'Camina por el peligroso sendero de la certeza, lindando la terquedad'

Ciro Gómez Leyva

Entre todos los analistas políticos con presencia regular en los medios informativos, quizá nadie haya hecho mayor esfuerzo por comprender el sentido positivo de las acciones y el espíritu que anima al zedillismo como Federico Reyes Heroles.

Los medios de comunicación y los analistas políticos han sido muy duros con el Presidente.

Sin duda.

¿Medios y analistas han estado a la altura de las circunstancias en estos dos años?

El reto ha sido para todos. Es evidente que el sector intelectual también se vio muy sacudido por el régimen de Carlos Salinas. Por un lado hubo un excesivo apapacho. Por el otro, el uso de los nombres. Eso me ratifica que los intelectuales debemos mantenernos lejos de las esferas del poder, objetiva y subjetivamente hablando. En la objetiva cobras, en la subjetiva te apapachan, te acercan al glamour del poder. Noto que con el presidente Zedillo ambas situaciones han disminuido, para fortuna de todos.

¿No hay intelectuales apapachados por Zedillo?

No los veo. Me parece que el Presidente escucha a quien quiere, pero no hay ese coqueteo tan marcado como lo había con Salinas. Y eso tiene que ver con la personalidad. El presidente Zedillo está muy seguro de haber recibido los votos en las urnas, por tanto siente que no tiene ninguna necesidad de conquistar a nadie.

¿Pros y contras de la no seducción?

Toma distancia de la opinión pública. Eso es bueno. Un presidente que sólo mira a la opinión pública es un populista. Preocupa un presidente que no mira a la opinión pública: es un autoritario. Creo que el Presidente está tratando de encontrar el justo medio.
¿Los medios de comunicación?

Hay un enorme vacío. No han estado a la altura, en lo general. Como empresas que se deben a la sociedad todavía son muy jóvenes, apenas lo están entendiendo. Parte de la crisis política en las últimas décadas se debe a una enorme falta de compromiso de los medios con la sociedad. Si miraran a la sociedad, si establecieran reglas claras de comportamiento con ella, la situación sería distinta. Ojalá los medios se den cuenta que el mejor negocio que tienen no es cuidar su concesión, sino apostarle a la sociedad.

¿Ha sido Ernesto Zedillo una suerte de cabeza renuente de un régimen autoritario?

El presidente Zedillo ha hecho una de las aportaciones más notables a la política mexicana de los últimos 20 años al simplificar las cosas y llevarlas a la agenda del entendimiento de cualquier ciudadano. Si esto es renuencia a entender las viejas formas del sistema político, pues probablemente sí. El ir a la sede de su partido y anunciarles en una Asamblea que la línea es que no existe línea hubiera sonado a herejía, incluso a ingenuidad o expresión autodestructiva hace 20 años. Y sin embargo lo hizo.

¿Por qué lo hace?

Si lo hace porque tiene una concepción compleja de la política o si lo hace simplemente como una reacción, no lo sé. Sus críticos dicen que es porque tiene un enorme desconocimiento de la política. No lo sé. Parece que él está muy firme en esa idea de simplificar la vida política, de terrenalizar el diálogo.

Concepción compleja de la política o terrenalización, ¿con qué te quedas?

Me da la impresión de que hace gala de algo que puede ser muy loable o muy riesgoso: su firmeza de carácter, que algunos tachan de necedad. Ahí está el ejemplo de las terribles políticas económicas de 1995. Siempre dijo que no iba a cejar en el proyecto económico porque estaba convencido de que el país, después de este tour de force, podía tener tasas de crecimiento superiores al 5 por ciento. En ese sentido es un hombre que camina por el muy frágil sendero de la firmeza, lindando la terquedad.

¿Políticamente?

Esa firmeza de no meterse él, personalmente, a resolver los problemas, de no ser un protagonista de la vida política, está rindiendo frutos.

¿Zedillo ha apostado por la democracia como el único camino posible de reconstrucción nacional?

