JOSÉ M. CALVO
, Washington
Frei, primer dirigente extranjero que visita la Casa Blanca después de la segunda toma de posesión del presidente Clinton, fue derecho al grano sin ocultar su gran objetivo: «Lo que necesitamos inmediatamente es que nuestras economías florezcan en plena libertad, una libertad que nos permita producir y comerciar como si no hubiera fronteras».
En 1994, con ocasión de la Cumbre de las Américas celebrada en Miami, Chile recibió una invitación formal para unirse al Tratado de Libre Comercio (TLC) formado por Canadá, EE UU y México. Hasta ahora, el Gobierno chileno ha negociado acuerdos comerciales con Canadá, México y otros países, pero el de EE UU sigue pendiente de que el Congreso apruebe el procedimiento de fast track (tramitación urgente) que permita a la Administración negociar globalmente sin que los grupos de presión tengan oportunidad de hacer valer sus intereses y conseguir cambios en los debates en el Congreso.
Clinton subrayó su compromiso de llegar a un acuerdo de libre comercio con Chile y dijo que es necesario utilizar el fast track para «abrir mercados a los productos de EE UU y extender nuestros valores». Como Frei, Clinton tampoco se anduvo con rodeos: «Estados Unidos no puede permitirse el lujo de quedarse al margen mientras otros aprovechan los frutos del notable crecimiento de América Latina». El presidente estadounidense consideró «muy importante» la intervención que Eduardo Frei tendrá hoy ante las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos.
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«Chile es la ventana a través de la que vemos la América del futuro». Bill Clinton no regateó ayer elogios sobre Chile con motivo de la visita a Washington del presidente Eduardo Frei y dijo que el país suramericano puede ser, en la encrucijada del comercio de las economías más dinámicas del mundo, «la piedra angular de la vibrante zona de librecambio que estamos tratando de construir en nuestro hemisferio».
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