J. J. A. ENVIADO ESPECIAL
, Lima
![]() uno de los guerrilleros (Reuter). |
Siempre confusos los márgenes entre la claudicación y la habilidad política en el tratamiento de los problemas de terrorismo, Fujimori apostó nuevamente por el ordeno y mando , complació a la opinión pública, pero cortó el paso a soluciones duraderas. Los flecos del MRTA continúan en armas, y en las filas del maoísta Sendero Luminoso aún impera la enajenación y la redención extraterrestre. Una solución negociada de la crisis de los rehenes no era fácil porque Néstor Cerpa lanzó un órdago al exigir la liberación de los 440 compañeros presos en un país harto de la violencia de grupos que, aunque cargados de razones en no pocos de sus análisis sociales, son percibidos como trasnochados y alternativas imposibles. Sin embargo, no pocos sostienen que de esta crisis pudo haber salido el desarme del MRTA.
Lamentan la oportunidad perdida quienes creen que una solución negociada aunque difícil no era imposible y hubiera permitido la liberación de los 72 rehenes y la apertura de un proceso de integración del MRTA en la legalidad, movimiento ahora imposible. No parece aventurado anticipar pues que aunque maltrecho, o residual, el grupo guevarista siempre podrá alistar a jóvenes sin trabajo, a huérfanos de la violencia castrense, a campesinos sin horizontes, y sus columnas constituirán por tanto una amenaza a la apertura y el reordenamiento económico emprendido por Fujimori.
Nuevas columnas
Cerpa puso al presidente contra las cuerdas, y su decisión era complicada en una nación que pese a contar entre sus 24 millones de habitantes con casi un 50% pobre y desesperanzada desoye las convocatorias a la revolución. El analista Fernando Rospigliosi insta a no engañarse: los que creen que el problema de la violencia se va a resolver eliminando en Perú a quienes la practican con la justicia distributiva como bandera «no les preocupa el hecho de que sigan existiendo grupos que probablemente van a persistir en su equivocado camino». Según Rospigliosi, a pesar de que el MRTA ha perdido a dos o tres de sus cabecillas más importantes en esta acción, «posiblemente ha ganado en esta acción la adhesión de decenas o centenares de jóvenes de condición parecida a los que estaban dentro de la residencia». Estas nuevas columnas no amenazarán seriamente al Estado pero mantienen un foco de violencia que enturbiará la vida de los peruanos.
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