El País Digital
Domingo
15 junio
1997 - Nº 408

La izquierda descubre la 'corrupción' bajo las alfombras de los ayuntamientos de El Salvador

JUAN JOSÉ DALTON, San Salvador
El inesperado éxito de la izquierda salvadoreña en las últimas elecciones otorgó al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) 54 alcaldías -de las 262 existentes-, en las que vive casi la mitad de la población del país. La ex guerrilla se enfrenta ahora al reto de gestionar democráticamente un poder que nunca logró por las armas. Lo primero que ha hecho, levantar las alfombras, le ha dejado una triste imagen, en su opinión, del gobierno de la derecha durante décadas: deudas (casi 11,5 millones de dólares), corrupción y desorden administrativo.


Handal (izq) y Sánchez (dcha) con el alcalde de
San Salvador, Héctor Silva, en marzo (Reuter).
«De un plumazo se ha derribado un mito en El Salvador: que la gestión de la derecha es eficiente, eficaz y transparente», asegura a EL PAÍS el líder máximo del FMLN, Salvador Sánchez Cerén. «Lo que nos han legado son pruebas de su corrupción y del desorden administrativo en los gobiernos municipales, que han sido como negocios familiares».

La izquierda gestiona ahora desde los ayuntamientos la zona central del territorio salvadoreño, donde vive la mitad de los seis millones de habitantes del país, incluida la capital. Antes de marzo, el FMLN apenas controlaba 11 alcaldías localizadas en zonas bajo dominio insurgente durante la guerra civil. Llegadas las elecciones, la ex guerrilla ganó de nuevo en todas ellas.

El problema está en las otras. «En las alcaldías que nos entregó la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena), se tiene una deuda de más de 11,5 millones de dólares», afirma Sánchez, que desgrana una lista de irregularidades: ausencia de contabilidad precisa, plazas fantasmas de empleados, registros no confiables y alteraciones en las cuentas.

El ex guerrillero ha presentado ante la Corte de Cuentas y la Fiscalía General de la República pruebas documentales de estas irregularidades.

Nubes en el horizonte

Pero no todo es futuro brillante para el FMLN. También hay nubarrones en el horizonte. Pese a los logros obtenidos en las últimas elecciones, que también equilibraron la balanza política en el Parlamento, donde la gobernante y conservadora Arena ya no dispone de mayoría absoluta, la izquierda salvadoreña continúa en la orfandad ideológica y un tanto desorientada ante la necesidad de gestionar una parcela de poder dentro del sistema capitalista, su enemigo mortal durante años.

Uno de los peligros es la fragmentación interna. Al contrario que antaño, en el FMLN coexisten al menos cuatro tendencias claras: comunistas, revolucionarios democráticos, cristianos y socialdemócratas. En el otro partido, Convergencia Democrática (CD), su militancia se confunde entre socialcristianismo y socialdemocracia, entre ser de izquierda o de centro.

La dirección de la ex guerrilla considera que pasa por un buen momento. Controla, al igual que Arena, un tercio del Parlamento y la mitad de la población vía alcaldías. La estrategia actual, según Sánchez y Shafick Handal, otro dirigente del FMLN, es impulsar un pacto nacional para el desarrollo económico entre todas las fuerzas políticas del país, incluida la derecha. Un giro de 180 grados si se tiene en cuenta que la izquierda en 1980 proclamaba el odio a la burguesía y luchaba por un socialismo al estilo cubano. Pero no todos los militantes han asumido este cambio, y de ahí pueden surgir numerosos problemas.

Dagoberto Gutiérrez, considerado dentro del FMLN como de extrema izquierda, es un buen ejemplo: «Hoy que estamos dentro del sistema, no siempre sabemos pelear contra el sistema», afirma.

Privatizaciones y esquizofrenia

J. J. D. , San Salvador
«El Gobierno es esquizofrénico. El partido del Gobierno también es esquizofrénico». Con todo, no se trata de un furioso ataque del ex rebelde Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en contra de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), en el Gobierno.

Se trata de Alfredo Mena Lagos, ex comisionado presidencial para la Modernización del Estado, quien renunció la semana pasada a su cargo para «apoyar desde afuera» la gestión de su amigo el presidente Armando Calderón Sol.

La renuncia de Mena ha colocado al Gobierno en el ojo del huracán político y al descubierto ante la opinión pública por su incapacidad de cohesionar a sus funcionarios y partidarios alrededor de sus líneas de acción, especialmente en materia económica.

El mes pasado, el Parlamento, dominado por la oposición que encabeza el FMLN, derogó la ley que autorizaba al Gobierno a vender la importante compañía estatal de comunicaciones, Antel, conocida aquí por su rentabilidad como «la gallinita de los huevos de oro».

La medida de los legisladores fue debida al descubrimiento de graves irregularidades en el proceso de negociaciones, tales como que la entidad tendría un precio base de venta de 300 millones de dólares, cuando en realidad su valor es de más de 1.200 millones de dólares.

Mena denunció que con la derogación de la privatización de Antel, el FMLN estaba llevando al país, «sin las armas y sin la guerra», hacia su proyecto político: el socialismo.

Pero luego, el excomisionado se destapó y descalificó al Gobierno de «su amigo» por incapaz, deshonesto, cobarde y esquizofrénico. Al partido del Gobierno, Arena -que fundara con el controvertido líder de extrema derecha Roberto D’Aubuisson-, también le dio duro, al decir que no responde a ideas ni a principios, sino a intereses, cuyos representantes desean que el país sea una «piñata».

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