El País Digital
Miércoles
7 mayo
1997 - Nº 369

El peronismo lanza en Buenos Aires una candidata a diputada inspirada en Evita

CARLOS ARES, Buenos Aires
No, no, pero sí. Los dirigentes peronistas repiten la lección que les enseñara el general Juan Perón, fundador y líder del Movimiento hasta su muerte en 1974: «Cuando les ofrezcan un cargo digan que no lo quieren hasta el último momento». Inspirada en Evita Perón, Hilda González, esposa del poderoso gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde -candidato natural a la sucesión del presidente Carlos Menem-, conocida en los ambientes políticos como Chiche o La Señora, que se negó a aceptar durante los últimos seis meses la candidatura a diputada nacional en las próximas elecciones parlamentarias, encabezará la lista del peronismo en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país.

La Señora no quería porque desprecia el egoísmo de los políticos, «que anteponen sus intereses personales o partidarios a los de la sociedad». La Señora tampoco se sentía preparada para ese trabajo porque no se considera «una intelectual», sino una «trabajadora social» que quiere «estar al lado de la gente que tiene necesidades». Su marido, el gobernador de Buenos Aires, el principal recolector de votos para el peronismo que llevó a Menem a la presidencia, creía que no hacía falta pedirle a su esposa que «se sacrifique» por el partido.

Pues bien, las encuestas empezaban a indicar que la mayoría se comprometía con los candidatos que iban a disputar la elección interna del partido, el veterano dirigente y ex gobernador Antonio Cafiero, y el presidente de la Cámara de los Diputados, Alberto Pierri. Los dos decían tener el apoyo de Duhalde, pero los sondeos de opinión advertían que ninguno de ellos, y mucho menos Pierri, que sobrelleva sobre su carrera política denuncias de corrupción, discriminación y autoritarismo, estaban en condiciones de enfrentar a los principales candidatos de la oposición en la provincia.

El radicalismo logró, con las encuestas de imagen y unos meses de franela, como se llama en Argentina a los intentos de seducción, que el ex presidente de la nación Raúl Alfonsín tuviera, como dicen los dirigentes de su partido, «un gesto que le honra» y aceptara volver a disputar una elección parlamentaria. El Frente por un País Solidario (Frepaso), una tercera fuerza formada por radicales y peronistas disidentes que aspira al segundo lugar en el distrito, apostó también por su máxima figura, la senadora Graciela Fernández Meijide, una militante por los derechos humanos, madre de un «desaparecido», que tras pasar a su vez por la franela del «ay, no sé si debo», aceptó dejar la capital, donde ganó y volvería a ganar cómodamente, para enfrentar al peronismo en la provincia de Buenos Aires, corazón del duhaldismo.

Pero La Señora es la que recoge más adhesión en las encuestas y es ella la que controla el verdadero aparato electoral del duhaldismo. La Señora, inspirada como toda mujer peronista en la imagen mítica de Evita Perón, preside el Consejo de la Familia y Desarrollo Humano de la provincia, que administra un presupuesto anual de 280 millones de dólares.

En ese ejército dedicado a la acción social se alistan unas 17.000 mujeres, las llamadas manzanares, encargadas de recoger las demandas de los más necesitados . El Consejo asiste cada día con leche a 600.000 mujeres embarazadas y a chicos de hasta cinco años de edad. El radicalismo y el Frepaso tendrán que combatir con discursos en actos públicos y por televisión contra esta organización social aceitada, y saben que que el 26 de octubre no sólo se disputan escaños en el Parlamento. Cada uno de los candidatos que encabezan las listas, incluido Alfonsín, lucha por la primera posición para la carrera presidencial de 1999.

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