MABEL AZCUI,
La Paz
El objetivo de la lucha, que tiene connotación internacional, es la hoja de coca, pues de su destrucción depende la certificación de Estados Unidos al Gobierno boliviano y el normal flujo de ayuda económica extranjera a esta nación andina, la más pobre del continente.
La policía ejecuta en el extenso territorio de Chapare, cabecera de la región amazónica, la fase de erradicación forzosa de los cultivos de hoja de coca para cumplir las cuotas señaladas en convenios bilaterales con Estados Unidos.
Los campesinos productores, que hace 10 años dejaron las minas del Estado en el páramo altiplánico, encontraron en el cultivo de la hoja de coca su mejor opción de ingresos económicos, y a fin de protegerlo han conformado los llamados «comités de autodefensa» para enfrentar a las Unidades Móviles de Patrullaje Rural (Umopar), tropas de élite entrenadas por el Departamento Estadounidense Antidroga (DEA) en la lucha contra el narcotráfico. Hasta hace poco tiempo, los campesinos se armaban de palos y piedras para defender la coca, considerada como símbolo de su identidad cultural, pero aparentemente han empezado a utilizar dinamita, en cuyo manejo son expertos los ex mineros convertidos en agricultores.
Según la versión del secretario de Defensa Social, Óscar Olmedo, en la operación policial del viernes la patrulla fue emboscada y agredida «con dinamita, palos y piedras», y confirmó el balance de un oficial y cinco policías heridos. Olmedo informó de que la policía recurrió a gases lacrimógenos para contener a los atacantes, cuyo número fue calculado en 200 bolleros (personas que recogen sulfato base de cocaína preparado por los campesinos en forma de bollos) y gente comprometida con el narcotráfico.
El líder de los productores de coca, el indígena aimara Evo Morales, negó la versión de la emboscada y cifró el saldo del incidente en tres campesinos y seis policías heridos. «Nosotros los campesinos no provocamos a nadie, pero si hay intervención de la policía para destruir nuestros cultivos, los comités de defensa entran en acción», explicó Morales.
Bolivia es el segundo productor mundial de hoja de coca, después de Perú, y actualmente el área cultivada alcanza unas 38.000 hectáreas. El Gobierno se ha comprometido a la erradicación anual de 5.000 a 8.000 hectáreas con un pago al productor de 2.000 dólares por hectárea destruida y su incorporación a programas de desarrollo alternativo.
Sin embargo, según Morales, hasta ahora no se han desarrollado estos programas con eficiencia económica para el productor, mientras que los proyectos pilotos han beneficiado más a funcionarios del Gobierno y reducidos grupos de campesinos.
«Mientras haya demanda de cocaína, siempre habrá oferta de hoja de coca de parte de quienes viven en extrema pobreza, como los campesinos de Chapare, víctimas de la política económica gubernamental, que no plantea soluciones a nuestros problemas, que cada día se agravan», declaró Morales.
Los productores de coca piden el mantenimiento del programa de reducción voluntaria de áreas cultivadas de acuerdo a la Ley Antidroga, que «debe ser en forma concertada y justamente remunerada», señaló el líder cocalero, que reclama la extensión de los beneficios del desarrollo alternativo a todos los campesinos, que suman unas 30.000 familias.
Aunque la economía de la coca genera en Chapare sumas importantes de dinero, los beneficios se quedan mayoritariamente en plazas financieras del primer mundo. Mientras, la mayor parte de los pobladores de esta zona tropical vive en extrema pobreza, sin acceso al agua potable o a otros servicios básicos.
A la vera de la carretera asfaltada, el paisaje de pahuichis -cabañas con techos de palmera- contrasta con los hoteles de tres y cuatro estrellas que se levantan en lugares más poblados como Villa Tunari, lugar de encuentro de empresarios que al amparo de políticas de fomento en las inversiones acarician la idea de devolver a sus regiones de origen a los miles de productores de coca, que continúan enfrentándose a la policía en defensa de su cultivo, que es su medio de vida.
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El corazón geográfico de Bolivia se agita cada vez con mayor violencia: ayer y el viernes se registraron nuevos enfrentamientos entre campesinos productores de coca y efectivos de la policía en la región central de Chapare, con un saldo de nueve heridos, seis de ellos de la policía.