El País Digital
Martes
3 junio
1997 - Nº 396

«La Tierra es la madre, y el petróleo, la sangre que la sostiene»

Unos 5.000 indígenas colombianos amenazan con suicidarse si se perfora y explota el crudo de su territorio

PILAR LOZANO , Bogotá

El guerrillero y cura español
Manuel Pérez (Reuter).
«La extracción del petróleo significa el desangre de la madre Tierra», piensan 5.000 indígenas U’wa, que desde hace meses están enfrascados en una dura batalla para impedir que la Occidental de Colombia (Oxi) penetre en su territorio, territorio que para ellos es sagrado. Estos indígenas, habitantes de una rica zona al nororiente del país, creen que el desequilibrio que se presentaría en la naturaleza sería tan grave que han anunciado un suicidio colectivo en caso de que se realice la explotación.

La polémica es larga y en ella ha intervenido hasta la Corte Constitucional. El dilema que divide a la opinión es: ¿prevalece el interés y el derecho de un grupo indígena en particular a subsistir y conservar su cultura en un territorio que habita desde épocas de la conquista o, por el contrario, prevalece el interés general de la nación a desarrollarse económicamente con los recursos del subsuelo, que son propiedad del Estado?

La historia es vieja. En 1992 la compañía nacional de petróleo Ecopetrol y la Oxi firmaron un contrato de asociación para explotar la región del Samoré, en territorio indígena. Según la ley, para iniciar este tipo de trabajos se deben realizar reuniones previas con la comunidad afectada. La Oxi asegura que realizaron 30, pero que jamás se llegó a un acuerdo. Los U’was aseguran que no hubo consulta y que se iniciaron los trabajos de exploración sin cumplir este requisito. Interpusieron una tutela, y el fallo, en marzo de este año, les dio la razón. «Se avaló como consulta una reunión en la que simplemente se informó a la comunidad sobre el proyecto», dijeron los magistrados y se fijó un plazo para cumplir con el trámite. Entretanto se suspendieron los trabajos sísmicos, en los que se han invertido ya 12 millones de dólares. «Si la Oxi sigue con la sísmica, una enfermedad muy grave le pasará a la madre Tierra», predicen los werjayas, los viejos sabios de la comunidad indígena.

El pasado viernes, en medio de una gran tensión, se reunieron tres funcionarios del Gobierno y 17 caciques indígenas. Los U’was volvieron a decir no: su territorio no es negociable ni explotable. El Gobierno propuso darles una zona diferente a la que habitan desde hace cientos de años.

La idea es trasladar el resguardo a una zona que no está cobijada dentro del bloque de Samoré, de 280.000 hectáreas, donde la Oxi busca el gran yacimiento petrolero. Evaristo Pegría, asesor jurídico y miembro de la comunidad, dijo con desaliento al finalizar la reunión: «La propuesta de los blancos fue rechazada por los nativos».

En esta reunión, los U’was volvieron a decir que están dispuestos a morir. «La Tierra es la madre y el petróleo es la sangre que la sostiene a ella», dicen. Para ellos, el suicidio colectivo es una alternativa posible que ya han realizado. En el resguardo existe un lugar denominado El peñón de los muertos; cuentan los viejos que en este barranco los U’was, hace mucho tiempo, decidieron morir de manera colectiva. «El petróleo hace parte de un sagrado mayor», explica a quienes no comprenden su lógica: « Sira, el padre eterno, lo dejó abajo. Su explotación provocaría el derrumbe de la cultura y la muerte del U’wa».

Para muchos, detrás de la posición dura de los indígenas está la presión de la guerrilla. En su territorio actúan tres frentes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y tres del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Este último grupo, dirigido por el cura español Manuel Pérez, es radical en su posición de que los recursos naturales no deben ser explotados por compañías extranjeras. En 1955, durante los trabajos sísmicos, dos empleados de la Oxi fueron asesinados por la subversión. Los indígenas aceptan la presencia guerrillera, pero niegan las presiones.

Aunque el ministro de Minas y la Oxi aseguran que el impacto sobre la comunidad será mínimo y en cambio aumentaría un 10% la producción petrolera del país, los antropólogos opinan lo contrario: «La irrupción petrolera conlleva, como ha ocurrido en otros casos, la desaparición física y cultural de la comunidad», dicen.

«Ceder a presiones para que se hagan cosas a la Tierra, se la perfore y se le extraigan elementos que están madurando, implicaría para los U’was abandonar el compromiso ante sus dioses de cuidar la Tierra. Ante el peligro de un colapso total de su visión sociedad-naturaleza, se puede desembocar en la necesidad de pagar anticipadamente el precio y desaparecer», dice un antropólogo.

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