El País Digital
Viernes
14 marzo
1997 - Nº 315

La élite política mexicana al completo declara en el 'caso Colosio' sin aportar una sola pista

SANTIAGO F. FUERTES , México
El asesinato de Luis Donaldo Colosio amenaza la credibilidad de la justicia mexicana casi tres años después de que el candidato presidencial cayese con el cráneo destrozado por un balazo. Por ello, en un ejercicio de inusitada transparencia informativa, el responsable de las investigaciones departió el miércoles durante ocho horas con la prensa. Aunque el método prometía, el mensaje oficial sobre el crimen sigue sin ofrecer datos que hagan prever una rápida y satisfactoria resolución del embrollo. El fiscal especial Raúl González reveló que más de 50 personalidades, entre ex presidentes, ex gobernadores y otros altos cargos del Estado, han declarado, pero sin aportar una sola pista de interés.

Cuando sólo faltan nueve días para que se cumpla el tercer aniversario de la muerte de Colosio en Lomas Taurinas (Baja California), el cuarto encargado de las pesquisas aseguró que se han concluido 10 de las 24 líneas de investigación sobre el caso. Por el momento, González aseguró que el asesino confeso y condenado Mario Aburto es una sola persona (la prensa llegó a hablar hasta de cuatro sosias), pero no explicó bien qué sucederá con Jorge Sánchez Ortega, un agente secreto que tenía manchas de sangre del candidato en las ropas, rastros de pólvora en las manos y un parecido tan asombroso con el homicida que la madre de éste se lanzó en sus brazos en la comisaría el mismo día del asesinato.

Pero la teoría del complot parece perder adictos entre los investigadores oficiales. Al igual que Salinas fue visto como el responsable de todos los males del país tras el estallido de la crisis en diciembre de 1994, la opinión pública mexicana parece haber encontrado otro villano favorito (aún es difícil decir si por imposición o deducción propia): Pablo Chapa. El que fuera encargado de los casos Colosio y Ruiz Massieu está en paradero desconocido por sus presuntas presiones y sobornos a testigos para inculpar a Raúl Salinas como el autor intelectual del asesinato del secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y ex cuñado suyo en septiembre de 1994. González aseguró ayer que Chapa también había sobornado a testigos en el caso Colosio. Del ahora huido de la justicia fue el principal defensor de las tesis del complot, lo que abrió el abanico de posibles instigadores del crimen hasta las más altas jerarquías políticas, incluido el entonces presidente Carlos Salinas.

Preámbulo de carpetazo

Desde la oposición, el ataque de ayer a Chapa se interpreta como el preámbulo del carpetazo al caso alegando que el asesino confeso actuó solo (aunque el cuerpo de Colosio recibió dos impactos de bala de distintos calibres). La tesis del asesino solitario exculparía a toda la élite política y, por supuesto, a la familia Salinas, también involucrada en el juicio contra Mario Ruiz Massieu (hermano del asesinado José Francisco), que se celebra en Houston .

El fiscal especial aseguró que se investigó a fondo el entorno político que rodeaba al candidato del PRI antes de su muerte. En este ámbito figura su sucesor, el ahora presidente Ernesto Zedillo, así como los gobernadores Patricio Chirinos, Otto Granados, Manlio Fabio Beltrones, el ahora ex priísta y favorito antes de la nominación de Colosio como aspirante a la presidencia, Manuel Camacho, y un largo etcétera entre ex procuradores, fiscales, secretarios de Estado que suman más de 50 testimonios.

González aseguró que se está investigando también a las fuerzas de seguridad que custodiaban al candidato. Asimismo, en el extranjero se examinan minuciosamente los vídeos del momento del crimen (inexplicablemente, un mitin de precampaña en un desolado paraje fue grabado por al menos una quincena de cámaras) y, como siempre dijeron sus predecesores, González aseguró que aún no se ha descartado ninguna posibilidad. O lo que es lo mismo, aún no se ha descubierto casi nada.

Interrogado sobre el crimen el ex presidente Echeverría

JUAN MIGUEL MUÑOZ , México
¿Mero teatro o celo investigador? La declaración del ex presidente mexicano Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) ante el fiscal del caso Colosio, tres años después del magnicidio del candidato priísta, se augura más bien intrascendente, aunque se trate del primer ex mandatario que comparece ante la justicia en México. Eso sí, al fiscal especial Luis Raúl González no se le podrá achacar esa laguna en la instrucción del eterno expediente. Echeverría, presidente populista promotor de un Estado omnipresente, aseguró hace más de un año que él ya no coordina «ni a sus nietos».

Respondía así a las poco veladas insinuaciones de otro ex presidente, Carlos Salinas de Gortari, que le acusaba de dirigir a un poderoso grupo de políticos que entorpecía la transformación radical de la economía, durante décadas en voluntaria clausura, que comenzó durante el mandato de Miguel de la Madrid. «Nada de lo que sucede desde enero de 1994 es ajeno a la tremenda lucha que existe por el poder», declaró hace meses Salinas apuntando a la resistencia a los cambios económicos y políticos.

Pero, ¿por qué tuvo que comparecer Echeverría? Éste, como todos los mandatarios mexicanos, niega que intente manejar los hilos del poder. No obstante, la misma noche del crimen de Luis Donaldo Colosio, el 23 de marzo de 1994, el considerado por muchos tótem de los dinosaurios -políticos anclados en las viejas formas del caduco sistema que rige el país desde 1929- se presentó en la residencia presidencial de Los Pinos. Asegura que para ofrecer sus condolencias a Carlos Salinas. Éste, que también prestó testimonio ante la justicia desde su autoexilio en Dublín (Irlanda), rebate que fue para proponerle al candidato de su gusto que debería tomar las riendas de la campaña presidencial de 1994.

Aunque a estas alturas son numerosos los analistas que restan peso político a Echeverría y su camada, algunos de sus seguidores incondicionales mantienen cargos de responsabilidad, gobernaturas estatales e influencias políticas que no se pueden desdeñar. Entre ellos, Manlio Fabio Beltrones, gobernador de Sonora, recientemente implicado por la prensa estadounidense en relaciones con el narcotráfico. El gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI) se ha replegado hace escasos meses en su tímida apertura para preservar lugares en las listas electorales a priístas tradicionales.

Es harto improbable que la citación a Echeverría vaya a aportar datos esclarecedores. La posición del ex mandatario -que rechaza cualquier implicación en el asesinato de Colosio- es de sobra conocida. Todos aseguran que el manejo de las investigaciones responde a intereses políticos. La oposición de derecha e izquierda lamenta que se esté cocinando el carpetazo a la investigación de un crimen que, a medio plazo, no dejará de colear.

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