Tengo la impresión de que él no concibe otras reglas del juego. Es de una generación diferente, nacido en el interior de la República; vivió la revuelta del 68 siendo muy joven. El se define, básicamente, como un técnico, ¿por qué le estamos pidiendo que diseñe toda una nueva estrategia para el sistema político mexicano?

Es el Presidente de la República.

¿No es parte del engaño del presidencialismo exigirle al Presidente que sea él el estratega del país de 90 millones de habitantes?

Hay una sensación de vacío.

Sí. Puede ser aleccionadora. Nos puede llevar a estadios de madurez política superiores a los que estamos viviendo. Un senador me dijo después de la Asamblea y la línea: "íQué quieres, son muchos años de estar esperando que piensen por uno!" La responsabilidad de asumir el papel que la sociedad les ha asignado no es sólo del Presidente. Es de los partidos, iglesias, organizaciones intermedias, grupos empresariales que para todo andan pidiendo bendiciones presidenciales. Y desde luego de los poderes Legislativo y Judicial. Apenas en estos dos años parece que, poco a poco, la Suprema Corte empieza a existir.

¿Ha logrado darle movilidad al sistema político?

Parece que la política se está desarrollando como debería desarrollarse. Un buen candidato del PRD gana en el norte, uno bueno del PAN gana en Tuxtla Gutiérrez y uno bueno del PRI lo hace en Michoacán. Creo que se está desarrollando la competencia política como mecanismo republicano insustituible. Ahora, para eso necesitamos partidos políticos sólidos y competencia legal y equitativa.

Una de las principales críticas a Zedillo es que ha confundido el expediente financiero con la solución económica.

En algún sentido. Es muy preocupante ver que vuelvan a surgir discusiones sobre la política monetaria. No es creíble que el grupo de economistas que lleva gobernándonos casi una década no pueda ponerse de acuerdo en un diseño de política monetaria. Las políticas monetarias son como las terapias de los médicos. Tú puedes estar en un tratamiento de antibióticos, y si el antibiótico te sienta bien, continúas con el tratamiento. Si no funciona, pasas a sulfa. Lo que no puedes hacer es cambiar de antibiótico a sulfa permanentemente. Es verdaderamente intolerable que Banco de México, Hacienda y Presidencia no se puedan poner de acuerdo.

¿Pensará este gobierno aplicar algún día una política de desarrollo, porque parece que sólo piensan en políticas de crecimiento?

Hay 600 empresas vinculadas al sector exportador que generan entre el 15 y el 20 por ciento del empleo: están teniendo días de fiesta. Pero hay otras 600 mil empresas en problemas. ¿Cómo vamos a establecer un puente entre unas y otras? Francia, por ejemplo, implementó políticas de integración que, con toda claridad hay que decirlo, suponen un proteccionismo revisado para poder enganchar al resto de la economía en una nueva dinámica. Ahí creo que el Plan de Desarrollo Industrial tiene algunas bondades. Esperemos ver luces.

¿Tanta recurrencia de crisis no pone en tela de juicio la imaginación política del gobierno?

Sin duda. Algo que ha dañado muchísimo al país es esta visión muy personalizada y de camarilla. Ernesto Zedillo, Pedro Aspe, Carlos Salinas, Jaime Serra no pueden ponerse de acuerdo en cómo administrar lo mejor posible la necesaria devaluación del peso. Y por los pleitos y diferencias entre ellos caímos a profundidades que no merecíamos. Miguel Mancera, Ernesto Zedillo y Guillermo Ortiz deben ponerse de acuerdo para articular una política monetaria clara y viable.

Ya es tiempo.

Ya es tiempo.

¿Dónde vez creatividad, esperanza?

Puedo hablar del desarrollo agropecuario: hay sorpresas gratas, esperanzas. Siento que la política educativa es bastante sólida, de largo plazo: es, sin duda, la mejor que hemos tenido en la historia contemporánea del país. Y es que si no logramos en una década, cuando más, llegar a 11 o 12 años de escolaridad promedio, nos vamos a ver en graves problemas.

