El Turista Desarmado

El Turista Desarmado
Guías y consejos para orientar -o confundir- a los viajeros

UN turista sin guía, folleto o plano no es necesariamente un turista desarmado. Juraj Nadel, suizo, 25 años, dos de ellos lateando por América Latina, asegura que las guías son meros textos referenciales. En nuestra región, según Juraj, la mejor orientación la da el peatón confianzudo con quien el gringo tropieza en la plaza. La información de precios y lugares que abunda en las guías conocidas, como las de Michelin o Hamlyn, nunca está actualizada como en la memoria de un hotelero, o en la de un "brichero" para citar el mote que en el Cusco reciben los cazaturistas.

Alemanes en país de sudacas. Si toman las precauciones del caso gozarán de amplia hospitalidad.

Hay mil consejos para cada visitante. Si no habla español las advertencias se multiplican y si lo habla no debe bajar la guardia. Las guías, si tiene una actualizada a la mano, le dan buenas claves -hasta las hay con datos de hostales y huariques económicos, horarios de museos y líneas de combis- pero de ningún modo le garantizan un feliz viaje. Hay mucha información, gruesa y también menuda, sobre costumbres cívicas y variables sociales que el turista necesita para llegar a buen puerto. Por ejemplo, ningún precio es bueno sino se regatea unos minutos y de un tiempo a esta parte, muchas guías incluyen sugerencias al respecto: We recommend you to bargain. Por supuesto, a la hora de ejecutar las sugerencias, el visitante enfrentará demasiados obstáculos a sus entendederas. Sus mejores armas son entonces una mirada abierta y tolerante a todos los detalles que le hablan. Allí encontrará las claves para pasarla sin sobresaltos; de lo contrario será un accidental turista de aventura.
La sonrisa complaciente y la reacción de fácil asombro epitomizan al turista simple y puro. Sus varios "look, it´s wonderful" ante nuestro paisaje de la miseria, agregan un contraste más al zafarrancho local. Una escena pintoresca no puede estar completa sin un extranjero que quiera verla así. Y una descripción de la misma no puede ser justa si no respetamos la disparidad de puntos de vista: el del lugareño que ve sólo lo que necesita ver y el del foráneo que ve para el recuerdo. Este hombre o mujer, gringo naif o nipón risueño, probablemente sea consciente de esas disparidades pero no le interesa que se las hagan ver, tan sólo requiere de guías prácticas y de mínimos consejos para pasarla bien y evitar percances.

El mochilero Juraj domina San Francisco desde el Hotel Europa (13 soles por día). Su lema: «La mejor guía son los propios peruanos». Derecha: Italianos husmeando arte moderno en patio colonial. Su guía no dice nada al respecto.

Pero hay otro visitante que no responde a tours, itinerarios y datelines, que no sabe cuánto tiempo se va a quedar ni cuándo va a partir. Según los define Paul Bowles en "El cielo protector", el primero es un "clásico turista", el segundo es el "viajero esencial". Este último precisa de mucho más que una guía, o tal vez de ninguna; es el gran observador que sabe que no va a dejar de ser diferente de los lugareños aunque lo ideal para sus fines sería confundirse con ellos. El buen mochilero, generalmente de origen europeo y prejuiciosamente enamorado del Asia y la América Latina, aspira a ese esencialismo.
Para ambos, turistas y viajeros, hay muchos manuales con los que enfrentarse a nuestra región. La literatura nativa también se utiliza como fuente de información, de allí que los preconceptos turísticos sobre Latinoamérica tengan un marcado tinte real-maravilloso, cortesía de Gabriel García Márquez o de sus sucedáneas Isabel Allende o Laura Esquivel. De todos modos es poco probable que las guías incluyan especulaciones socio-antropológicas sobre el ser andino-tropical, así que vaya nuestra sorpresa cuando encontramos a un turista -con astuta mirada de viajero- manipulando un cuadro sinóptico, recortado de una anónima guía de Sudámerica, sobre el modo en que los sudacas nos vemos con los gringos.
Latinos según extranjeros
Indirectos y evasivos
Formales y pomposos
Impuntuales
Desconfiables
Conformes con desigualdad social
Extranjeros según latinos
Bruscos e insensibles
Faltos de maneras
Dependientes del reloj
Desinteresados en detalles humanos Creyentes en una igualdad utópica
Los deméritos de la primera descripción varían según ascendemos al norte o según nos internamos en los Andes. Los andinos son más formales que los tropicales; los tropicales más evasivos que los andinos. Otras hojas recortadas de la misteriosa guía daban consejos prácticos para llevarse bien con los nativos: "Si usted es asaltado no se resista, colabore dignamente con el delincuente". "Esté informado sobre materia económica porque se verá inevitablemente enredado en alguna discusión sobre el imperialismo". "Si lo invitan a una reunión no se lo tome en serio porque puede tratarse de una mera cortesía; si evalúa que no es así y decide ir no llegue de ningún modo a la hora acordada, sino por lo menos 30 minutos más tarde". "Si le dan de tomar y a Ud. no le provoca acepte aunque sea un sorbo". "Si debe vivir por un tiempo en el país y contrata servicio doméstico no le pague según lo que le dice su conciencia igualitaria ni coma en la misma mesa que sus empleados, respete las costumbres y diferencias de clase del lugar".

Aunque nadie puede negar que tales consejos dejan de ser prácticos pues surgen de una observación seria de la cultura regional, la ingenuidad de los asertos, los flamantes prejuicios que surgen al advertir de los viejos prejuicios, puede superar la bondad de las intenciones. Casi un manual para vivir en la barbarie sintiéndose civilizado. No sería mejor advertir de las diferencias y, como tantas otras guías de la intimidad, aconsejar al turista a seguir siendo uno mismo. El peruano, latino o sudaca no dejará de ser hospitalario con el visitante que, según la no muy objetiva columna derecha del cuadro, se muestre directo, iguali.tario y confiable. (Fernando Vivas).