El País Digital
Domingo
16 marzo
1997 - Nº 317

La oposición salvadoreña confía en poner punto final hoy al monopolio de la derecha en el poder

MAITE RICO ENVIADA ESPECIAL , San Salvador
Si en algo coinciden los partidos de oposición de El Salvador es en que las elecciones legislativas y municipales que se celebran hoy permitirán poner fin al monopolio político de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que desde 1989 rige los destinos en esta República centroamericana. El avance que las encuestas otorgan desde hace semanas al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), la ex guerrilla reconvertida en fuerza política, hace prever un Congreso más repartido, en el que la formación gobernante deberá poner en práctica el arte de la negociación. Algo complicado, tras los rifirrafes entre FMLN y Gobierno.

En los comicios de 1994, Arena había logrado, además de la presidencia, el control de 39 de los 84 escaños y la mayoría de las 262 alcadías. Esto le permitió un amplio margen de maniobra, que aprovechó para poner en marcha una política económica neoliberal que ha traído, junto a buenos indicadores, importantes costes sociales.

El aumento de los precios de productos de primera necesidad y los despidos en el sector público han tenido ya su respuesta en las encuestas electorales, que auguran un importante avance del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Según los sondeos, la antigua guerrilla, que pasó a ser partido político tras la firma de la paz en 1992, podría lograr hasta un tercio del Legislativo, lo que obligaría al Gobierno a desarrollar una capacidad de negociación de la que hasta ahora ha dado pocas muestras.

La introducción del debate y las concesiones en la vida parlamentaria serán, dicen los analistas, lo más saludable que le puede suceder a El Salvador.

El presidente Armando Calderón ha restado importancia a estas previsiones y otorga al FMLN los mismos 21 escaños que consiguió en 1994. «La aritmética legislativa se va a mantener», ha dicho, y esto «garantizará la gobernabilidad del país».

A pesar de todo, Arena ha tomado buena cuenta del clima social que se respira, y de hecho ha robado el lema de la campaña del FMLN, con una modificación: «El cambio está en tus manos», dice la ex guerrilla. «El cambio seguro está en tus manos», ofrece el partido en el poder.

Suavizar la línea

Algunas de las ofertas electorales de Arena, como la introducción de la «lucha contra la pobreza y el desempleo» o el apoyo a los agricultores, parecen indicar que el Gobierno suavizará la dura política económica que ha practicado hasta ahora. Sobre todo, porque estas elecciones son, de hecho, la antesala de las presidenciales de 1999.

Las mayores expectativas del FMLN están en lograr la alcaldía de la capital, San Salvador, que es, en importancia, el segundo puesto de elección popular después del presidente. El Frente presenta, coaligado con dos grupos socialdemócratas, a Héctor Silva, un pediatra vinculado a la antigua guerrilla desde principios de los años ochenta. Silva es el favorito en las encuestas.

El eventual avance de la oposición ha despertado las inquietudes de Arena, que desató en las últimas semanas una agresiva campaña contra el Frente. La crispación ha salido a la palestra y los recuerdos de la guerra civil que sacudió El Salvador entre 1980 y 1992 se han utilizado para intentar influir en el voto.

El partido en el Gobierno ha acusado al FMLN de haber recibido dinero «de naciones comunistas, como Cuba o Corea del Norte» y de haber destruido el país. Y se ha encargado también de poner en circulación viejas fotografías del comandante guerrillero Schafik Handal, aspirante a diputado, con armas saludando militarmente a un niño.

A pesar de todo, estas manidas estrategias de campaña electoral no han roto la calma. La consolidación de la democracia, coinciden todos los partidos, es un hecho y el autoritarismo y la guerra son parte del pasado.

El propio estamento militar, que ha mantenido reuniones con todos los partidos, ha querido dejar claro su posición: las Fuerzas Armadas, ha dicho el ministro de Defensa, Jaime Guzmán, «respeterán la decisión del pueblo en las urnas».

Algunos observadores, sin embargo, dudan de que Arena deje perder sin más el importante bastión que significa la capital, y advierten del riesgo que puede suponer para la estabilidad del país un fraude electoral u otras maniobras para tratar de retener la alcaldía de San Salvador.

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