El País Digital
Viernes
11 abril
1997 - Nº 343

Los sandinistas desafían por primera vez en la calle al conservador Alemán en Nicaragua

FRANCISCO GÓMEZ NADAL , Managua
El presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán, no quiere permitir una victoria en la calle del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La jornada de movilizaciones convocada por los sandinistas para el próximo lunes ha traído a la memoria la asonada y los hechos violentos que protagonizaron los sandinistas en los primeros meses del Gobierno presidido por Violeta Chamorro en 1990. En aquella ocasión, las calles fueron tomadas con barricadas y ruedas quemadas. Ahora, el Gobierno advierte: hay 700 policías antidisturbios preparados y otros 8.000 agentes esperando para actuar. Los sandinistas han reconocido de forma implícita que están detrás de las protestas.

«La actitud dicatatorial del Gobierno liberal no nos deja más alternativa que la lucha para defender las conquistas democráticas de la nación», dijo el miércoles por la noche el secretario general del FSLN, Daniel Ortega, en una llamada a la movilización que terminó desenterrando el viejo lema revolucionario Patria o muerte .

Ortega reconocía así que el Frente está detrás del paro del lunes, depués de dos días en los que los miembros de la directiva nacional evitaban relacionarse directamente con las movilizaciones y miraban a otra parte cada vez que se les nombraba la palabra asonada. Según ellos, el pueblo las organiza y el FSLN las apoya.

Ahora se sabe que la jornada incluye el cierre de Managua, con cortes en las principales vías de penetración y paros en los transportes públicos y en las empresas privadas controladas por el Frente, instalación de retenes en los principales puestos fronterizos con Honduras y Costa Rica y varias manifestaciones en diferentes puntos del país.

Enfrentarse al pulso

Alemán ha reaccionado directamente a este pulso sin escatimar calificativos. «Pandilla de vagos e ignorantes», «grupo desesperado ante los avances del Gobierno», «enemigos de la democracia, las inversiones y el progreso». Éstos fueron algunos de los mensajes que Alemán lanzó al Frente tras reunirse con los altos mandos de la Policía Nacional con los que preparó la estrategia de cara al lunes.

No es casualidad que las movilizaciones se hayan convocado para ese día. El próximo jueves 17 Alemán cumple tres meses en el poder y la relación con la oposición liderada por Ortega se ha deteriorado a ritmo acelerado en las últimas semanas.

La clave del conflicto es la propiedad de la tierra. Al llegar al Gobierno, Alemán se reunió con los dirigentes del FSLN para buscar una solución al problema de los títulos de propiedad de las tierras. Tras el periodo revolucionario (1979-1989), en el que se repartieron las tierras confiscadas a los grandes propietarios, hay más de un millón y medio de hectáreas sin titular. Con la llegada de la democracia a Nicaragua también volvieron los antiguos propietarios, y con ellos, el conflicto. Los desalojos judiciales y las tomas campesinas se susceden y ya han dejado varios muertos en el camino.

En enero comenzó lo que se ha denominado «el diálogo». Gobierno y sandinistas se sentaron para buscar soluciones, pero se toparon con que la mayoría de la cúpula del FSLN acumulaba una buena parte de esas propiedades. El resto está en manos de ex militares retirados, de ex miembros de la contra (la guerrilla antisandinista) y de miles de cooperativas de pequeños productores.

El diálogo fracasó y Alemán ha presentado una ley para otorgar 14.000 títulos de propiedad. El Frente asegura que se trata de una contrarreforma para devolver la tierra a los herederos del dictador Somoza.

La estricta austeridad económica acentúa el encono entre el Ejecutivo y la oposición

F. G. N. , Managua
El enfrentamiento entre el Gobierno nicaragüense y la oposición sandinista se ha encarnizado tras las últimas decisiones del presidente Arnoldo Alemán en política económica.

Esta misma semana, el Gobierno conservador ha presentado una dura reforma tributaria que puede levantar ronchas. También está en marcha un plan de austeridad en el aparato del Estado que contempla una reducción de personal de hasta un 30% y la supresión de numerosos privilegios para los funcionarios públicos. Se ha cerrado el canal estatal de televisión por considerarlo deficitario y en el ambiente flota el presagio de una devaluación drástica de la moneda para las próximas semanas.

El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ha querido orientar este paro (o asonada , como prefiere llamarla el Gobierno de Alemán) hacia una protesta global contra todos los aspectos de la política del presidente.

Por palabras duras y descalificaciones no va a quedar. «En nombre de la ley, (el Gobierno) prostituye a una parte del poder judicial para utilizarlo en sus planes revanchistas y dictatoriales. Utiliza el chantaje de la publicidad para amordazar a los medios de comunicación. Utiliza a los diputados de su partido (el Liberal) como instrumentos ciegos de sus intereses. El pueblo ya no aguanta más», dijo Daniel Ortega, el líder sandinista, para después proponer la creación de una junta de emergencia que tome las riendas del país hasta que se alcance con los liberales lo que han denominado el Acuerdo Nacional.

La Iglesia, en contra

El influyente cardenal de la Iglesia católica Miguel Obando Bravo ha intervenido para calmar los ánimos advirtiendo que «una asonada sólo ayudará a crear más desempleo y más pobreza». La actitud de Obando tampoco sorprende, dada su clara trayectoria de apoyo a los conservadores.

Con todo, la preocupación económica del cardenal tiene una base real. Las Cámaras de Comercio han cifrado las pérdidas que puede tener el sector privado el lunes próximo en cinco millones y medio de dólares. Una cantidad nada despreciable para la miseria que ahoga a Nicaragua.

Las posiciones no pueden estar más alejadas y el lunes se encontrarán en las calles de todo el país. El Gobierno, en cualquier caso, no está dispuesto a dejar la calle al sandinismo. Sin cerrar todas las puertas, el ministro de Gobernación, José Antonio Alvarado, ha dejado claro que habrá mano dura para los manifestantes que traten de alterar el orden de cualquier forma. «Insistiremos en el diálogo, pero vamos a mantener el orden cueste lo que cueste».

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