un funcionario de la Comisión Internacional de Acompañamiento y Verificación del proceso de paz de la Organización de Estados Americanos (CIAV-OEA). Ahora se les prometieron tierras, semillas, herramientas y protección. Se fijaron varias fechas límite para que los hombres de la guerra (se calcula que unos 700 en total) se concentraran en las llamadas áreas de tolerancia . La última era la del 6 de abril. Desde entonces, la situación se ha complicado.

Diferencias internas

El grupo más numeroso de rearmados es el Frente Norte 3-80. Unos 400 ex miembros de la Contra (el movimiento que combatió al sandinismo), perfectamente uniformados y armados con modernos fusiles, morteros, granadas de fragmentación e incluso misiles tierra-aire. En estos momentos, el autodenominado Estado Mayor del 3-80 se encuentra concentrado en Ayapal, una localidad casi fronteriza con Honduras, a unos 350 kilómetros al norte de Managua. Sin embargo, en los últimos días, parte de sus hombres han desertado del proceso de paz. El pasado jueves se supo que cinco jefes de este grupo habían abandonado la zona de tolerancia con unos 60 hombres. Inmediatamente secuestraron a dos campesinos y a un ex teniente del Ejército. Treinta campesinos denunciaron extorsiones. La única filosofía de estos grupos es la supervivencia.

Hay dos tipos de rearmados: los llamados recontras y los recompas. Los primeros son ex miembros de la denominada Resistencia. Los segundos son ex militares sandinistas que fueron desmovilizados con la llegada de la democracia a Nicaragua.

La sociedad civil reclama ayuda porque está siendo la más golpeada. De las 60 muertes relacionadas con los rearmados, 40 son de civiles, del fuego cruzado. Las comisiones de derechos humanos hablan de «guerra de baja intensidad».

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