La reforma del Senado permitirá a Pinochet tener un escaño vitalicio
M. DÉLANO
, Santiago
Tres ministros presentaron el proyecto de reforma, que cuenta con apoyo suficiente para ser aprobado en la Cámara de Diputados, pero no en el Senado, tanto por el peso que tienen los designados como por el elevado quórum que se requiere. Ahora, el Congreso dispondrá de dos meses para aprobar o rechazar la reforma, que se basa en el principio de que los senadores designados -casi una quinta parte de la Cámara- impiden la expresión plena de la soberanía popular.
La propuesta del Gobierno contempla el final de los nueve senadores designados -frente a 38 elegidos por votación popular-, cuya renovación está prevista para el 27 de diciembre de este año. También incluye una restricción que impide que el ex presidente democristiano Patricio Aylwin (1990-1994) -en su condición de ex jefe del Estado- sea senador vitalicio, aunque no al antiguo dictador, general Augusto Pinochet, que podrá serlo cuando deje la jefatura del Ejército en marzo del próximo año.
Vitalicios por designados
Con esta última parte de la reforma, el Gobierno ha descartado la posibilidad de intentar evitar que Pinochet ocupe un escaño en la Cámara alta. Un portavoz de la Administración de Frei explicó que el mantenimiento de los senadores vitalicios «es un gesto de la comprensión que se tiene sobre la gradualidad del proceso de transición», mientras fuentes de los partidos de la coalición gobernante lo consideran «un precio» necesario de pagar para conseguir el final de los senadores designados. Sin embargo, no existe unanimidad entre las propias filas de la Concertación -la coalición gobernante de centro-izquierda-. Conocidos dirigentes de diferentes partidos democráticos rechazan la idea de que Pinochet pueda instalarse en el Senado.
La suerte final del proyecto dependerá del comportamiento de los senadores del partido Renovación Nacional, donde militan los sectores más liberales de la derecha, ya que los grupos más pinochetistas han anticipado su rechazo al término de los designados. Se espera un actitud similar por parte de los propios designados.
Entretanto, el Gobierno cuenta con que, si la reforma es rechazada, la negativa tendrá un efecto de bumerán en contra de la derecha en las elecciones del 14 de diciembre, en que se elegirán todos los diputados y la mitad del Senado. Además queda un consuelo: cuando se renueven los nueve senadores designados, Frei puede nombrar directamente a dos y participar en la elección de otros.
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El Gobierno del presidente Eduardo Frei envió ayer al Parlamento un proyecto de reforma constitucional para suprimir el cargo de los senadores designados, una de las asignaturas pendientes de la transición a la democracia en Chile. Pese a ser una fuerza electoral minoritaria, los senadores nombrados al terminar el régimen militar permiten a la derecha tener mayoría en la Cámara alta y ejercer un virtual poder de veto en el Congreso cuando lo requiere.
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