El País Digital
Martes
18 febrero
1997 - Nº 291


ETA reaparece en Vizcaya con el asesinato de un policía con una bomba dentro de su coche

AITOR GUENAGA, Bilbao
El policía nacional Modesto Rico Pasarín, de 33 años, fue asesinado sobre las nueve de la mañana de ayer con una bomba que había sido introducida bajo el asiento del conductor de su coche particular. El cuerpo del agente, partido por la mitad, salió despedido varios metros y el vehículo quedó completamente destrozado. La onda expansiva afectó a los inmuebles cercanos y atemorizó a los alumnos del colegio Berriotxoa, del barrio bilbaíno de Santutxu. Este grupo no actuaba en Vizcaya desde enero de 1995, cuando asesinó a un policía en las oficinas del DNI en el centro de Bilbao.


Así quedó el coche del policía nacional
asesinado ayer (Efe).
Ésta es la sexta víctima mortal de ETA en lo que va de año, mientras que a lo largo de todo 1996 causó cinco muertos.

«Eran las nueve de la mañana. Estaba asomado a la ventana y, de repente, sonó un bombazo terrible. Ví un fogonazo. La parte de arriba del coche salió despedida y cayó en medio de la calle. Creí que era un trozo de tejado. El coche del policía y una furgoneta que se encontraba a su lado comenzaron a arder. Empezó a salir un humo negro y tuve cerrar las ventanas y meterme en casa». El testigo se encontraba en su domicilio, justo enfrente de donde se produjo la explosión, a la altura del número 22 de la calle de Menéndez y Pelayo.

Modesto Rico había abandonado minutos antes el garaje de su domicilio para dirigirse a la Audiencia de Bilbao, donde trabajaba como agente de la Policía Judicial. Tomó su vehículo, un Rover rojo matriculado en Santander, e hizo una maniobra para incorporarse a la calle de Menéndez y Pelayo. En esos momentos se activó el mecanismo de la bomba, compuesta por entre tres y cinco kilos de material explosivo, que le causó la muerte en el acto.

Tras ser avisados por la Policía Municipal, una ambulancia se trasladó hasta el lugar del atentado. Al llegar a la calle de Menéndez y Pelayo, los sanitarios encontraron parte del cuerpo del policía en el suelo, a unos ocho metros de su coche.

La deflagración produjo desperfectos y rotura de cristales en las fachadas colindantes. Algunas vecinas abandonaron el inmueble vestidas únicamente con sus batas. La onda expansiva, según explicó un miembro del Samu, (el servicio de emergencia sanitario) produjo desperfectos en un radio de más de 20 metros.

Restos diseminados

La Policía Municipal acordonó la zona y la unidad de desactivación acudió al lugar para buscar los restos del explosivo y analizar la composición y el sistema utilizado por los terroristas. Varios agentes recogieron restos del cuerpo del policía que habían quedado diseminados por la calle tras la explosión. El juez ordenó el levantamiento del cadáver sobre las 11 de la mañana.

A principios de enero fue desactivada en Bilbao una bomba-lapa, con un kilo de explosivo, que había sido adosada en el coche de otro policía. Los artificieros la neutralizaron después de que un comunicante que decía hablar en nombre de ETA alertase de la instalación del artefacto.

ETA no había asesinado en Vizcaya desde el 13 de enero de 1995. En esa ocasión, varios pistoleros del 'comando Vizcaya' asesinaron al policía Rafael Leiva, de 43 años, e hirieron gravemente a otro agente que realizaba tareas de vigilancia en las oficinas del DNI en Bilbao. Tanto la Guardia Civil como la Ertzaintza (policía vasca) habían alertado en los últimos meses sobre la posibilidad de que este grupo terrorista hubiera reconstituido parte de su infraestructura en la provincia.

Se da por segura la presencia de un grupo de información estable en Vizcaya y se baraja la posibilidad de que ETA haya recompuesto el comando en esta provincia a través de activistas legales (no fichados por la policía). Éstos pudieron ser quienes colocaron la bomba-lapa que fue desactivada en enero.

Otra hipótesis vincula los últimos ataques con granadas en San Sebastián y Vitoria y la colocación de artefactos en Bilbao a un comando itinerante que operaría dentro del País Vasco y utilizaría la infraestructura existente en cada territorio. Esta hipótesis fue avanzada por el consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, tras los ataques con lanzagranadas del pasado año.

Natural de Barakaldo

Modesto Rico, de 33 años, natural de Barakaldo (Vizcaya), estaba casado y vivía en el séptimo piso del número 2 de la calle del Reverendo Santiago La Salle, en el barrio de Santutxu. Había ingresado en el Cuerpo Nacional de Policía en 1989 y, desde hacía cuatro años estaba destinado en la Audiencia Provincial de Bilbao como agente judicial.