Dos años de sacudidas. ¿Qué lecciones pueden iluminar a Ernesto Zedillo?

No soy Maquiavelo para estar aconsejando a los príncipes... Como ciudadano, como intelectual, sugeriría un poco más de sensibilidad frente a lo que está viviendo el pueblo mexicano. No está reñida la necesidad de aplicar un programa poco popular con la posibilidad de explicarle a la población tantas veces sea necesario el porqué de una determinada medida. La sociedad ya no tolera que no se le expliquen los porqués. Tienes el ejemplo de la reforma al Seguro Social, que fue muy impopular entre otras cosas porque no se supo ventilar con tiempo, todo parece que se hizo de prisa, y las prisas demandan actitudes autoritarias. Hay que darle tiempo a las acciones de gobierno para que sean aceptadas y comprendidas por la sociedad.

Sugieres paciencia y comunicación.

Sí. En comunicación, el Presidente y la oficina del Presidente tienen que poner un poco más de su parte. No tiene que ver con la popularidad del Presidente, sino con el trato maduro con la sociedad.

Tus respuestas coinciden con una percepción generalizada: el tránsito del Padre padrone al funcionario que no quiere ser más que la cabeza de un poder. Esa percepción ha convivido con otra: tenemos un presidente estrecho de horizonte y sensibilidad: tenemos un presidente débil.

El dedo en la llaga. Mucha gente dice que Ernesto Zedillo es un presidente débil. No lo es. Si analizamos sus acciones, no veo un ápice de debilidad.

¿Qué ves?

Lo contrario: que este presidente tan seguro de sí mismo camine adelante sin tomar suficientemente en cuenta a la opinión pública.

¿Por qué, entonces, está tan extendida la percepción de debilidad?

Creo que tenemos que admitir que hay un problema muy severo de cultura política en el país. En buena medida la transición a la democracia plena se ha vuelto dolorosa, tortuosa por la falta de información que deberían tener los sectores que toman decisiones. Funcionarios, empresarios, periodistas se pasan el día en desayunos, noticieros de radio, juntas, telefonemas, reuniones, aviones. Pero nunca tienen tiempo para leer, para pensar. El grado de desinformación de la clase política mexicana es muy preocupante. Estudiamos muy poco. No invertimos casi nada para saber cómo han solucionado problemas semejantes en otras partes del mundo. No estamos viviendo algo excepcional, algo que no hayan vivido otros países. La élite tiene que aplicar más en ciencias sociales. Y el Estado tiene que racionalizar más la toma de decisiones políticas.

¿Tan terriblemente pobre percibes la cultura política de las élites?

Es sorprendente ver a técnicos muy capacitados en la toma de decisiones económicas que se vuelven totalmente impresionistas al pasar al ámbito político. Esto ha empobrecido el diálogo. Necesitamos profesionalizar a la clase política para que pueda tomar mejores decisiones.

Y que griten lo que quieran

Colosio puede ser un cadáver útil. Salinas, un accidente, algo diabólico y foráneo. Pero las cifras, quién va a objetarles las cifras. Juan Millán, el secretario de la 17 Asamblea, está haciendo el corte de caja. Media hora al micrófono para nadar, gozar, enloquecer entre los números. El PRI de la era Oñate-Millán puede presumir todavía la propiedad del 51 por ciento de los votos, jactarse de tener un porcentaje de éxito de 74 por ciento en la lucha por los puestos de elección. Por eso, que del partido se diga lo que les plazca. Que griten lo que quieran.

Y las delegaciones traen ganas de gritar. Les quitaron las matracas, no las ganas de gritar. Cuarenta y dos meses después, tres presidentes de partido, dos destapes de candidatos presidenciales, dos asesinatos, un villano nacional, un hermano en Almoloya, un IVA al 15 por ciento y una crisis despiadada después, la 17 Asamblea Nacional del PRI acaba de comenzar.


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