El País Digital
Sábado
12 abril
1997 - Nº 344

Una bolsa de petróleo en el océano amenaza con un choque de intereses entre México y EE UU

ANTONIO O. ÁVILA , México
Un importante yacimiento de petróleo sobre la línea fronteriza marítima que EE UU comparte con México amenaza con causar un conflicto de intereses entre ambos países a medio plazo. Las grandes multinacionales estadounidenses ya han puesto los ojos (y el equipo) en esta zona del golfo de México, cuya soberanía no está clara desde el punto de vista legal. Sectores nacionalistas de México acusan al Gobierno de pasividad y temen que la superioridad tecnológica de EE UU permita el expolio de una riqueza que consideran que pertenece a los mexicanos.

El petróleo es la primera fuente de divisas de México. Hasta hoy, sin embargo, el Gobierno no ha querido concederle más importancia al asunto, a pesar de que las reservas de hidrocarburos probadas del país van a la baja de forma alarmante. El senador del conservador Partido de Acción Nacional (PAN) José Ángel Conchello se ha puesto a la cabeza de los sectores que ven con preocupación el tema: «Es lamentable que el Gobierno trate de minimizar el asunto. Creo que no quieren darse cuenta de la gravedad del asunto», asegura.

Ya en 1982, los especialistas realizaron prospecciones en el Golfo de México y hablaron de unos yacimientos de aproximadamente 16.000 millones de barriles de petróleo y gas (las actuales reservas probadas de México son de unos 60.000 millones de barriles). Mientras la actividad petrolera de EE UU es «agresiva», denuncia Conchello, «el Gobierno mexicano no se da cuenta del peligro de que nos quiten el lecho submarino del Golfo de México».

Se trata de un tema complicado, en el cual subyace también un acuerdo sobre fronteras marinas, firmado y ratificado por México en 1978, y que fue rubricado por el presidente de EE UU, pero no ha sido ratificado por el Senado estadounidense, por lo que legalmente no existe.

La nueva situación creada por el descubrimiento de las reservas cambia el panorama. Jorge Díaz Serrano, ex director de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) y experto en perforación petrolera, afirma que el tema es muy importante, porque «las reservas en el Golfo de México son del orden de las del Medio Oriente». Su posición sobre a quién pertecenen las reservas es diáfana: «Es una riqueza que está ahí para que la disfrutemos los mexicanos».

Un cuestión sencilla

El subsecretario (viceministro) de Energía, Jorge Eduardo Navarrete, ha dicho que la cuestión es sencilla y que el petróleo «corresponde al país que tenga la soberanía sobre la zona marítima bajo la cual se encuentran los yacimientos». Para él, los límites marinos de México y EE UU están establecidos desde 1978.

Conchello no está de acuerdo. Argumenta el senador que como el Senado estadounidense no ha ratificado el tratado de 1978, la frontera en el mar es de facto, y no de iure . Una situación en la que los estadounidenses tratan de «empujar» los límites en perjuicio de la zona exclusiva mexicana.

La dificultades tecnológicas son las que, de momento, mantienen al Gobierno mexicano más o menos tranquilo. El subsecretario de Energía considera que «la tecnología para explorar y perforar a esas profundidades (más allá de los 1.000 metros de agua) apenas se está desarrollando y todavía no es de aplicación general». Sin embargo, fuentes técnicas del sector aseguran que el equipo existe y que las multinacionales estadounidenses han realizado pruebas, con una inversión de unos 100 millones de dólares, aunque con resultados negativos, de momento.

El ex director de Pemex, Díaz Serrano, asegura sin embargo que en Brasil se han realizado perforaciones de 2.000 metros de agua, más 4.000 o 5.000 en el lecho marino, con éxito. Según Díaz, existe un proyecto en Corpus Christi (EE UU) para perforar a unos 1.000 metros de profundidad de agua.

De momento se sabe que las petroleras internacionales han trabajado a unos 40 kilómetros de distancia de la frontera con las aguas mexicanas, pero el riesgo de que se acerquen existe. Sin el tratado de límites marinos ratificado, el petróleo del Golfo de México siempre será una gran tentación.

La tormenta política, por tanto, amenaza. En el fondo, sectores nacionalistas mexicanos creen que «está en juego una importantísima decisión respecto a los derechos de explotación de los gigantescos campos petroleros ubicados en el centro del Golfo de México, en zonas comprendidas dentro de la plataforma continental, pero fuera de las 200 millas de soberanía nacional. De ahí la disputa».

La posición oficial del Gobierno mexicano contrasta con las llamadas de alerta de los especialistas, que apuntan que los yacimientos de hidrocarburos de México se están agotando, y que el país está dejando de ser la inmensa fuente de petróleo inagotable que era en el pasado.

Tan sólo en 1996, las reservas probadas descendieron en 1.413 millones de barriles, para situarse en 60.900 millones de barriles, lo que permite atender la demanda de los próximos 43 años, tanto nacional como foránea. El petróleo es la primera fuente de divisas y proporciona a México más de 13.000 millones de dólares al año sólo por las ventas al extranjero.

'Marcianos' contra el nacionalismo

A. O. Á. , México
Al amparo de las corrientes de la Revolución mexicana de 1910, el presidente Lázaro Cárdenas convulsionó al mundo el 18 de marzo de 1938 al decretar la expropiación de la industria petrolera. Arrebató de tajo a las compañías extranjeras el control de los hidrocarburos. Hoy, a 59 años del hito nacionalista, las multinacionales amenazan de nuevo esta riqueza.

Un diario popular alertó sobre la presencia de «marcianos con'popote' (paja de sorber) en el Golfo de México». Pero no se trata de extraterrestres, sino de la plataforma petrolera Marte.

Como en una aventura de ciencia-ficción, posible gracias a la avanzada tecnología, las multinacionales petroleras tratarán, según las acusaciones de los nacionalistas, de succionar hidrocarburos mexicanos mediante técnicas de perforación indirecta. Con sus plataformas en aguas de Estados Unidos, sacarían el crudo de los campos mexicanos con 'popotes' gigantescos.

Incluido en discursos oficiales, opositores y, sobre todo, nacionalistas, el petróleo es casi el último baluarte político y moral de los mexicanos, hasta el punto de que ni siquiera los últimos Gobiernos neoliberales han tratado de incluirlo abiertamente en sus clásicos programas privatizadores.

Sin embargo, el riesgo existe. Sobre ello ha advertido el líder del poderoso sindicato petrolero, pilar del oficialismo, y senador del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), Carlos Romero Deschamps: «La amenaza contra nuestro petróleo es ahora más grande que antes, pero lo es más la determinación de los mexicanos de defenderlo aún a costa de su propia existencia».

El 18 de marzo pasado, al recordar la acción nacionalista de Lázaro Cárdenas, el presidente Ernesto Zedillo se mostró rotundo, dando amplia satisfacción a los sectores más radicales dentro y fuera de su propio partido: «Petróleos Mexicanos simboliza nuestras luchas históricas por la soberanía, con un destino decidido exclusivamente por los mexicanos».

La mayoría de mexicanos cree que el petróleo les pertenece a todos. Sin embargo, la presencia de marcianos en el Golfo ha pasado desapercibida. Posiblemente porque todavía parece un cuento futurista la existencia de 'popotes' gigantescos para extraerle a la tierra el valioso crudo.

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