Crispación política en Bolivia a menos de dos semanas de las elecciones
MABEL AZCUI
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La Paz
La Organización de Estados Americanos (OEA) ha expresado en un comunicado, el viernes en La Paz, su satisfacción por el diálogo establecido entre los partidos que pugnan por el voto ciudadano y la Corte Nacional Electoral (CNE) para garantizar el cumplimiento de los comicios, amenazados de suspensión ante la implacable guerra sucia desatada por las agrupaciones políticas.
El diálogo ha relajado las tensiones y mutuas acusaciones contra partidos y candidatos, pero también contra los miembros de la CNE bajo sospecha de parcialidad. La CNE prohibió la difusión de una cuña propagandística que vinculaba al candidato Hugo Bánzer con el ex presidente de facto de Bolivia Luis García Meza, protagonista de uno de los más nefastos regímenes en el país.
Las acusaciones contra la corte por violar presuntamente la libertad de expresión causaron malestar entre sus miembros y no faltó quien advirtiera que una impugnación contra el máximo organismo electoral podría ocasionar la suspensión de los comicios generales, los últimos de este siglo y los primeros tras las reformas constitucionales.
La reunión culminó con la firma de un documento de pleno apoyo a los vocales del Tribunal Electoral. Su presidente, el abogado Alfredo Bocángel, dijo que no sólo se ha despejado cualquier sospecha de parcialidad, sino que se ha ratificado el apoyo y la plena confianza «en el trabajo idóneo de la corte, y en la administración del proceso electoral», que culminará en 15 días más con el voto de unos tres millones de ciudadanos mayores de 18 años para designar presidente, vicepresidente y 157 parlamentarios; de ellos, por primera vez, 68 diputados por circunscripciones electorales.
Hasta ahora, los candidatos de los 10 partidos y alianzas han librado escaramuzas verbales aludiendo supuestos vínculos con dictaduras militares, elementos del narcotráfico y por corrupción. La tregua implícita en el documento de apoyo a la CNE no alcanzará, sin embargo, a los militantes de base empeñados en contiendas nocturnas para destruir la propaganda de los partidos adversarios.
Durante el día, las calles de La Paz se han convertido, al menos en estas últimas tres jornadas, en escenario de violentas protestas callejeras de trabajadores y maestros, empeñados en arrancar del Gobierno una respuesta positiva a un pliego de peticiones presentado el pasado año y que tiene relación con mejoras salariales y la revisión de todo el proceso de privatización de las empresas públicas y otras reformas estructurales.
Los bloqueos, las manifestaciones y la quema de neumáticos forman parte de una estrategia de guerrilla urbana liderada por los maestros, cuyos dirigentes pertenecen al Partido Obrero Revolucionario (POR), inspirado en Trotski, que persisten en rechazar las reformas a la educación, aplicadas ya durante dos años consecutivos.
«Que el Gobierno no se queje de lo que vaya a ocurrir en las manifestaciones», advirtió ayer el máximo líder de la Central Obrera Boliviana, Edgar Ramírez, y reiteró que el objetivo de la lucha sindical es agudizar la tensión social para presionar al Gobierno y lograr sus propósitos. Los últimos enfrentamientos dejaron un saldo de, al menos, un policía herido y ocho maestros detenidos.
Un grupo de profesoras que aparentemente intentó tomar el despacho del secretario de Educación, Juan Carlos Pimentel, quedó encerrado en esas oficinas hasta la madrugada del viernes, cuando fueron desalojadas por la policía de forma brutal, según se quejaron a una emisora de radio. Las maestras confesaron que el largo encierro las obligó a utilizar las papeleras de plástico y otros recipientes vacíos para desocupar sus vejigas durante las largas horas de aislamiento.
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A dos semanas de las elecciones generales del 1 de junio, los bolivianos están sumidos en un ambiente de tensión y violencia callejera ante la guerra desatada entre los partidos políticos y por la estrategia del caos aplicada con entusiasmo por los sindicatos.