El presidente de Uruguay renuncia a la reelección por «coherencia» con la ley
AGENCIAS,
Montevideo
Durante un encuentro con la prensa, Sanguinetti se mantuvo firme e insistió en que ésta va a ser la última vez que trate este tema. «Estoy en contra de esa actitud, y lo he dicho siempre. Pero como diversas circunstancias generan todavía dudas, quiero ser absolutamente categórico». Con semejante rotundidad, el mandatario uruguayo ahogó definitivamente los rumores desatados en los últimos meses en torno a sus futuras aspiraciones políticas. Las «diversas circunstancias» alegadas por Sanguinetti se referían, sobre todo, a las recientes especulaciones formuladas por varios de sus allegados más próximos y otros miembros de su Partido Colorado, que últimamente habían promovido un movimiento reeleccionista en torno a su figura. Su aparición de ayer ante los medios dejó zanjada la cuestión.
Su actitud contrasta con el camino elegido por la mayoría de sus homólogos suramericanos. En Argentina, el debate sobre la supuesta intención del presidente Carlos Menem de presentarse nuevamente al cargo sigue encendido. Y mucho más lejos llegan las aspiraciones del mandatario peruano, Alberto Fujimori, quien acaba de desatar una tormenta política interna debido precisamente a esta cuestión. La campaña emprendida contra cuatro magistrados independientes del Tribunal Constitucional -entre los que se encuentra el propio presidente del máximo órgano judicial- responde, según los analistas, a una represalia del propio Fujimori para desprestigiar a los miembros que votaron en contra de su reelección. Brasil está en tesitura parecida.
El anuncio del presidente uruguayo crea un importante ejemplo para sus vecinos continentales. Sanguinetti, que gobernó el país entre 1985 y 1990 y fue nuevamente elegido en 1995, dejó ayer claro que dará un voto de confianza a la Constitución de su país, de claridad meridiana en la prohibición de reelecciones presidenciales.
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La norma es que los mandatarios se aferren a su sillón. Durante los últimos años en América Latina, además, se han cambiado constituciones para hacer posible la reelección del presidente. La excepción es que los jefes de Estado cumplan la exigencia de no presentarse a más candidaturas de lo que dicta la Constitución. El presidente de Uruguay, Julio Sanguinetti, es una de estas excepciones y no está dispuesto a sacarse de la manga una reforma para alargar su mandato. Ayer anunció que será «coherente» y no aspirará a la reelección.
«Soy coherente con mi pensamiento. Por tanto, soy contrario a la reelección y a que se inicie ningún procedimiento de reforma constitucional al respecto». Con estas palabras, el presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, anunció ayer su deseo de cumplir a rajatabla su retirada de la presidencia, una vez que expire su mandato en el año 2000. Una promesa que, de cumplirse, pasará a formar parte de las excepciones políticas latinoamericanas, si se tiene en cuenta que la tendencia general de las jóvenes democracias del continente es justamente la de impulsar reformas constitucionales para mantener a los líderes en el poder el mayor tiempo posible.