Minutos antes del asalto, el Canciller Francisco Tudela llega a la residencia
del Embajador Aoki. La fotógrafa logró salir.
Al principio cundió el desconcierto. La
Policía no sabía si se trataba de un asalto cometido por
delincuentes comunes o un secuestro en gran escala realizado por subversivos.
Policías de diversas dependencias concurrieron atropelladamente
a la residencia del embajador del Japón y se produjo una balacera
que puso en peligro la vida de los rehenes.
El comando "Oscar Torres Condezo" (derecha) del MRTA recuerda
a quien fue uno de los fundadores clandestinos de esa organización,
que estuvo en Colombia participando en el denominado Batallón América,
integrado por subversivos de diversos países que fue desarticulado
por las fuerzas del orden colombianas. Torres Condezo murió en un
enfrentamiento con las fuerzas del orden.
EL congresista
Javier Diez Canseco compró el pino navideño que insistentemente
le reclamaba su esposa, lo dejó en su casa y salió para ir
a un evento de una institución de derechos humanos. Pero cuando
subió a su vehículo metió la mano al bolsillo del
saco y encontró la invitación de la Embajada de Japón.
-Pasemos antes por ahí, le dijo al chofer.
Pocos minutos después era uno más de los 450 rehenes que
el comando "Oscar Torres Condezo" del MRTA había tomado
en la residencia del embajador del Japón, Morihisha Aoki.
La balacera que sucedió al asalto de los subversivos duró
-intermitentemente- unos 40 minutos y fue producto de la improvisación
y el mal manejo inicial de la crisis. Decenas de policías de diferentes
unidades fueron llegando a la casona de la calle Tomás Edison. Era
una Babel en la que todos gritaban y daban órdenes contradictorias.
Policías uniformados y de civil se mezclaban con guardaespaldas
privados y equipos de seguridad de las embajadas que tenían a sus
diplomáticos capturados. A los cuales se sumaban el creciente y
bullicioso enjambre de periodistas, parientes de los rehenes, vecinos,
curiosos y bomberos.
Una hora y media después de la toma, los
subversivos empezaron a soltar a rehenes mujeres para evitar que la situación
se les tornara inmanejable.
La Policía no sabía de qué se trataba al principio.
El jefe de la SUAT, coronel Luis Mejía, que negoció hace
poco la entrega del destructor Tito Uscuvilca, preparó a sus hombres
para un posible asalto a la residencia.
Pero cuando el panorama se fue clarificando, recibió una orden terminante:
no debería intervenir.
Algunas conmociones. Sally Bowen (derecha) de
la BBC traía un mensaje del MRTA, pero el ministro Briones y el
general Vidal no la recibieron.
Sin embargo, ya se habían lanzado bombas lacrimógenas
y disparado desde los edificios aledaños al interior de la embajada,
poniendo en riesgo la integridad de los rehenes.
Un funcionario de una embajada extranjera comentó que resulta asombroso
que después de tantos años de violencia en el Perú,
no exista un dispositivo que permita reaccionar rápida y ordenadamente
a las fuerzas de seguridad en una situación como ésta.
LA TOMA
Según fuentes de la Dincote, el operativo fue cuidadosamente
planeado y probablemente pensaban capturar al mismísimo presidente
Alberto Fujimori, que suponían podía asistir a la recepción
en honor al Emperador nipón.
Los subversivos actuaron divididos en tres grupos. El primero de ellos
se mimetizó con los mozos y entró con el personal de servicio.
En el menaje introdujeron algunas armas. Algunos de los rehenes liberados
narraron que habían notado un comportamiento extraño en algunos
mozos, e incluso reportaron incidentes como el derrame de una copa sobre
el traje de una dama, producto de la inexperiencia del que servía.
Otro grupo ingresó bajó el disfraz de repartidor de arreglos
florales. Las armas entraron bajo las flores.
Algunos
subversivos estaban uniformados.
El tercer destacamento llegó en una camioneta pintada como ambulancia
de Alerta Médica. Entre diez y doce subversivos, uniformados al
estilo MRTA y con el rostro embetunado, saltaron un muro trasero de la
residencia y entraron cuando sus cómplices ya habían inciado
el operativo.
Según los testigos, los terroristas tenían modernas radios,
con micrófonos en la solapa. Los del tercer destacamento dejaron
la camioneta encendida en el apuro, y olvidaron allí una caja de
municiones.
Minutos antes del asalto, los subversivos hicieron detonar un potente explosivo
cerca de la residencia. De esa manera causaron desconcierto en la custodia
policial, que había sido reforzada desde las 4 de la tarde, así
como en los numerosos miembros de seguridad de los personajes allí
reunidos. Muchos policías corrieron al lugar del atentado.
Cuando empezó la balacera, los centenares de invitados se arrojaron
al suelo. La confusión era indescriptible. Las balas llovían
desde afuera sobre los jardines y el patio de la residencia, cubierto de
un inmenso toldo rojo y blanco. Los subversivos respondían intermitentemente.
En un momento, un jefe policial los intimó: "¡Están
rodeados, ríndanse!"
-¡Patria o muerte, venceremos!, fue la respuesta seguida de una ráfaga
de ametralladora.
Antes
de la incursión, el almirante Luis Giamprieti (centro) y empresario
Octavio Mavila.
Empezaron a caer bombas lacrimógenas Y los asustados invitados
se taparon nariz y boca con trapos mojados que tomaron de un arreglo ikebana.
Cuando el tiroteo cesó los subversivos dividieron a los rehenes.
Los hombres fueron enviados al segundo piso y las mujeres se concentraron
en el primero.
Sin
sospechar lo que se venía, Alfredo Torres, Alejandro Toledo y Manuel
Torrado.
La cosecha había sido productiva. El Canciller Francisco Tudela,
el titular de Agricultura Rodolfo Muñante, varios congresistas,
miembros de la Corte Suprema y, sobre todo, diplomáticos extranjeros,
empezando por el embajador japonés Aoki y sus colegas de Alemania,
Canadá, Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba y otros,
amén del director de AID, el jefe de la DEA y otros funcionarios
importantes.
También había policías, entre ellos los generales
Máximo Rivera, director de la Dincote y Carlos Domínguez
ex director de ese organismo, el coronel Marco Miyashiro, adscrito a la
Sunat y José Matayoshi director de Migraciones.