ANTONIO O. ÁVILA
, México
![]() se levanta sobre el Popocatépetl (Ap). |
El jueves pasado, el Popo, como lo llaman popularmente los mexicanos, lanzó cuatro enormes fumarolas, que alcanzaron alturas de 3.500 metros, que fueron superadas por una exhalación de hasta 5.000 metros registrada el viernes. El Centro Nacional para la Prevención de Desastres (Cenapred) mantuvo en amarillo el semáforo de alerta y no decretó la evacuación de los lugareños.
De acuerdo con el Cenapred, todo tiene que ver con «la evolución del cuerpo de lava que apareció en el fondo del cráter del Popocatépetl en marzo de 1996», y los registrados a partir del mes pasado «marcan el inicio de un nuevo episodio de crecimiento del cuerpo de lava. Parecido, aunque de menores proporciones, que el ocurrido en marzo de 1996, porque la lava emerge a menor velocidad».
La Montaña que Humea, la traducción del náhuatl de Popocatépetl, se localiza a 45 millas al sureste de la ciudad de México. Se levanta a 5.450 metros sobre el nivel del mar, en los límites de los Estados de Puebla y Morelos. Según registros científicos, su última «erupción explosiva, con abundante lluvia de ceniza y fumarolas, con posibles víctimas y destrucción de tierras cultivables», ocurrió en 1720.
Entre 1919 y 1927, el Popo tuvo actividad menor; lanzó a los aires gases, escoria y cenizas, además de que las muestras sísmicas fueron altas y se contabilizaron «algunas víctimas en el interior del cráter al realizar trabajos de exploración». Desde entonces se mantenía tranquilo, al lado de su compañera Iztac Cíhuatl, llamada la Mujer Dormida, pero en marzo de 1996 despertó y comenzó a lanzar fumarolas de vapor de agua, gases y lluvias de ceniza.
Lluvia de cenizas
Algunos de los 300 poblados asentados en las faldas de la Montaña que Humea han recibido la lluvia de cenizas, pero no hay alarma entre los moradores. El Cenapred asegura que «la actividad que se desarrolla en el volcán no revela cambios significativos en su estado interno. Es de esperar que continúe una alternancia entre periodos de relativa tranquilidad con episodios de actividad aumentada, que pudieran llegar a producir leves lluvias de ceniza o arenilla en poblaciones cercanas».
Los especialistas del Gobierno aseguran que «cerca del cráter puede haber peligro para los excursionistas que ignoren las advertencias» en sus ansias por conquistar el Popocatépetl. Pero consideran que los últimos registros «no ameritan cambios de color en el semáforo de alerta volcánica, que se mantiene en amarillo, en tanto que la vigilancia del volcán seguirá permanentemente las 24 horas del día por parte del Cenapred».
Las autoridades han dispuesto diversos planes para atender una eventual emergencia, mantienen programas de albergues y evacuación, rutas de escape y atención en caso de que haya damnificados. Según el ecologista Grupo de los Cien, en la zona hay unas 300 comunidades, especialmente campesinas, con una población que rebasa las 200.000 personas.
El presidente del Grupo de los Cien, el poeta Homero Aridjis, consideró que el Popocatépetl es un «volcán joven, lleno de potencia y, por tanto, impredecible». Subraya: «Creo que el Gobierno ha hablado y mostrado algunos preparativos, pero en los planes de emergencia se ha confiado en que la posible erupción del Popo no va a ser muy grave, pero puede tener erupciones más intensas de lo previsto».
Considera la posibilidad de que los encargados de aplicar los programas puedan ser cogidos de imprevisto, además de que la evacuación de los lugareños es difícil, debido a que es gente muy arraigada y que «no tiene dónde ir».
A. O. A.
, México
El Popocatépetl y el Iztac Cíhuatl son dos volcanes bajo cuya imagen han vivido y soñado los habitantes del valle de México desde épocas inmemoriales.
Deidad importante, el Popo era reverenciado por los antiguos mexicanos, y en una ceremonia había danza de dos esclavas jóvenes que llevaban pintadas en sus faldas unas tripas; al final, ambas eran sacrificadas en su honor.
En su Historia general de las cosas de la Nueva España, fray Bernardino de Sahagún dice que «hay un monte muy alto, que humea, que está cerca de la provincia de Chalco, que se llama Popocatépetl, ese monte monstruoso de ver, y yo estuve encima de él».
Investigadores de la Universidad de Puebla cuentan que «en los pueblos cercanos al volcán Popocatépetl se le conoce como Gregorio», y la anciana doña Anselma cree que «los volcanes son como las personas. No siempre están en su lugar, a veces salen». Actualmente hay quienes piden consejos a Don Gregorio y Doña Manuela, como se llama al Iztac Cíhuatl, también nombrado la Mujer Dormida.
Para el poeta mexicano Homero Aridjis, no hay duda de que en el fin de milenio la fuerza mítica del Popo es clave, ya que su actual actividad, junto con la aparición del cometa Halle, anuncia «desastres naturales o erupciones volcánicas», todo en el marco del final del siglo que «está dentro de la mitología».
Aridjis dice que «el Popo, más que ningún otro volcán, tiene esta fuerza legendaria y mítica». Entre su obra, Homero Aridjis cuenta La leyenda de los soles, una novela futurista que narra prácticamente el fin de la ciudad de México entre temblores y erupciones y en una mezcla del mítico pasado prehispánico y la realidad actual. En su parte final dice: «El Popocatépetl y el Iztac Cíhuatl se precisaron en la distancia con su limpidez original. Más viejos que el tiempo , los volcanes flotaban en el presente».
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