La capilla ardiente con los restos mortales del policía fue habilitada ayer por la tarde en el Gobierno Civil de Vizcaya y los funerales se celebrarán hoy en la iglesia de los padres Agustinos de Bilbao. El director general de la Policía, Juan Cotino, visitó ayer la capilla ardiente y no quiso decir palabra.

El Sindicato Profesional de Policía Uniformada, al que estaba afiliado el agente asesinado, señaló en un comunicado: «Mientras los ciudadanos españoles siguen muriendo a manos de los terroristas, Arzallus o el obispo Setién plantean la negociación [con ETA]» .

La Unión Federal de Policía (UFP) señala que «la impunidad con que actúa ETA» es consecuencia de «la cicatería económica del actual Gobierno respecto a potenciar la seguridad pública». «La ambigüedad permanente del PNV y la actitud vacilante del ministro del Interior [Jaime Mayor Oreja] no hace pensar que estamos ante un serio retroceso en la lucha anti-ETA», añade.

El Sindicato Unificado de Policía (SUP), tras calificar de «absurda» la muerte de su compañero Modesto Rico, criticó al Partido Nacionalista Vasco por «la utilización partidista» que hace de la policía vasca, «fomentando las algaradas callejeras y favoreciendo los atentados» contra los policías.

La Asociación Nacional de Policía Uniformada (ANPU) pidió ayer el cumplimiento íntegro de las penas para los terroristas y el cese de «los beneficios penitenciarios para esta calaña».

«No hay ningún lugar seguro, ninguno»

A. G., Bilbao
La respuesta anónima de algunas alumnas del colegio Berriotxoa al atentado de ayer de ETA en Santutxu no tardó en llegar. Espectadoras de un suceso que nunca habían deseado contemplar ni vivir, un grupo de estudiantes de COU redactaba sobre las 10.30 una carta a «esos malnacidos que han sido capaces de asesinar a una persona con un coche bomba al lado de un colegio». Era su forma de catársis, de desahogo compartido ante un atentado que pudo haber producido una tragedia en un centro educativo con 1.750 alumnos, aunque a esas horas no estaban todos.

Sobre las 10.30, estas estudiantes emborronaban en el patio del colegio una hoja de papel con sus sentimientos. «Seguro que ellos no saben lo que es estar en clase y de repente ver cómo caen cristales y cómo la gente salta para alejarse de ellos; seguro que no saben lo que es salir al patio del colegio y ver alumnos llorando, madres corriendo buscando simplemente ver la carita de sus hijos, simplemente ver esa carita que esta mañana despidieron pensando que les mandaban a un lugar seguro sin pensar que con gente así ya no hay ningún lugar seguro, ninguno», escribían.

«Yo no sé qué pretenden: el lunes pasado, un atentado en Granada; el martes, en Tolosa, martes de Carnaval, día que se suponía feliz para todos, lo mataron a otro hombre; y hoy, que prácticamente no ha pasado una semana desde el último atentado, otro. Y el próximo ¿cuándo?, ¿mañana?. Venga seguir así que ya veréis cómo conseguís lo que queréis, un país libre y de provecho. ¡Ya!, ¡Las narices!. ¿Pero qué os pensáis? ¿que la gente es tonta?». Las estudiantes acababan con una palabra en mayúsculas: «¡¡ILUSOS!!».

Llamadas de los padres

El atentado de ayer en el barrio bilbaíno de Santutxu sembró también el miedo y la angustia en las familias con hijos en el colegio, cuya parte trasera se encuentra a pocos metros de donde se produjo la explosión. Eran las nueve de la mañana y los alumnos de COU se encontraban ya en clase. La noticia saltó a la ondas muy pocos minutos después de producirse la deflagración. Casi de inmediato, la recepcionista del colegio comenzó a recibir llamadas de padres y madres que, alarmados, querían saber qué había pasado con sus hijos.

Algunos alumnos de COU del colegio, dirigido por los hermanos menesianos, subrayaron que el atentado podía haber terminado en tragedia ya que varios autobuses escolares suelen pasar unos minutos después por la calle donde encontró la muerte el policía. «Faltaban cinco minutos para que pasara el autobús del colegio con 50 críos», relataba un alumno de Berriotxoa.

La Asociación Nacional de Policía Uniformada (ANPU) pidió ayer el cumplimiento íntegro de las penas para los terroristas y el cese de «los beneficios penitenciarios para esta calaña». Todos los partidos del Pacto de Ajuria Enea condenaron el atentado.

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